El mercado indie permite que podamos jugar a diferentes géneros abarcados de distintas maneras. Podemos ver plataformas muy sencillos y otros que son todo un reto y que requieren precisión milimétrica. Llega ahora a Nintendo Switch un nuevo plataformas con toques de puzle llamado Chicken Journey, que ofrece una experiencia algo relajada pero que requiere un mínimo de pericia para poder disfrutarse.
Chicken Journey y la duda milenaria
¿Fue primero el huevo o la gallina? Con esta duda existencial, una gallina decide preguntar al alcalde de su pueblo, para así poder iniciar un viaje en busca de respuesta. Aunque la búsqueda en sí de los documentos necesarios es fácil, pues están en tres poblados cercanos, la dificultad está en poder acceder a ellos, ya que en cada ciudad hay problemas y tenemos que solucionarlos.
Para ello se nos ofrece un mundo 2D con multitud de lugares a los que entrar, como casas o pequeñas mazmorras, con el objetivo de cumplir las peticiones que se nos hacen y de paso, encontrar pergaminos secretos con información real sobre animales (que son el coleccionable del juego).
A la hora de jugar, estamos ante un plataformas en el que el salto viene determinado por la cantidad de pulsación y un ataque de picoteo para romper paredes y otras acciones. No hay enemigos, por lo que todo el reto está en resolver “puzles” para poder avanzar en cada momento, y también en esquivar diferentes trampas. El juego es muy permisivo gracias a una gran cantidad de puntos de control, por lo que nunca va a haber agobio de repetir una sección larga.
El tesoro son los amigos que hicimos por el camino
Los puzles del juego (nunca demasiado complejos) se basan en usar bolas de colores para modificar plantas y que así pasen de ser un obstáculo a una plataforma o un trampolín, pulsar palancas en orden o en dar con la tecla correcta, pero también hay otros momentos en los que hay que medir nuestra actuación de otra forma, como pueden ser las zonas de sigilo o de uso de una hoja-paravela.
Toda la aventura está narrada en tono de humor suave, por lo que es una experiencia interesante para jugar en familia o incluso dejarle el mando al más pequeño, siempre y cuando venga con un mínimo de habilidad (si es muy novato puede costarle mucho). Por lo que quizás la mejor opción es la de que el jugador más pequeño sea jugador sin mando, para que se ria con la historia y para que ayude a resolver puzles de palancas o a encontrar secretos.
Chicken Journey dura sobre unas cinco horas, con posibles variaciones en función de la velocidad de cada uno, la habilidad y la cantidad de secretos que descubramos. En todo el camino encontramos buen rendimiento y un estilo gráfico colorido y bonito que resulta llamativo, aunque hay algunos elementos con mucho más grado de detalle que otros. Las animaciones son simpáticas y el sonido acompaña bien el tono del juego, aunque peca de falta de variedad en algunos momentos.
Chicken Journey es una propuesta tranquila, muy bonita y que nos permite sentir el poder de la gallina. No es un reto para el ducho, pero sí que se puede hacer cuesta arriba para el novato, y ahí quizás encuentra su mayor problema, en que su target no se basa en un público determinado, sino en un ánimo, el del jugador que tiene un mínimo de manejo con los mandos y busca algo que no sea excesivamente complicado, pero que tenga sus secretos y algunos detalles que sí requieran un poco más.
Versión del juego analizada: 1.0.5814
