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Análisis de Paper Mario: The Origami King

Paper Mario: The Origami King es la apuesta de Intelligent systems y Nintendo en este inusual verano, huérfano de E3 y de anuncios potentes (por el momento). Sigue la estela de Paper Mario: Colour Splash, volvemos a las aventuras de papel.

Origami vs Papel

En este Paper Mario, un rey de Origami, Olly, ha decidido poner patas arriba el Reino Champiñón de papel origamizando a gran parte de sus habitantes, incluyendo a la propia princesa Peach. A diferencia de los seres de papel normal, los de Origami tienen tres dimensiones. Sin embargo, Olivia, la hermana del rey Olly está en contra de los planes de su hermano y se alía con Mario para devolverlo todo a la normalidad.

Esta alianza otorga a Mario ciertos poderes de origami que le permiten interactuar con el escenario (usando el control por movimientos, que por suerte podemos quitar en el menú principal y sustituirlo por uno normal). En general, con los brazos desplegables (el poder de origami) podremos o bien agarrar cosas o bien golpear. También podemos usar otros objetos que vayamos encontrando para determinadas acciones o situaciones, y además como misión no tan secundaria tendremos que encontrar a los cientos de Toads distribuidos por todas las regiones del juego.

En Paper Mario: The Origami King tenemos dos tipos de enemigos. Los de origami y los de papel maché. Los primeros se derrotan en combates por anillos, que luego comentaremos, y los segundos en el propio escenario, a martillazos. En realidad, en Paper Mario: The Origami King todo se resuelve a martillazo limpio. Si en Colour Splash teníamos que elegir bien las diferentes cartas, o si usar pinturas o recortes, o incluso el propio martillo, aquí las cosas se han simplificado mucho. Es cierto que ahora los puzles están autocontenidos, lo cual es positivo, pero se ha perdido gran parte del encanto. The Origami King es un juego mucho menos creativo.

Como en Colour Splash, tenemos que usar un elemento del juego para rellenar el escenario. En este caso, lanzamos papel celofán que sirve para rellenar los huecos dejados por los enemigos de papel maché (que se comen el escenario, según nos cuentan en el juego). El papel celofán se obtiene derrotando enemigos o golpeando plantes con el martillo.

Combates por anillos

La peor parte del juego, desde mi punto de vista, son los combates por anillos. Existen dos modalidades, los normales y los de jefe. En los normales, Mario se encuentra en el centro de los anillos y puede mover los anillos exteriores para alinear a los enemigos. Lo ideal es buscar formas de líneas o cuadrados. Los enemigos siempre se pueden alinear completamente (aunque el tiempo disponible es limitado) y, en general, cada combate está pensado para que puedas resolverlo en un turno sin que te golpeen.

Una vez alineados, Mario procede a hacer las acciones disponibles. El número de acciones depende del combate. Si tienes tres acciones, ya sabes que vas a tener que hacer tres agrupaciones de enemigos. En realidad, el sistema no termina de cuajar y se nota súper forzado y metido con calzador. Aparte, el hecho de que Mario solo pueda hacer dos tipos de ataques (botas y martillo) tampoco aporta mucho. De vez en cuando, si reunimos ciertas condiciones Olivia se puede transformar en un papelemental, pero tampoco es algo que esté en nuestra mano invocar.

Para darle un poco de variedad, en los combates contra jefes nos hallamos nosotros en la parte exterior de los anillos y debemos trazar un camino en los anillos interiores, dirigiendo a Mario mediante flechas, para poder atacar al jefe. Por supuesto, cada jefe es un puzle y no vale con llegar y puar, sino que hay que cumplir determinadas condiciones. Los jefes contrastan positivamente con los combates normales, pero en realidad también es un sistema forzado y no demasiado brillante.

Si de los juegos de stickers la gente se quejaba de que los objetos se podían agotar, aquí también pasa lo mismo. Salvo los ataques básicos, el resto de ataques mejorados (botas de hierro, martillos más poderosos, etc) también se pueden romper y hay que ir a comprarlos a una tienda para tener repuestos. En definitiva, un sistema de combate bastante flojo y, bajo mi punto de vista, muy inferior al de Colour Splash en todos los sentidos.

Lo bueno es que podemos equiparnos objetos para mejorar la defensa, el ataque, el tiempo disponible para mover anillos y otras cosas más. El poder de Mario, aparte de con objetos, mejor conforme avanzamos en la aventura, por lo que hacer combates no nos reporta nada más que papel celofán y monedas.

Un mundo de papel y fantasía

Paper Mario: The Origami King tiene un diseño de escenarios muy bonito y unos diálogos ingeniosos, dentro del estilo de los juegos de Mario. Eso sí, Paper Mario se mueve un poco lento para mi gusto y es muy recurrente que te hagan seguir un camino determinado que consista en dar tumbos por el escenario sin mucho sentido. Tanto es así que si intentas desviarte, los propios personajes te lo impiden con algún diálogo absurdo. Se le notan mucho los muros artificiales y los personajes acaban haciéndose pesados por la falta de libertad que te dejan.

Aun así, tanto la historia como la música están muy bien, haciendo que la experiencia tenga un balance positivo. La música, eso sí, no llega a los estándares de producción marcados por la mayoría de juegos de Nintendo, pero está hecha con buen gusto y acompaña bien a la aventura.

En definitiva, Paper Mario: The Origami King es un juego bueno, pero no excelente y, bajo mi punto de vista, compite contra su brillante antecesor (un punto de vista que no es compartido por toda la comunidad, avisados quedáis). Para mi gusto, se queda a medias y el sistema de combate es un experimento totalmente fallido.

 

Resumen
Un nuevo juego de Paper Mario, que se esfuerza en ser novedoso para acabar sabiendo a más de lo mismo. Aunque es muy divertido, la mecánica principal, el combate, acaba agotando su gracia rápidamente. A pesar de eso, es muy disfrutable una vez que que te sumerges en la aventura.
7
Bueno
Escrito por
Escribo análisis de vez en cuando. Llevo haciéndolo desde los oscuros orígenes de la web, cuando por internet vagaban las hadas y los dragones y todo, todo, era mejor.

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