Desde que aparecieron los 8 bits en el mundo de los videojuegos, siempre nos han acompañado en todas las generaciones. En este caso, tras pasar por otras plataformas, nos llega Oniken: Unstoppable Edition a la híbrida de Nintendo. Un juego que se inspira en los videojuegos de los años 80.
Una gran guerra mundial ha desolado la humanidad y una organización maligna llamada Oniken se ha aprovechado de la situación para obtener el control del mundo. Sin embargo aún hay una pequeña esperanza, existe un pequeño grupos de rebeldes que lucha constantemente contra ellos. Y lo mejor de todo, entre ellos se encuentra el mejor ninja mercenario de todos, ¡Zaku el imparable!
Tras ponernos en situación comenzamos a controlar a Zaku y a vivir sus aventuras en diferentes misiones. En cada fase tenemos tres vidas (o cuatro si cogemos un objeto oculto) para intentar superarla. Si perdemos una de ellas, volveremos al anterior punto de control del juego mientras que si nos quedamos sin ninguna habrá que empezar el nivel de nuevo. Las fases son bastante variadas y gozan de una diversidad de enemigos más que correcta. Además entre nivel y nivel, gozamos de breves cinemáticas muy bien montadas que te hacen profundizar algo más en la historia.
Uno de los mejores pros de Oniken es su dificultad. El juego goza de la dificultad de los de antaño. Avanzas por las primeras misiones pensando que esa dificultad, la cual ya es intensa, es la que te vas a encontrar el resto del videojuego y, al llegar a la siguiente fase, te encuentras en situaciones que crees que son imposibles. Te frustras, te enfadas y al final las haces. El sentimiento que produce avanzar es bastante gratificante, como si acabases de hacer algo que alguien normalmente no sería capaz de conseguir. Lo mejor de todo es que además esa dificultad no parece artificial como ocurre en muchos juegos, sino que se fusiona perfectamente con Oniken.
Este juego es perfectamente compatible tanto con los Joycons como con el Pro Controller. Sin embargo la experiencia nos ha mostrado que, como en otros muchos juegos, es más aconsejable el Joycon. En este caso tiene que ver con el lanzamiento de granadas de Zaku, el cual se efectúa con el botón de atacar + arriba. La precisión que da el pulsar hacia arriba en un joystick o en una cruceta es mucho menor que la que ofrece el botón arriba de un Joycon y cuando el juego necesita de movimientos rápidos y efectivos esto es esencial.
La duración del juego dependerá de tu nivel de habilidad, pero siendo una persona que nunca ha tenido contacto con Oniken, podríamos estar hablando de media decena aproximadamente. El videojuego también ofrece un postgame, un modo contra jefes y un modo hardcore en el que solo tenemos una vida. Estos añadidos alargan un pelín más su duración, aunque el más interesante es el postgame, el cual tampoco tiene una gran duración.
Dicho esto llegamos a uno de los puntos más negativos. El juego se encuentra traducido al castellano, sin embargo, tras unas cuantas líneas nos damos cuenta de que ese trabajo de traducción ha sido producido por algún tipo de aplicación. Así que nos encontramos ante grandes fallos en el lenguaje, e incluso frases que se pierden, que te sacan completamente del videojuego. ¿Es entendible? Sí, cuando hay errores se puede sacar por el contexto, pero si buscas una experiencia mejor es preferible poner el juego en inglés.
El apartado visual y sonoro cumple perfectamente con lo que promete, una estética, unos temas musicales y sobre todo una ambientación que devolverán a todos a aquella época donde las riñoneras y los chándales horteras que parecían tiendas de campaña aún estaban socialmente aceptados. Tanto en modo sobremesa como portátil es una gozada.
En conclusión podemos decir que Oniken: Unstoppable Edition es un gran homenaje a los juegos de acción de 8 bits que se ve empañado por una adaptación al castellano que no está para nada a la altura del videojuego y por una duración un poco baja. Sin embargo es un juego que se disfruta desde el primer minuto hasta el último. Si te gustan este tipo de videojuegos, este no puede faltarte.
