Con el lanzamiento de Lost in Random en 2021, Zoink y EA Originals nos sorprendieron con una propuesta muy especial: una aventura cargada de personalidad, tanto en lo jugable como en lo visual. Su mezcla de acción, estrategia y un universo oscuro al más puro estilo Tim Burton lo convirtieron en una pequeña joya que no pasó desapercibida. Ahora, con Lost in Random: The Eternal Die, la fórmula cambia por completo. ¿Un roguelike con tintes de Hades y toques aleatorios? Sí. ¿Un sucesor digno? No del todo.
Compañeros del azar
Lost in Random: The Eternal Die es, ante todo, un spin-off. Aquí no hay ni rastro de Even, Dicey o de la narrativa que tanto destacaba en el original. Alejandra es la protagonista de acción y el azar esta vez mezclando ataques cuerpo a cuerpo, dados y cartas. Nuestra habilidad es fundamental pero en cada run las cartas, las mejoras temporales o los recursos que obtenemos son aleatorios. Esto le da frescura, pero también provoca momentos en los que el desequilibrio es más que evidente. Especialmente en las primeras partidas, donde la repetición de enemigos y las muertes pueden convertir la experiencia en un hueso duro de roer para algunos. Y eso es un problema cuando el propio juego basa su estructura en repetir.
Antes de iniciar cada run, tenemos la oportunidad de elegir una de las cuatro armas que llevaremos al combate. La espada, el arco, la lanza o la maza se pueden mejorar utilizando recursos obtenidos en partidas anteriores, lo que permite potenciar su daño, velocidad o añadir efectos adicionales. A esto se suman varios tipos de moneda: unas sirven para progresar en las mejoras y otras se usan para desbloquear habilidades pasivas o aumentar atributos como la vitalidad o el ataque base de Alejandra. También hay espacio para la personalización, con diferentes trajes para la protagonista y por supuesto consumibles durante la run con su propia economía temporal para recuperar vida, aumentarla o potenciar el ataque de un combate ágil y satisfactorio.
La cámara no ayuda a potenciar su estilismo visual.
Cada arma tiene su ataque básico y cargado, pero lo realmente distintivo es el dado mágico que acompaña a Alejandra. Este puede lanzarse apuntando a un área del escenario —con una mira ajustable mientras pulsamos el botón— que al caer provoca daño en función del número obtenido. Cuanto mayor sea el valor del dado, mayor será la potencia del impacto, lo que añade una capa de riesgo y estrategia muy interesante que depende directamente del azar…. ya que no siempre nos saldrá bien el tiro. También contamos con un sistema de cartas que da cierto toque táctico. Al inicio de cada run recibimos una carta aleatoria que otorga un ataque especial de uso limitado, que se recarga al infligir daño. Además, hay otras cartas ocultas por los niveles que pueden cambiar el rumbo de la partida si las encontramos y sabemos aprovecharlas porque solo podemos equipar una al mismo tiempo. Eso sí, al morir la perderemos sin saber qué carta será la ofertada en nuestro siguiente intento.
El diseño de niveles está basado en pequeñas estancias que se generan de forma aleatoria en cada intento. Aunque su estructura tiende a repetirse, es en los detalles donde encontramos cierta variedad. Aparte de combates, también hay espacio para trampas que exigen reflejos y algo de exploración. En ocasiones nos topamos con personajes secundarios que nos proponen desafíos a cambio de recompensas, aportando personalidad y variedad a cada partida. No siempre están ahí, ni tampoco esas zonas con coleccionables o mejoras, pero se premia recorrer cada sal del nivel se desvela a medida que avanzamos y tenemos presentes gracias al minimapa de la parte superior.
Un inventario al completo, con los potenciadores temporales en el centro.
Estrategia con suerte
Una de las mecánicas más originales la encontramos en los cofres repartidos por las estancias. Al abrirlos, somos partícipes de un curioso sistema de “tres en raya”, donde combinar Perlas del mismo color para obtener diferentes recompensas. Esto no solo introduce un pequeño respiro entre enfrentamientos, sino que añade una capa estratégica inesperada: elegir qué Perla escoger según nuestras necesidades de recursos o mejoras temporales. Una decisión que puede marcar la diferencia en cada partida que además premia ciertas elecciones incluyendo la moneda temporal con algunas combinaciones que consumen las Perlas transformándolas en dinero. No siempre son las más favorable pero depende de nosotros decidir cómo sacarles partido.
Lost in Random: The Eternal Die es un juego exigente, con enemigos que requieren atención y reflejos, pero también ofrece herramientas suficientes para superarlo. Su sistema de movimiento es rápido, permite esquivar y contraatacar con precisión, y la curva de aprendizaje está bien medida. Además, se agradece que podamos guardar la partida antes de cada run o durante la exploración (si no hay enemigos cerca), lo que lo convierte en un título ideal para jugarlo en portátil. Y si la dificultad resulta demasiado elevada, es posible ajustarla en cualquier momento desde el menú de pausa reduciendo, entre otras cosas, el daño recibido. No lo convierte en un paseo, pero sí lo hace más accesible.
Las cartas, un ataque secundarios con efectos dispares.
Uno de los puntos más memorables del Lost in Random original era su apartado artístico. Ese diseño grotesco, lleno de detalles y encanto, marcaba una diferencia clara con otros títulos. Lamentablemente, en Lost in Random: The Eternal Die ese carácter se diluye casi por completo. La elección de una cámara más alejada y el diseño de escenarios más limpios en pos de la claridad visual juegan en contra del juego, haciendo que el universo de Random pierda gran parte de su magia. No es que el juego luzca mal —de hecho, mantiene cierta coherencia estética con su predecesor—, pero lo que antes era único ahora resulta… indiferente. Y eso, en una saga cuya identidad visual era una de sus mayores bazas, se siente como una oportunidad perdida.
Lo mejor de todo es que el juego se deja jugar con bastante soltura. El rendimiento general es bueno aunque la tasa de imágenes por segundo presenta ligeras bajadas en las secciones más frenéticas. No es grave, pero sí perceptible, y puede restar precisión en determinados momentos. Por otro lado, los tiempos de carga son algo elevados tanto al iniciar el juego como tras cada intento fallido, algo que penaliza la naturaleza roguelike del título. Visualmente, esta versión presenta una resolución ajustada, con cierta pérdida de detalle, pero en conjunto ofrece una experiencia coherente y funcional, sobre todo en modo portátil.
Lost in Random: The Eternal Die no es un mal juego. De hecho, tiene momentos muy disfrutables, un sistema de combate interesante y una estructura adictiva que puede enganchar durante horas. Pero también es un título que, en su afán por reinventarse, ha perdido parte de lo que lo hacía especial. La esencia de Random se ha diluido entre mecánicas de roguelike ya vistas, enemigos repetidos y una dirección artística que ya no brilla como antes.
La particular estética queda casi relegada a estos momentos.
Versión del juego analizada: Nintendo Switch (1.2.29036)