FYQD Studio, un estudio formado por una sola persona, sorprendió a propios y extraños la primera vez que mostró Bright Memory (así, sin coletilla); una demo jugable con una jugabilidad más que decente y una factura técnica increíble, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de miembros que la habían desarrollado (uno). Luego se descubrió el pastel y su creador confesó que había echado mano de recursos ajenos que había alterado tan solo mínimamente, pero era sorprendente igualmente. Ante tal expectación, se decidió por darle un poco más de empaque y crear un videojuego entero, pero mucho nos tememos que esto sigue siendo una demo larga.
Corto pero intenso
En Bright Memory: Infinite Gold Edition nos ponemos en la piel de una agente especial llamada Shelia, una suerte de xXx, que, de repente, se ve envuelta en unos sucesos que involucran agujeros negros, criaturas de otro tiempo y a una organización de esas llenas de tipos malos; y ya. No es el mejor de los guiones pero tampoco hará falta mucho más para liarnos a tiros y a espadazos, que es de lo que aquí se trata.
Como si mezcláramos Red Steel con Crysis, la mayor parte del tiempo nos la pasaremos disparando haciendo uso de un variado arsenal, pero también y gracias a nuestro traje podremos acometer toda clase de ataques cuerpo a cuerpo que involucrarán espadas y otros golpes especiales. Sí, porque a lo largo de nuestra aventura mejoraremos a Shelia y a las armas que portemos con nosotros, llegando a tener hacia el final del juego potenciadores tan útiles como visualmente impactantes.
Por eso, porque a nivel de gunplay y otras mecánicas no está mal, quitando la zona de sigilo que es absolutamente ridícula y que pone de manifiesto la falta total de inteligencia de unos enemigos que además son clónicos en aspecto, da tanta lástima que el juego no pase de las 2 horas y media, eso si hemos decidido perdernos un rato por los escenarios. Da igual la dificultad que escojamos que, minuto arriba, minuto abajo, no rascaremos mucho más. Además, como desde un inicio tendremos desbloqueados los distintos (y provocativos, gracias) trajes para Shelia así como las skins para las armas, tampoco tendremos demasiadas excusas para volver a jugar más allá que la diversión por sí misma, que está muy bien.
Diversión, aunque breve y con unas insulsas fases de sigilo y conducción, y espectacularidad gráfica, porque Bright Memory impresiona hasta en Nintendo Switch. Puede ser uno de los juegos que mejor luce en la consola, ya sea en la televisión o jugando en portátil, aunque no tardaremos en verle los trucos, pero están bien maquillados. Eso sí, todo es tan bonito que no lo podemos ni tocar; un escenario de película, eso es lo que es el entorno y todo cuanto hay en él, es que ni disparar a las luces. Por lo demás, todo está cuidado (un poco menos el efecto de salpicadura del agua), y hasta se han traducido los textos ingame, destacando las explosiones así como lo fluido que va todo. 30 fps pero constantes la gran mayoría del tiempo.
Bright Memory: Infinite Gold Edition quería ser más pero no lo fue. Su gameplay es bueno, directo y ágil, con mejoras que notamos, disparos secundarios para todas las armas y unos combates contra jefes dignos (tampoco demasiado remarcables), pero le mata su cortísima duración, no interactuar con prácticamente nada y una IA que ni los masillas de los Power Rangers. Una buena base para un siguiente juego, o una demo larga con la que sacar pecho de las capacidades técnicas de la consola. Y bueno, siendo sinceros, lo poco que dura divierte, que es importante.
