Hoy os traemos el análisis de Astalon: Lágrimas de la Tierra, un título que llega a Nintendo Switch de la mano de Dangen Entertainment. Se trata de una aventura de acción y plataformas de corte retro y elementos roguelike que nos recuerda a Mega Man y Castlevania 3 desde el momento uno, pero que coge elementos de The Lost Vikings para ofrecernos tres héroes que podemos alternar (no en cualquier momento por desgracia) para usar diferentes habilidades y avanzar.
Poder “ilimitado” a cambio de tu alma
El mundo puede ser una ruina y no lo podemos permitir. Eso es lo que tienen en mente los tres héroes de esta aventura, que quieren explorar la Torre de las Serpientes para poder salvar su aldea, que está hecha casi un yermo por varios conflictos que sacuden el planeta. Ellos son Arias, el caballero de armadura y espada, Algus, el hechicero con bastón, y Kyuli, la pícara con arco.
El juego tiene mecánicas simple pero efectivas. Podemos con cada uno de los personajes saltar, atacar y usar una habilidad especial propia. Para intercambiar entre ellos tenemos que encontrar una hoguera (por suerte hay muchas), lugar en el que también podemos descansar y guardar la partida. Sería mucho más rápido y necesitaríamos menos vueltas si el intercambio fuera posible en cualquier lugar, pero tal y como está nos obliga también a pensar un poco más a quién llevar en cada momento, y de paso a tener varios viajes de ida y vuelta.
Luego está Epimetheus, una especie de demonio que ha hecho un pacto con Algus: a cambio de ayuda para cumplir la misión, el mago le dará su alma una vez todo acabe. Esta ayuda no es tan sencilla como tal, y se basa en que una vez que hemos muerto (añadiendo un componente de roguelike) podemos comprar mejoras propias de cada personaje en cuanto a atributos o bien otras comunes a todos como vida con el dinero (orbes azules) que tengamos. Como suele pasar, salvo que seamos muy buenos, nos vamos a ver morir en varias ocasiones para poder seguir adelante con éxito.
Astalon, dinámico pero con mucho backtracking
El juego es muy variado en lo que se refiere a enemigos y escenarios, teniendo en cuenta la estética escogida eso sí. Nada es demasiado complicado, pero sí que hay muchos momentos que requieren paciencia para avanzar, algo que se aplica también a los jefes. En general puede que tengamos unas diez horas de juego y el ritmo nunca baja, aunque es cierto que hay tiempo que se nos va tanto en vovler a cambiar personaje como en avanzar desde el punto de resurrección hasta el punto en el que estabamos cada vez que morimos.
A nivel audiosivual, el objetivo de Astalon es claro: trasladarnos a la era NES, con pocos colores por escenario, pero con más detalle. Está muy pensado para los más “puretas” al tener muchas opciones de antialiasing y filtros CRT (aunque también se puede jugar sin ello). Los personajes, animaciones y escenarios funcionan bien, al igual que ocurre con la música y los efectos y si bien podría pedirse algún detalle más, cumplen con lo que se espera.
Astalon: Lágrimas de la Tierra es un juego que no reinventa la rueda, sino que coge una antigua y la pule para hacerla muy amigable a día de hoy manteniéndose reconocible para el público retro. Eso sí, su planteamiento de roguelike es algo que puede suponer una barrera de entrada para algunos (aunque otros lo aplaudan). En cualquier caso, para los seguidores de lo retro, es una obra más que recomendable.
