Vuelve la berenjena vampiro a la eShop de Nintendo Switch, aunque próximamente contará también con un lanzamiento en formato físico tras la salida de su tercer y último episodio. Baobabs Mausoleum Ep.2: 1313 Barnabas Dead End Drive es la continuación directa del episodio uno, Ovnifagos Don’t Eat Flamingos, el cual era más guiado que este que ahora nos ocupa pero también más variado y arriesgado.
Watracio Walpurgis al rescate
1313 Barnabas Dead End Drive toma como punto de partida el final del anterior juego y, aunque puede disfrutarse de manera aislada, nos perderemos buena parte de su rico y extravagante lore si vamos directos a esta segunda entrega. Dicho esto, seguimos conociendo un poco más la historia de Watracio Walpurgis y del pueblo en el que se encuentra, Flamingo’s Creek, solo que ahora dejaremos de lado el saber qué demonios pasa con el habitante número 64 para centrarnos en la búsqueda de nuestra desaparecida novia.
Aunque hay destellos en forma de diálogo del hilo conductor previo, lo cierto es que queda una sensación de ruptura con el episodio uno bastante notable al acabar este nuevo Baobabs Mausoleum, y no solo en lo referente a su guion, sino también en cuanto a variedad y faceta jugable.
Si Ovnifagos Don’t Eat Flamingos nos sorprendió por esa pluralidad de situaciones, cada una con un gameplay adaptado, su continuación aboga por dar más protagonismo al propio pueblo y focalizar los puzles en él, unos puzles ingeniosos que, eso sí, nos harán dar vueltas y vueltas por sus calles y entrar más de una y dos veces en cada casa, aunque sea simplemente para leer lo que tengan que decirnos personajes como Hormigo Olvidos y compañía. Porque si algo sí se ha mantenido es el sentido del humor, mezcla entre soez, absurdo y creepy y que tan bien le sienta a tan hilarante título.
Ahora la mayor parte del tiempo jugaremos en una vista cenital y, básicamente, iremos de un lado para otro recogiendo objetos que nos permitan adquirir nuevos objetos para así abrir un camino y seguir con lo nuestro. Sí habrá un par de minijuegos en primera persona, otro de pesca (simplificada) o uno donde acertar por qué puerta pasar, pero poco más, el grueso lo sostiene una estructura similar a la que hemos podido ver en, por ejemplo, la Ciudad Reloj de The Legend of Zelda: Majora’s Mask, con situaciones que solo podremos vivir a una hora del día (o de la noche) y mucha interacción entre sus habitantes. Majora’s Mask es, a confesión de su autor, Jacob Jazz, uno de los juegos que han inspirado todo Baobabs Mausoleum en su conjunto; de hecho, la saga de Link estará muy presente en esta secuela, pero que muy presente, no en vano Link’s Awakening es el juego favorito de su creador.
Sin embargo, esta misma estructura parece haber encorsetado un producto que no sorprende tanto como el anterior y que, de hecho, es también mucho menos referencial en cuanto a cultura pop, aunque aún encontraremos ciertos dejes que enseguida reconoceremos.
Problemas heredados
Por otra parte y aunque es algo que vaya a cambiar con el lanzamiento de la tercera entrega, Baobabs Mausoleum Ep.2: 1313 Barnabas Dead End Drive es un port de PC, y se nota. De traerlo a la máquina de Nintendo se encarga Wester Egg, quienes ya tienen experiencia con la máquina, y, aunque la conversión es buena, no es perfecta, con tiempos de carga demasiado largos al entrar en algunas casas, un bug que congela la partida y un trabajo de localización, esta vez a cuenta de Zerouno Games, con pequeñas erratas y donde incluso podréis leer a algún que otro personaje hablándoos de darle a la tecla Alt o similar. Por fortuna y como nos dijeron los propios responsables, ya hay un parche esperando a ser aprobado por Nintendo que corrige la gran mayoría si no todos de estos pequeños fallos, así que es probable que ya esté listo cuando leáis esto mismo. Confianza en ellos tenemos.
Esperamos, eso sí, que el tercer capítulo sepa poner un buen punto y final a una historia que ha abierto un nuevo frente en esta iteración, que a buen seguro estará relacionado con el del famoso habitante número 64, pero que no ha mantenido la frescura ni del todo las formas de la primera entrega.
Sigue siendo Baobabs Mausoleum, con sus personajes, su música y sus hilarantes diálogos, pero la libertad de movimiento que hemos ganado parece que la hemos perdido por otro lado.
Una sensación agridulce que queda en parte por el buen sabor de boca dejado por Ovnifagos Don’t Eat Flamingos y que esperamos recuperar en Un Pato en Muertoburgo, el broche a esta trilogía donde, como ya nos dijo Jacob, vais a flipar.
Nota aclaratoria: al ser un producto episódico, no se le otorgará una nota hasta poder analizar en su conjunto todo el contenido.