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Análisis de Transistor

Nintendo Switch poco a poco se va llenando de indies populares y de calidad no solo del último año, sino también de otros grandes éxitos de la generación pasada, de forma que así podamos tener todos en un único lugar – y además portátil. Uno de los últimos en unirse a dicha lista ha sido Transistor, un título que tuvo una gran acogida y que desde su anuncio captó la atención de los jugadores, ya que tras él está el estudio que ya hizo Bastion.

Una historia sin voz, narrada de forma hablada

En Transistor encarnamos a Red, una cantante que ha perdido la voz que vive en una era futurista llena de neones propia de obras de ficción como Blade Runner o Ghost in the Shell. Equipada con el espadón que le da nombre al juego, promete vengarse de aquellos que le han destrozado la vida. Eso sí, la espada es un tanto inusual ya que habla, algo que será de utilidad no solo para guiar a la protagonista, sino que también será la voz que narra la historia.

El mundo que recorremos es algo limitado en escenarios, pero tiene mucha vida. Una de sus peculiaridades es la inclusión de terminales, monitores en los que podemos realizar votaciones o escribir comentarios de forma que tengamos cierto grado de elección en algunos momentos para algo que sirve sobre todo para completar la narrativa de la historia. Son pequeños detalles como estos, o el hecho de incluir muchas escenas que “no sirven para nada” (como jugar a la pelota) pero que ayudan a que veamos el mimo puesto al juego y que el mundo no está simplemente limitado a la zona por la que avanzamos.

Transistor es una Action RPG pero que tiene una caraterístia especial. Una vez que estamos en combate tenemos la posibilidad de parar el tiempo y gestionar lo que serán nuestros próximos movimientos mientras los enemigos no pueden hacer nada. De esta forma se trazará un plan que luego se ejecutará de forma automática, algo que queda muy vistoso y rápido, ya que si golpeamos de forma normal nos daremos cuenta de que nuestros movimientos son más lentos y nos quedaremos a merced de los enemigos. Hay que andar con ojo durante la planificación, porque una vez ejecutada, tardaremos unos segundos en volver a poder usarla.

Transistor y los turnos invisibles

Red, al poco de empezar el juego, contará con cuatro habilidades de combate asociadas a los cuatro botones principales, aunque poco a poco iremos consiguiendo más para poder cambiarlas por alguna de las activas cuando queramos. Pero además cada una de ellas puede también equiparse como mejora a alguna de las que se usen durante la partida, por lo que las posibilidades de personalización son bastante altas, y podemos reconfigurarlas cuando queramos, por lo que no hay miedo al error.

Lo que hace especial de verdad a Transistor es que combina muy bien el desarrollo del juego con la narración de su historia, creando un bloque sólido en el que las habilidades obtenidas tienen relación directa con la historia de una forma no tan directa, sino que nos ayudan a entender más sobre el universo del juego. Quitando la carga inicial, todo funciona muy bien y se siente continuo y fluido, dejándonos un gran sabor de boca.

El estilo gráfico no es demasiado puntero, pero ofrece muchos colores y elementos que, una vez nos acostumbramos, se distinguen rapidamente. Todas las voces están en inglés, pero los textos sí están en castellano, algo que es de agradecer, pero que en algunos momentos (con objetos del escenario) no son del tamaño que nos gustarían, sino que son algo más pequeños. La música por su parte no está presente durante todo el tiempo, creando así contrastes interesantes, y con temas bastante buenos para lucirse.

Podemos decir que Transistor gustará a todos aquellos que disfrutaron con Bastion sin ninguna duda, pero también a todos los amantes de los action RPG en general, ya que su componente táctico funciona muy bien. En total nos esperan más de seis horas de juego, aunque el número sube si jugamos el modo Nueva partida +, que ofrece algún que otro motivo de interés para que nos pongamos con él. Estamos ante un gran juego que, en una época en la que parece que la mayoría de títulos optan por centrarse en jugabilidad o historia (dejando de lado el otro), sabe hacer una gran fusión.

Escrito por
Pikmin de nacimiento y strawhard de corazón, colecciono monedas DK por diversión.

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