Un nuevo paso de gigante para los estudios españoles. La voluntad de Riot por expandir la marca League of Legends dio paso a Riot Forge, un sello creado con la idea de aportar nuevos puntos de vista y géneros a la IP con productos desarrollados por estudios emergentes. Así es como The Mageseeker: A League of Legends Story cobra vida gracias a Digital Sun Games.
Desde Valencia con amor
Los creadores del exitoso Moonlighter tienen bajo sus hombros la responsabilidad de que la historia de Sylas, uno de los campeones de LOL, llegue al gran público con una aventura de acción de vista casi cenital. La principal característica del encadenado personaje son precisamente dichas cadenas y la habilidad de adquirir magias de terceros para usarlas por sí mismo. Y es esta premisa sobre la que se construye el título que nos atañe.
The Mageseeker: A League of Legends Story sorprende en unos primeros compases de juego donde, poco a poco, Sylas se desenvuelve cada vez con mayor soltura. La historia, narrada de viva voz en su introducción, nos hace ser partícipes de la injusticia que lleva al campeón a prisión y cómo consigue salir de la misma para comenzar una revolución en favor de la magia que inunda el mundo. La reconocible estética pixel art del estudio es la gran compañera de un viaje que no consigue aguantar el peso de su propia jugabilidad.
El control es ágil y aunque podría ser mucho más accesible pronto estamos golpeando por doquier, absorbiendo el poder elemental de los enemigos y usándolo contra los que poseen el elemento contrario. Un círculo de seis elementos de fortalezas y debilidades que será imprescindible aprender para salir airosos de unos combates retadores que no dejan un segundo de respiro. Además, las cadenas de Sylas también permiten acercarnos a cada rival en un instante y golpearlos cuerpo a cuerpo.
El control es algo complejo pero acabas haciéndote con él.
En cualquier caso, no tardaremos en utilizar por nuestra cuenta las magias previamente absorbidas pasando a formar así también parte de nuestro inventario. La única condición es rellenar el medidor de maná de un modo familiar: golpeando todavía más al adversario. Así, entre magia y magia tocará soltar mamporros para recargar maná y atacar con la magia contraria al enemigo para causarle un daño mucho más efectivo.
Combates y más combates
Del mismo modo que su sistema de combate funciona estupendamente bien, este se convierte en el pilar sobre el que se apoya un diseño de juego menos inspirado. Los niveles, más allá del apartado artístico, se sienten similares y limitados donde la sucesión de combates y encerronas van a más durante la docena de horas que propone. La poca exploración de las bifurcaciones o caminos secundarios son demasiado previsibles teniendo además un mapa accesible en cualquier momento (no vendría mal incluirlo en la HUD) que muestra todo el nivel desde el inicio.
Esto limita el interés por explorar y más teniendo en cuenta unas recompensas que no aportan demasiado. Sí, podemos toparnos con gente que se une a nuestro equipo y potencian nuestras habilidades o estadísticas de forma pasiva. También con otros compañeros que nos acompañen en las misiones, pero de forma algo decepcionante, nos otorgan buffs de habilidad además de un combo de ataque particular que poco aporta.
Del mismo modo que su sistema de combate funciona estupendamente bien, este se convierte en el pilar sobre el que se apoya un diseño de juego menos inspirado
Todo esto crece en un campamento del que partimos antes de cada misión donde contamos con todo tipo de ayudas para mejorar nuestro ejército y por ende las habilidades de Sylas. Sin un duda, un buen nexo de unión para la aventura que pasa a un segundo plano al no verse reflejado de un modo definitorio ni decisivo en el combate. Se agradece, desde luego, tomar un descanso y perfilar al protagonista para adecuarlo a nuestra forma de jugar, pero esta se ve condicionada demasiado por el círculo de elementos y los enemigos que aparecen (siempre tenemos enemigos más débiles con el elemento contrario del más fuerte en pantalla).
Es por esto que al final además de unas misiones secundarias, donde combatimos más todavía, su desarrollo puede llegar a saturarnos si no lo tomamos en sesiones cortas. Una lástima teniendo en cuenta que pasamos por momentos de lo más interesantes, también combatiendo, gracias a unos enfrentamientos finales notables. Bien sea con otros campeones de LOL o no, estos suelen resultar más que interesantes sacando partido de las cadenas de Sylas para desplazarnos y la polaridad de las magias.
El detalle visual es estupendo, aunque los personajes quedan algo neutrales.
Universo para todos
Como no podía ser de otro modo, la ambientación de The Mageseeker: A League of Legends Story gana enteros para los aficionados de la ip de Riot gracias a un buen desarrollo de la trama que se expande, en la base de operaciones, con conversaciones secundarias y una banda sonora de una calidad más que denostada. En ocasiones eso sí, puede que demasiado ambientales para tanta acción dejando entrever unos efectos mucho más comedidos y algo comunes. Una pena que la narración de voz quede relegada a unos pocos momentos y durante el viaje no tengamos pequeñas expresiones que den vida a campeones o protagonistas.
Pero sin duda, a pesar de su condicionante apariencia retro, el excelente trabajo de animaciones sabe destacar y sorprendernos en más de una ocasión. Sobre todo en unos FX que por momentos toman vida propia y se convierten en la verdadera estrella del apartado visual. Magias, explosiones y todo tipo de virguerías que se enredan y brillan. A los personajes se los nota el mismo cuidado pero dada su apariencia algo más impersonal y estilizada no terminan de resultar tan llamativos y cercanos, acusándose especialmente una excesiva repetición de enemigos (algunos se diferencian por poco más que su color) y haciéndoles pasar desaparecidos a la larga.
Esta misma repetición ocurre con los escenarios. Y a pesar de contar con una cantidad de detalles, NPC y pequeñas animaciones dignas de mención, acaban por no resultar especialmente interesantes. Fuera de su mejor o peor planteamiento jugable, el trabajo artístico es incontestable aunque como en el resto de apartados, se ve lastrado por su desarrollo. Uno que además necesita mejorar en la híbrida dadas las incomodidades ocasionadas por su irregular rendimiento y algún que otro bug menor que seguro pronto saben solucionar desde Digital Sun.
Los fans de League of Leagends están de enhorabuena por el crecimiento de su mundo y, aunque no de forma tan redonda como vimos en Ruined King liderado por el eterno Joe Madureira, aquí encontramos una nueva excusa para sumergirnos en él y descubrir más de Sylas, el reino de Demacia y algunas otras caras conocidas.
¿Qué sería de una revolución sin tener base de operaciones?
