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Análisis de God of Rock

El enésimo juego musical en llegar a la híbrida busca hacerse hueco a base de mamporros. God of Rock parte del espectáculo rítmico de un modo único, con personajes de lo más dispares y no tanto rock como parece reclamar su título. Una buena idea que Tesura Games nos hace llegar también en formato físico.

A un ritmo frenético

La idea rítmica de de Modus Games es enfrentarnos, cual fighting game, a una serie de luchadores en un tradicional modo arcade. Y así, bajo un plantel con movimientos particulares debemos superar uno a uno a todos los rivales. No suena nada mal el planteamiento. Pero pronto nos damos cuenta que en la práctica tenemos demasiado caos en pantalla. Pentagrama de notas, ataques especiales, Ultras y una barra de vida son los elementos que debemos controlar. Eso mientras dos tipos intercambian puñetazos en el centro de la imagen.

Posiblemente sea la distribución de los elementos lo que complica entender qué ocurre. La vitalidad queda relegada a la parte superior mientras que en la parte baja tenemos amontonados y sin mucho orden el resto de información. Y para más inri, la disposición de los botones y sus combinaciones hacen que muchas veces sea físicamente imposible pulsar los botones marcados (¿X y B al mismo tiempo?) además de que el orden de los mismos no concuerde con su réplica en el mando.

Si esto no fuera suficiente esos ataques especiales que antes mencionamos requieren de acciones más físicas. Alguna vez habrás hecho un Hadōken en Street Fighter, ¿verdad? Pues es justo lo que God of Rock pretende que hagamos entre la constante lluvia de notas. Obviamente el riesgo de dichas combinaciones es enorme teniendo hasta cuatro de ellas en función del nivel de carga del ataque… y su propia forma de realizarse. Algo que requiere memoria (son distintos por cada personaje) y que, francamente, nuestro cerebro no está por labor de retener mientras seguimos el ritmo del combate aunque haga llegar, entre otros, notas adicionales al enemigo.

God of Rock

Jugablemente no termina de cuajar con tantos inputs en pantalla.

Combate eterno

God of Rock permite seleccionar el nivel de dificultad de los enfrentamientos entre un abanico de siete niveles. O al menos al comienzo de estos. Los combates se autodefinen como complicados cuanto más se prolonguen. Esto se debe a que la duración del tema musical marca el salto de dificultad, por lo que cuantas más veces se repita la canción, más notas aparecerán en pantalla y por lo tanto más comolicado será el combate. Como no podía ser de otro modo, cada acierto se corresponde con un golpe hacia el rival que este detendrá si también acierta. Por lo tanto, cuantas más notas acertemos más probabilidad habrá de golpearle.

Si nos vemos en peligro siempre podemos recurrir a ciertos ataques que recuperen la vitalidad entrando aquí en juego la correcta elección del luchador. Unos más inspirados que otros pero de un buen diseño por lo general buscando siempre los estereotipos y, por qué no, la “casposidad” en algunos casos. Su representación visual en pantalla es bastante acertada y el estilo cómic / grafiti de los menús resulta llamativo y personal.

Alguna vez habrás hecho un Hadōken en Street Fighter, ¿verdad? Pues es justo lo que God of Rock pretende que hagamos entre la constante lluvia de notas

Y si todo esto no es suficiente, para los más dedicados encontramos un editor de niveles para crear nuestra propia coreografía de combate. Pero como decíamos, esto queda relegado a unos pocos jugadores que sean capaces de gestionar su complicado y detallado editor. Y si tenemos la misma paciencia podemos optar por probar un modo online  algo desangelado actualmente, y demostrar nuestra valía con otros jugadores incluso con su crossplay entre plataformas.

Aunque siempre preferiremos pelear con un amigo en casa, cara a cara, gracias a su modo local y rockanrolear en divertidos enfrentamientos. Los temas de factura propia sin duda podrían ser mejores o haberse atrevido a incluir algunos de ellos vocales, pero estando formados por ritmos e instrumentos de todo tipo recordando a las recreativas más noventeras e incluso fuera del género Rock. Un apartado que ha quedado como acompañante de un menú del que debería haber sido plato principal.

Análisis realizado sobre la versión del juego 1.1

God of Rock

El plantel de luchadores resulta muy variado e interesante.

Resumen
God of Rock parte de una buena premisa que se diluye por la excesiva complejidad a la hora de llevarla a la práctica. Una distribución de la interfaz irregular y el uso de los ataques especiales cual título de lucha no terminan de cuajar lastrando así su experiencia. Los temas propios no saben destacar como deberían, pero servirá para una enfrentarnos a un amigo con combates con personalidad alejados de lo habitual.
Bueno
  • La idea de unificar géneros.
  • Destila personalidad.
  • Modo online y editor de combates.
Mal
  • Jugablemente algo caótico.
  • Los temas musicales no destacan.
  • Sin extras ni modos adicionales.
6
Justo
Escrito por
Jugador de corazón, amante del arte y enamorado del metal.

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