Kingdom Come Deliverance es un videojuego de rol de acción desarrollado por el estudio checo Warhorse Studios que fue lanzado originalmente en 2018 en sistemas más potentes y que ahora, más de un lustro después, por fin podemos disfrutar en nuestras Nintendo Switch gracias a la adaptación que han hecho del título Saber Interactive, quienes tienen experiencia en esto de portear juegos a priori imposibles a la híbrida.
Ambientado en el Reino de Bohemia durante el siglo XV, el juego ofrece una experiencia inmersiva que combina elementos históricos con una jugabilidad realista como pocas veces hemos visto en este mundillo, lo que echará para atrás a más de uno ya que Kingdom Come no es, eso que se dice tanto, para todo el mundo. De hecho y aunque pudierais encontrarle similitudes con The Elder Scrolls V: Skyrim, si os gustó el título de Bethesda este no tiene por qué hacerlo.
Más que un simple campesino
El juego comienza con el jugador asumiendo el papel de Henry, un simple campesino que se ve envuelto en una trama de intriga política y guerra civil después de presenciar el asesinato de sus padres y el saqueo de su pueblo por parte de un ejército invasor. A partir de ahí, Henry se embarca en un viaje de venganza y redención que le llevará a través de un mundo abierto vasto y detallado, todo lo que permite una Switch, el cual está lleno de personajes y por supuesto, misiones, más aún en esta Royal Edition que cuenta con todos los DLC publicados los cuales nos ofrecerán una buena serie de misiones extra donde incluso llegaremos a controlar a otros protagonistas.
Como ya sabréis, uno de los aspectos más destacados de Kingdom Come Deliverance es su representación fiel del período histórico en el que está ambientado. El juego recrea con precisión la vida en el siglo XV, desde la arquitectura de los pueblos y castillos hasta la vestimenta, armamento y costumbres de la época, lo que también quiere decir que cuestiones como el hambre, el sueño, una herida mal curada o saber expresarnos y aprender a leer jugarán un papel fundamental. Aunque no os preocupéis en exceso, siempre habrá un caldero en el que meter la cuchara o un pilón en el que asearse un poco.
La toma de decisiones es otro aspecto fundamental del juego, y las elecciones del jugador tienen consecuencias importantes en el mundo del juego y en la historia de Henry. Desde decidir cómo abordar una situación hasta elegir qué facciones apoyar en la guerra civil que asola Bohemia, cada decisión que tomamos afecta el desarrollo del personaje y el curso de la trama, la cual, por cierto, está escrita magistralmente por Daniel Vávra, responsable también del guion del genial Mafia.
Exceso de ambición
Entonces, ¿qué es lo que puede echarnos para atrás a la hora de acercarnos a Kingdom Come Deliverance? Si tuviéramos que definirlo en una palabra, sería que es denso. Todo el juego le da una importancia total a las cuestiones más menores, haciendo de este un RPG en el que vigilar desde el inventario hasta nuestra reputación o con quién hablamos (y de qué).
No es algo en absoluto malo per se, sobre todo porque, cuanto más avanzamos, más fluye todo en esta aventura, pero tenemos que tener en cuenta lo que tarda en arrancar este Kingdom Come. Unas primeras (y más) horas que nos pasaremos casi como pollo sin cabeza donde además nos toparemos con varios bugs y glitches que incluso podrán afectar a la partida, aunque sus puntos de guardado automático os ayudarán a solventar la papeleta.
Unidle a eso que el combate, aunque pudiera parecer, igual que la historia o la representación del mundo, realista, no acaba de convencernos, y tendréis ante vosotros un juego duro al que hay bastantes cosas que perdonarle durante bastante tiempo antes de empezar a apreciarlo como es debido.
Nunca fue un portento, y ahora…
Sin duda, a Kingdom Come Deliverance le faltó presupuesto o tiempo de desarrollo o ambas. Es más ambicioso de lo que el estudio se podía permitir, y eso se nota en muchas de las animaciones, modelados de personajes y animales o cuestiones jugables. En Switch, además, tenemos que sumarle la pobreza técnica.
Sabemos hasta dónde llega la máquina y no le exigimos milagros, pero, aún después del más que necesario parche de día uno (por Dios bajadlo sí o sí), el juego se ve algo borroso y pixelado y los contornos y las sombras sobre los personajes son de hace varias generaciones. Otros efectos como la iluminación o el humo no, curiosamente; e incluso en campo abierto cumple, pareciendo haberse priorizado el mundo sobre quien lo puebla, al menos en esta versión.
Como viene siendo habitual en esta clase de títulos porteados desde consolas más potentes, si le perdonáis al juego cuestiones como las comentadas anteriormente, disfrutaréis de una obra adictiva y realmente bien escrita. Pero claro, quitando el factor portátil, hay que tener presente que esta es la peor versión de un, por otra parte, gran videojuego. Y denso, otra vez.
