El juego multijugador por excelencia de Nintendo después de los incombustibles Mario Kart y Super Smash Bros. regresa a la actualidad con la llegada de la segunda parte de su largamente anunciado DLC. Después de viajar a Cromópolis (y de hacer poco más que eso) toca enfrentarnos a La cara del orden, un modo pensado para un jugador que n esperábamos que fuera como es.
La otra cara de Nintendo
Hasta la fecha, todas las vertientes monojugador de los tres Splatoon disponibles eran básicamente iguales, aunque la tercera parte añadió alguna que otra variante al mundo en el que se desarrollaba. Esto es, áreas más o menos amplias con zonas de plataformas y de disparos que servían como un tutorial; largo y muy apañado pero tutorial.
Splatton 2 ya mejoró esto en parte con su Octoexpansión, y ahora Splatoon 3 da un giro radical a la fórmula y nos presenta un roguelite en el que ascender por una torre una y otra vez donde, eso sí, cada intentona es diferente a la anterior, y además estaremos obligados a dominar todas las armas si queremos verlo todo.
La cara del orden comienza mostrándonos un mundo que esperábamos poder explorar libremente, pero nada más lejos. Este no es sino un hall desde el que acceder a una torre de 30 pisos que ha sido creada por Ordon, un ente virtual que se ha limitado a seguir los designios de Marina, la estrella del segundo juego, quien deseaba un mundo idílico. Para la IA, lo ideal es lo que no cambia, por eso ha convertido este universo virtual llamado Pastiverso en algo aburrido y carente de color.
Así consigue anular la voluntad de todo aquel que se adentra en él y hete aquí el quid de la cuestión, porque como ocurriera en Matrix, si te anulan la voluntad en el Pastiverso, te la anulan también en el mundo real. Marina, además, ha sido la primera víctima del que será el jefe que encontraremos tras superar los 29 pisos previos de la torre.
A partir de aquí, lo que decíamos, un roguelite casi al uso pues cuenta con el inconfundible sello Nintendo. Al principio la información dada abruma, sobre todo a los que no estamos acostumbrados a las mecánicas de este tipo de juegos, pero no tardaremos en ver que casi todo está automatizado y lo que no, es fácil de aplicar.
Así se juega a este roguelite
Cada piso tiene 3 posibles escenarios, que irán de fácil a muy difícil, y según elijamos uno u otro así nos enfrentaremos a un reto distinto. Pero no solo eso, porque cada zona lleva también asociada un cromochip, que se carga en una tableta que cada tipo de arma tiene de manera única. O sea, que tendremos que acabar la torre con todos los tipos de artillería disponibles en Splatoon 3 para realmente poder decir que hemos terminado La cara del orden.
Los cromochips son las mejoras que nos equiparemos en cada run y nos servirán para conseguir más alcance de la tinta, mayor daño, más escudo, la posibilidad de que Perla, ahora convertida en dron, lance bombas y un larguísimo etcétera. También conseguiremos plastimonedas, que canjearemos en máquinas expendedoras por más cromochips (o vidas). Y si morimos, que lo haremos y muy habitualmente porque el juego es difícil, nos quedaremos sin nada, con la salvedad de que tanto chips como monedas se convertirán en perlas.
Estas perlas, al menos, sí nos servirán para conseguir mejoras permanentes, llamados hackeos en el juego, y también para, si queremos, reintentarlo desde justo donde perdimos todas nuestras vidas, aunque no será en absoluto barato esto último, pero muchas veces merecerá la pena si no queremos volver a pasar por los 30 pisos, donde cada 10 encontraremos un jefe final.
Dependiendo además de si elegimos más niveles fáciles, normales o difíciles (o muy difíciles, o difíciles con “sorpresa” como que esté todo a oscuras por ejemplo) las zonas cambiarán, aunque no tardarán en repetirse sus mecánicas. Estas son básicamente defender una zona, llevar un generador hasta su emplazamiento final, colocar varias esferas en su sitio, acabar con unos peces la mar de escurridizos o destruir los nidos de, tenemos que reconocerlo, unos enemigos no muy variados en cuanto a diseño pero sí en cuanto a comportamiento, con algunas ideas muy originales.
No es perfecto, pero sí muy adictivo
No es el único problema al que se enfrenta La cara del orden, porque sus enemigos no son lo único que se repite más de lo que nos hubiera gustado, y que sean todos en blanco y negro tampoco ayuda demasiado. Las zonas, pequeñas y completables en menos de un minuto por norma, os sonarán todas tras solo unas pocas partidas, y tened en cuenta que echaréis unas muchas partidas.
Porque este DLC de Splatoon 3 es difícil pero ligero a la vez y no pararéis de volver a él cada cierto tiempo. Las runs son rápidas (menos de una hora cada vez), pero el hecho de tener que hacerlas con todas las armas más lo divertido de sus mecánicas hacen que sea un producto muy a tener en cuenta, aunque algo caro si nos lo preguntáis (al final, lo de Cromópolis es una skin de la plaza).