Llega a nuestras Nintendo Switch un juego con la intención de darnos la explicación del origen de la vida, de respondernos preguntas y al mismo tiempo plantearnos nuevas dudas, o hacernos la pregunta más importante ¿Qué fue primero, Genesis Noir o nuestra diversión?
Y se hizo la vida
Genesis Noir es una aventura gráfica en la que, como la vida misma, nada parece tener sentido. En el juego se nos intenta explicar el origen del universo a través de personajes tan cotidianos. Nosotros encarnamos a No Man, un vendedor de relojes ambulantes que por caprichos del destino se ve envuelto en un suceso que le hace perderse en el espacio y en el tiempo.
La jugabilidad se basa en recorrer e interaccionar con diferentes partes de escenario, ya sea uniendo objetos entre sí, moviendo objetos de un lado para otro o resolviendo puzles. Pero Genesis Noir hace gala de una estructura no lineal, lo que consideramos la seña de identidad del título, como nunca antes lo habíamos visto. Literalmente no hay dos tramos iguales, ni dos puzles iguales.
Todo en Genesis Noir funciona de forma dinámica, rítmica y automática. Todo sucede con tal fluidez que a veces nos hacer sentir que estamos experimentando una animación. Todo este derroche de originalidad, en el que no nos vemos envueltos en pocas mecánicas precisamente, nos hacen apreciar en el ingenio innegable que hay detrás de la obra. Pero no todo lo que reluce es oro, pues para conseguir esa estructura y narrativa que se abalanza sobre nosotros como un tsunami, se ha tenido que sacrificar la jugabilidad, pues en todo momento se siente muy guiada y lineal.
El final es el principio
Otro de los problemas que puede encontrar el jugador de a pie que se encare a Genesis Noir es la falta de una coherencia tácita, en la que en ocasiones no se sabe, o no se entiende, qué está pasando o por qué realizamos determinadas acciones. Y aunque sea buscada intencionadamente, esta sensación constante de no saber encajar las piezas puede provocar una desconexión por parte de jugador que juega en contra del propio juego.
Por otro lado tenemos la duración, la cual dura algo más de 4 horas de intenso contenido y nula rejugabilidad. Salvo que queramos volver a disfrutar de la experiencia como quien revisiona una película.
Pero a la hora de hablar del apartado artístico solo podemos soltar alabanzas pues todo funciona a la perfección. Por esa capacidad de utilizar el minimalismo para crear algo grande, por el movimiento de sus formas que se sienten tan real como la vida misma, y por su capacidad de llenar cada segmento de una imaginación inaudita, lo cual justifica toda la experiencia. El apartado sonoro dota a la obra de elegancia a través de sus melodías de Jazz, cazando a la perfección con ese tono noir del juego.
Genesis Noir pone en segundo plano la jugabilidad para desplegar un espectáculo audiovisual impresionante como nunca antes se ha visto en el medio. Es cierto que determinados tramos exigen un mayor esfuerzo por parte del jugador, o que muchas veces no entendamos lo que sucede en pantalla, pero tanta creatividad merece ser experimentada en cada una de sus horas.