Lo que una vez fuera la Atlántida, en una vertiente tecnológica, es excusa más que suficiente para un nuevo metroidvania. Pronty es una aventura bajo el mar con todos los ingredientes del género desarrollado por 18Light Game y FunZone Games, que cuenta ahora con una edición física en nuestro país gracias. Clear River y Plaion. Listos para la inmersión.
Un arma viva
Cientos de criaturas invadieron la ciudad sumergida de Royla, donde la humanidad vivió grandes avances tecnológicos. Por suerte, Pronty, nuestro o nuestra protagonista (podemos elegir entre dos apariencias) se recorrerá la ruinas de aquella civilización para eliminar a unas tóxicas criaturas cada vez más peligrosas… y de paso averiguar el origen del propio Pronty. Para conseguirlo contamos con Bront, una especie de pez espada que lanzamos contra los enemigos para derrotarlos.
Hay estampas muy bonitas
Es justamente el uso de este “arma” lo que ofrece personalidad a Pronty. La libertad de movimiento por la pantalla es total y mientras, con el segundo stick, apuntamos al enemigo sobre el que lanzar Bront. Una vez alcance su objetivo podemos seguir pulsando el botón de ataque para golpear sobre la zona de impacto. Si dejamos de atacar, volverá hasta nosotros de forma automática o inmediatamente si es llamado por nosotros mismos. Este combate tan particular también afecta a su fluidez y es algo que quizá no sea del agrado de todos.
El protagonista no se desplaza especialmente rápido algo que se suma al ataque por la dependencia de lanzar a Bront: esperar a que vuelva y que impacte donde queremos. Porque no siempre funciona como esperamos. Es por esto que algunos combates se volverán más duros de lo que debería y quizá en los primeros compases no lleguemos a conectar con una propuesta menos inmediata de lo que estamos acostumbrados. Para agilizar todo conseguiremos una esquiva que incluso nos servirá para debilitar a ciertos enemigos si la efectuamos sobre ellos.
Nuestra arma es Bront, una especie de pez espada que lanzamos contra los enemigos para derrotarlos.
Sin sentido de orientación
En las primeras horas con Pronty todo parece demasiado lineal, el mapa que se desvela a nuestro paso no parece ofrecer grandes laberintos y los enemigos nos molestan más de la cuenta, incluso de forma algo injusta. Pero nada más lejos de la realidad. Pronto las ruinas de la ciudad se abren ante nosotros, multitud de caminos bloqueados esperan a tener la habilidad correspondiente para ser despejados y los enemigos, ahora ya habituados al sistema de combate, son más asequibles.
Esto no quita que los jefes finales, muy interesantes, sean duros de roer y lleguen a desquiciarnos por las imprecisiones del combate y la duración de algunos encuentros. Pero el resto, como todo buen producto del género sabe cumplir sobradamente. La adquisición de habilidades no tarda en llegar, nuestro personaje evoluciona y puede ser equipado con varias habilidades o mejoras con un interesante sistema de ranuras. Mejoras de velocidad, daño y todo tipo de cosas que sirven para que nuestros estadísticas se vean incrementadas y nos faciliten, de modo personalizado, una exploración algo dura.
Hasta once ranuras conseguiremos para equipar mejoras.
Y lo es por varios motivos. Por un lado al morir revivimos en el punto de guardado más cercano lo que nos llevará a más de un disgusto sin necesidad de realmente hacerlo. Es algo que llega a molestar demasiado porque además, llegados a un punto, el mapa se abre en exceso y no tenemos ningún tipo de orientación de hacia donde dirigirnos lo que provoca paseos en falso con las consecuentes muertes y perdida de tiempo. Cierto es que nivelar la dificultad no es tarea sencilla y es precisamente por esto que se incluyen en el jugo hasta cuatro niveles de dificultad, siendo el segundo más bajo el recomendado y en el que ya se aprecian dichas asperezas.
A pesar de ofrecer estampas interesantes, Pronty no llega a sumergirnos en su túneles como pretende.
Bonito pero sin destacar
Desde la primera toma de contacto con Pronty, nos vino a la mente aquel lejano Aquaria. Un título de la misma índole que destacaba por su preciosismo visual en un época donde el 2D estaba comenzando a rejuvenecer. Aquí tenemos entre manos un tono de juego más lúgubre, más oscuro pero con los elementos orográficos de aquel y su estilo de animación por piezas. Y sabe cumplir muy bien visualmente, pero no evocarnos nada más. Es quizá la falta de carisma del personaje y enemigos lo que hace que no sintamos su mundo como nos gustaría al cruzar tantos y tantos túneles e instalaciones hasta llegar a las partes más lumínicas.
La particularidad estilística de Silt o el excelente trabajo de A Knight Witch nos hacen ver que a pesar de ofrecer estampas interesantes, Pronty no llega a sumergirnos en su túneles como pretende. Ocurre algo similar con un apartado sonoro que no sabe resaltar ni en efectos, simplemente cumplidores, ni en una banda sonora especialmente llamativa. Acompaña de forma ambiental sin alardesa un producto, con una docena de horas por delante, que nos llega en inglés y muy difícil de leer en modo portátil.
Los jefes finales son duros de roer y bastante variados.
