Con un año de diferencia respecto a otros sistemas pero ya tenemos con todos nosotros Maneater, un juego ideal para estas fechas ya casi veraniegas y para los amantes de películas como Tiburón o programas como Cazadores del Pantano, del que toma su naturaleza de documental para, admitámoslo, flipados como nosotros.
Mandíbulas
Y bien que nos gusta fliparnos de vez en cuando. De hecho, eso es lo que quiere que hagamos Maneater, un juego sin demasiadas pretensiones y que consigue lo que se propone, que es que nos divirtamos sin pensar demasiado, pero además lo hace bien, con un sistema de progresión que funciona y un apartado audiovisual a la altura.
El juego se desarrolla en aguas del golfo de México, donde, para nuestro disfrute, hay una amplia gama de parajes disponibles, como pantanos, ríos con salida al mar, playas, bahías, etc. Aquí un equipo documentalista ha tenido a bien grabar las aventuras de un pescador de tiburones y su equipo, y también grabarán al tiburón al que este pretende dar caza tras arrancarle de cuajo medio brazo, o sea, a nosotros. El toque televisivo es algo que le sienta de maravilla al juego, intercalando escenas de los humanos que, además, están todos ellos doblados al castellano, aunque la sincronización labial… Mención aparte merece el narrador con voz en off, que además nos dará detalles, la mayoría de ellos reales, tanto de los tiburones como del resto de especies que moran por estas “tranquilas” aguas, y hasta se permitirá chascarrillos de lo más críticos con una parte de la sociedad americana.
Pero centrémonos en lo que de verdad hace divertido a Maneater, que no es otra cosa que su directa jugabilidad. Un botón para nadar rápido, otro para morder, otro para esquivar y un último para saltar. Eso es básicamente todo lo que os hará falta en toda la partida, y es también una de sus pegas. Sí, es directo y sencillo, pero por momentos tal vez demasiado. Según avanzamos en el juego, nuestro tiburón se hace más grande y más fuerte y rápido, pero no aprenderá nuevos movimientos, por lo que nos pasaremos las 7 u 8 horas que nos dure nuestra primera partida haciendo siempre lo mismo, solo que cada vez más eficientemente.
Sí mejoraremos al escualo con distintas partes (mandíbula, cabeza, cuerpo, aletas…) y adquiriremos nuevas habilidades (mordida eléctrica), pero no nuevos movimientos o combinaciones de botones como tal. De hecho, hasta podremos subir de nivel estas mejoras, y lo pagaremos con los puntos obtenidos de haber masacrado al resto de fauna. Si esta fauna incluye humanos, el nivel de amenaza aumentará, y si alcanzamos cierta cifra tendremos que vérnoslas con uno de los múltiples cazatiburones que quieren su minuto de gloria en el programa. Su presentación es lo que más les diferencia a unos de otros, ya que al final acabar con ellos y cómo quieran ellos hacer lo propio con nosotros, será similar, si acaso irán en embarcaciones distintas o usarán armas más o menos peligrosas.
Esta repetición de elementos es una constante en el título, pero por suerte sus desarrolladores han sabido crear un sistema de progresión que hace que, cuando nos estemos cansando de tener que pegar dos bocados para matar a un mero, evolucionemos y tengamos que dar solo uno, y además podremos saltar más alto y llegar así a ese coleccionable que se nos escapaba hasta hace poco, o destruir esa puerta que aún no podíamos romper. Y es que Maneater, pese a que no es un juego de mundo abierto, presenta zonas bastante amplias e interconectadas entre sí sabiamente, habiendo en todas ellas una cueva que hará las veces de refugio para nuestro tiburón, siendo aquí donde podamos hacer uso del esquema de mejoras. Estas zonas bajo el agua son parecidas, pero si nos asomamos veremos una cantidad de ambientes nada despreciable, como una feria, un barrio residencial, una isla plagada de vagabundos… Hay muy buen trabajo en general aquí, también gráfico, ya sea jugando en el televisor o en modo portátil, y se nota además que el equipo tiene amplios conocimientos de la cultura pop, pues hay decenas de referencias a series y películas repartidas por todas partes.
Al final, eso sí, Maneater consigue ampliamente lo que se propone, que es tenernos un rato pegados a la pantalla viendo un poco de sangre y oyendo gritos. Pero es que además en ese rato presenta escenarios ricos y variados con multitud de secretos escondidos, arroja datos sobre fauna marina, sabe no decaer gracias a la adquisición de mejoras y lo hace todo con humor. Ojalá fuera más largo o tuviera más modos de juego (solo contamos con el modo historia), pero es innegable que se mueve como pez en el agua en todos sus apartados.