El mundo de desarrollo indie permite crear experiencias arriesgadas que vas mucho más allá de superar los límites de la potencia gráfica. Juegos como The Longest Road on Earth, llegan a nuestras Nintendo Switch para mostrarnos nuevas formas de entretenimiento, en un título que apuesta por mover nuestra sensibilidad a través de melancólicos personajes que se abren al mundo a través de canciones.
Otro día más en la ciudad
Nos encontramos ante The Longest Road on Earth, una especie de experiencia jugable (no se le puede llamar juego en sí) no apta para todos los públicos. No llega a ser una aventura gráfica ni una novela interactiva. Ni siquiera tiene argumento definido por medio de textos. Se maneja con la palanca de movimientos que nos permite mover a los diferentes personajes de derecha a izquierda y un botón al que presionamos para dar énfasis a determinadas acciones.
Todo aparece presentado con un estilo visual pixel art en blanco y negro donde los diferentes animales antropomórficos que manejamos nos relatan su día a día. Acciones tan cotidianas como tomar un café, ir a trabajar, volver a casa, coger un tren o pasear por la calle de una ciudad.
Las diferentes canciones y melodías acompañan toda esta retahíla de situaciones cotidianas añadiendo un tinte melancólico y a su vez siendo el centro de la experiencia, en donde cada personaje con su canción nos intenta transmitir su ser y su sufrimiento, intentando emocionar, a la vez que hacernos sentir identificados en más de una ocasión, con los personajes que tenemos en pantalla.