Un par de años han pasado tras recibir la primera entrega de estos más que conocidos coches de juguete. De un tiempo a esta parte no han sido pocos los contenidos de pago aparecidos hasta que por fin se han dignado a traernos una segunda entrega con todo lo aprendido por el camino. Hot Wheels Unleashed 2 – Turbochaged pisa el acelerador.
¿Expansión o secuela?
En Revogamers quedamos más que satisfechos con aquella primera joya protagonizada por los Hot Wheels y aunque no exento de puntos débiles sorprendió con una jugabilidad fantástica. Quizá ofrecía demasiado peso a unos dlc, por otro lado, muy bien pensados (ingentes vehículos licenciados o una zona dedicada a los Looney Toons). Algo que sus desarrolladores deberían haber anotado.
Y lo han hecho. O al menos no de modo tan intrusivo. Ahora su mapa central está claramente diferenciado por capítulos sin limitar el acceso a esas zonas de pago que eran parte visual del conjunto. En su lugar tenemos la misma estructura de misiones por casillas enlazadas por una historia contada a través de ilustraciones en plan cómic. Todavía nos preguntamos si la estética encaja con el resto del producto e incluso si realmente si los jóvenes lo necesitan, pero ahí está.
Las ambientaciones se atreven a salir de casa con mayor frecuencia pero no dejan de ser mero atrezo que recubren las carreteras de plástico naranja y azul de cada circuito
En cualquier caso, si bien se ha puesto énfasis en crear nuevos desafíos, sentimos que Hot Wheels Unleashed 2 – Turbochaged es demasiado continuista. Ahora en los duelos contra jefes atravesamos dianas, hay carreras eliminatorias donde el último es destruido cada varios segundos y zonas abiertas por las que cruzar halos de luz hasta alcanzar el último. Hay mayor variedad, que se agradece, pero los circuitos se sienten excesivamente similares.
Las ambientaciones se atreven a salir de casa con mayor frecuencia pero no dejan de ser mero atrezo que recubren las carreteras de plástico naranja y azul de cada circuito. Y es una lástima porque junto a las modalidades de juego limitadas eran los grandes peros de un buen producto a los mandos. Eso y unas físicas que en ocasiones nos jugaban (y juegan) malas pasadas al sufrir algún desnivel o caída. Bueno y los tiempos de carga que podrían ser algo inferiores.
Más posibilidades en carrera
Sobre la pista llegan los verdaderos cambios a Hot Wheels Unleashed 2 – Turbochaged. En primer lugar el sistema de nitros ha cambiado. Dejamos de lado los tres círculos recargables para contar con una única barra que se rellena por derrapes, rebufos o casillas en la pista. Un sistema simplificado y también más eficaz. Lo segundo son unos impulsos laterales para golpear a otros vehículos y que consumen energía de la barra anterior. Por último: el salto.
Desafortunadamente ni los golpes a izquierda o derecha ni saltar funcionan bien. Golpear a los rivales no sirve de mucho y se aprovecha más bien, como en Redout 2, para coger turbos de la pista sin variar la dirección del coche. El salto se emplea para algunos precipicios o escalones obligatorios en los circuitos que no aportan más que caídas y desesperación simultánea. La acción no es inmediata tras pulsar el botón y esas pequeñas décimas de segundo nos hacen caer al vacío sin poder hacer nada más.
La ausencia de gatillos analógicos le convierten en un juego mucho más rígido y artificial en la híbrida
Y mientras caemos o llegamos a un lugar sin salida nos toca manualmente hacer reaparecer el coche en pista. No porque de forma automática no ocurra, si no porque así ganamos unos valiosos segundos para continuar compitiendo. Además, las indicaciones para advertir de dichos obstáculos son ridículas, muy camufladas, algo que en portátil se acrecienta y exige saber en qué puntos del circuito ocurren. Unos añadidos, sobre todo este último, que acaban entorpeciendo la diversión.
Por desgracia, el último bastión jugable del título es una limitación de la propia consola pero que afecta directamente a su jugabilidad: la ausencia de gatillos analógicos. Hot Wheels Unleashed 2 – Turbochaged se siente mucho más rígido y artificial en la híbrida. La aceleración o la intensidad del derrape siempre son iguales por lo que también cambia la forma de afrontar las carreras y obviamente sale perjudicada su propuesta basada precisamente en esos conceptos. Una tara que venimos arrastrando desde los tiempos de Wii.
Directo y profundo
A pesar de todos estos puntos mejorables los más de 100 coches de juguete siguen protagonizando un título envidiable a nivel jugable. La velocidad está a la orden del día y la versión que tenemos entre manos cumple sobradamente. Habitualmente tenemos 30 fps constantes (a excepción de alguna caída puntual) mostrando un apartado técnico sólido. Es cierto que se pierde es aspecto tan realista de las versiones mayores, pero a pesar no parecer tan de plástico sabe comportarse en lo gráfico.
Algo que no puede decir si activamos el modo AMD FSR supuestamente para mejorar este mismo apartado. Todo se torna borroso y poco definido por lo que realmente no entendemos muy bien la decisión de conservarlo en Switch ya que ningún apartado sale beneficiado. Pero fuera de tecnicismos, lo que ofrece fuera de la pista son las mismas opciones customizables que ya vimos en la primera entrega: aspecto del coche, pegatinas y circuitos.
Habitualmente tenemos 30 fps constantes (a excepción de alguna caída puntual) mostrando un apartado técnico sólido aunque sin las cotas de realismo de otras versiones.
Todo pudiéndose compartir online de la misma forma (los menús tampoco han variado mucho) lo que sin duda es un gran aliciente para alargar su vida útil. Además, claro está, de correr junto a un amigo en casa o competir online con otros jugadores. En local la cosa no funciona del todo mal, aunque mejorable, ofrece unas buenas tardes de diversión con un split screen vertical como sucede en Mario Kart 8. Las novedades al final pasan por la adquisición de vehículos.
Atrás han quedado las cajas de botín para dar paso a unas tiradas de ruleta que parecen extraídas directamente de la saga Forza Horizon. No es un gran cambio pero da pie a saber qué podemos ganar. Porque la tienda por su parte, más allá de resultar más vistosa comprando los coches en sus blisters originales, es algo torpe ocultando, si no pulsamos un botón, la información de los coches por defecto. Unos que rotan cada ciertas horas y por lo tanto limitan su adquisición.
Versión del juego analizada: 1.0.1