Qué sería del mundo índie sin las campañas de Kickstarter. Gracias a ellas hemos sumando multitud de alegrías a nuestras ludotecas impensables de otro modo. Un lugar además muy propicio para encontrarnos multitud de un género tan querido por todos como los metroidvania. Así nació 9 Years of Shadows.
Desde México con amor
Un maldición azota al mundo. El color que todo lo recubre se ha perdido y el blanco y negro son dueños de una vida insoportable para la humanidad. Pero dicen que en el interior de un castillo aguarda el origen del sufrimiento y es Europa, la heroína de la historia, la valiente que quiere acabar de una vez por todas con dicha desgracia. Precisamente sin color comienza 9 Years of Shadows para a los pocos minutos iluminarse con uno de los trabajos de píxel art más bonitos de este año que ya acaba.
Probablemente sea su estilizado aspecto de formas orgánicas y gran importancia al color lo que más destaca, junto a la música, de esta clásica aventura. Porque contar con gente a sus espaldas como Norihiko Hibino (Metal Gear Solid, Bayonetta) Michiru Yamane (Castlevania) y Manami Matsumae (MegaMan) es algo que no se puede pasar por alto. Recorrer las estancias del castillo es mucho más satisfactorio gracias a tal compañero sonoro y algo que desde luego marca la diferencia.
Sin color comienza 9 Years of Shadows para a los pocos minutos iluminarse con uno de los trabajos de píxel art más bonitos de este año
¿Pero qué hay de lo demás? Lo cierto es que 9 Years of Shadows es un título muy interesante que cumple al pie de la letra con todos los ingredientes que debe tener el género: un laberíntico diseño de niveles, nuevos poderes a cada paso y jefes finales enormes que nos compliquen la existencia. Pero también, con la cantidad de participantes de los últimos años, no termina de despuntar durante su desarrollo ofreciendo un más de lo mismo excesivamente previsible. Algo no necesariamente malo, pero sí a tener en cuenta.
Pero incluso con una estructura de sobra conocida se atreve con pequeños detalles únicos y que definen el combate como la barra de vida compartida. La vitalidad de Europa y la magia comparten barra haciendo que la estrategia en los enfrentamientos tenga una arma de doble filo. Al recibir daño o disparar esta desciende. Por suerte también se recuperar al golpear enemigos o ciertos tipos de ataques y además también se recarga inmediatamente al vaciarse, a lo cargador de Gears of War, si somos hábiles. Si así no lo conseguimos toca pulsar el botón hasta rellenarse temiendo por un último golpe que nos derrote mientras no podemos movernos.
El diseño de armaduras tiene claras influencias de una conocida serie japonesa.
Perfectamente engranado
Europa cuenta con la misma alabarda durante la media docena de horas de la aventura pero para evolucionar el personaje contamos en su lugar con diferentes armaduras. Tras una introducción animada homenajeando a Sailor Moon y un diseño de armaduras extraídas casi directamente de los aquí conocidos como Los Caballeros del Zodíaco, estas nos ofrecen diferentes poderes para continuar el avance. Además de que el color de cada una nos vuelve más eficaces contra enemigos de dicho color, cuentan con características tales como nadar o resistir el veneno.
La más interesante (que es la acuática) justamente es la primera que obtenemos y también la que jugablemente aporta algo diferente, sintiéndose el resto como meras excusas para avanzar por salas bloqueadas sin añadidos mecánicos. Pero además de esto contamos con ciertas habilidades que conseguimos al introducirnos en lienzos gigantes hasta parecernos a la propia Samus Aran, metiéndonos por conductos y soltando minas para avanzar. Aún con ese sinfín de posibilidades no encontramos nada particular durante el desarrollo.
Si buscas el enésimo participante en su género, sin más aspiraciones, aquí hay uno especialmente cautivador en lo audiovisual
La sensación de que ya hemos visto todo lo que nos ofrece y saber exactamente qué ocurrirá o como avanzaremos por tal lugar es constante. Y lo peor, o mejor para muchos, es también lo guiado de su desarrollo. Si bien no contamos con un marcador para indicar la ubicación de tesoros en el mapa, tampoco es algo fundamental ya que el avance es relativamente lineal. Siempre tenemos claro hacía donde ir, contando con un único camino posible a pesar de su enrevesados niveles.
Esto le convierte en un metroidvania ligero, con una dificultad bien ajustada sin complicarnos la vida, muy a lo Record of Lodoss War pero sin su dinamismo ni aporte jugable. Ojalá 9 Years of Shadows bebiera más del estupendo Convergence para sentirse algo más único, porque su envoltorio sin duda lo merece. Todo funciona estupendamente bien y si buscas el enésimo participante en su género, sin más aspiraciones, aquí hay uno especialmente cautivador en lo audiovisual.
Los jefes finales son mayormente excelentes… y enormes.
Versión del juego analizada: 1.0.1
