Portada » Análisis » Outlast 2

Outlast 2

Outlast 2 es uno de esos juegos tan peculiares que a veces nos encontramos, es a la vez de los más bellos de Nintendo Switch, a la vez que uno de los más feos. Estamos ante la secuela del exitoso shooter indie, Outlast (que llegó a la eShop como Outlast: Bundle of Terror), un juego que ofrece un mundo capaz de crear una atmósfera sorprendentemente evocadora y espeluznante, consiguiendo atrapar a los jugadores en su interior para seguir avanzando. El uso de las luces y las sombras en su recreación de los bosques y zonas naturales de Arizona, por no mencionar un excelente diseño de sonido (acentuado por una nueva mecánica de seguimiento de sonido), es ocasionalmente suficiente para hacernos aplaudir en reconocimiento de un gran trabajo, en lugar de hacernos gritar por terror.

La experiencia más aterradora que ha pasado por Nintendo

Sin embargo, solo estamos alabando una de sus muchas bondades, pero no queremos llevar a confusión, este es de hecho uno de los mejores exponentes en cuanto a juegos de terror. Mientras que el original no era precisamente un paseo por el Reino Champiñón, Outlast 2 casi que consigue hacernos verlo así. Este título cambia radicalmente la temática que conocíamos desde la primera entrega, y pasa de tratar temas sobre la experimentación médica para pasar a la perversión religiosa (en todos los sentidos). De esta manera, la historia del juego sigue la trama de cultos religiosos en guerra en una remota comunidad de EE. UU. Sin duda, estas premisas sirven para elevar los riesgos en algunos momentos de la historia y en algunos lugares concretos, provocando incluso que nos perdamos en regiones de un gusto cuestionable de vez en cuando. Además, a la ecuación sumamos frecuentes secuencias de flashback que propone aún más misterio a la historia y a la sombra que arrastra el protagonista Blake Langermann.

Huelga decir que aquellos jugadores especialmente sensibles deberían abstenerse de jugarlo o jugarlo a ratos cortos. En este caso los engranajes de terror que hacen funcionar al juego ruedan mejor que nunca gracias a la nueva configuración más abierta de Outlast 2  que arrojan una buena cantidad de situaciones memorablemente tensas. Personalmente no he podido decir que me ha asustado un videojuego hasta que he sido perseguido por sectarios trastornados en un campo de maíz iluminado solamente por la luz de la luna. Al igual que en el primer juego, nuestro protagonista es literalmente inútil en una pelea, por lo que debe usar su entorno para sacar ventaja. Podemos escondernos dentro de un comodísimo barril de aceite, deslizarnos debajo de una cama de la que gotea sangre o refugiarnos en un armario cercano para evitar a los enemigos que patrullan sobre el terreno. Esta vez las opciones de camuflaje que ofrece el ambiente han aumentado junto con la nueva localización y posibilidades del terreno, por lo que también podremos agacharnos en un fardo de paja o aguantar la respiración debajo del agua, o, incluso, introducirnos en un tocón hueco de un árbol.

Filmar el terror en primera persona

Una vez más, la única herramienta de la que disponemos es nuestra videocámara, con la que podemos documentar los horrores del caso en el que el protagonista y su esposa reportera están trabajando. Outlast 2 pone sobre la mesa un sistema de grabación más inmersivo que el juego original, premitiéndonos grabar o capturar elementos del escenario como imágenes o textos y visualizarlos de nuevo pulsando para ello el botón ‘-‘. Quizás la función más útil de este dispositivo que nos acompañará durante toda nuestra aventura, es el modo de visión nocturna, y es a través de esta pantalla de grabación con colores verdes donde experimentaremos las secciones más oscuras y tensas del juego. Hay una cantidad casi cómica de secciones prohibitivamente oscuras en Outlast 2, algo que no solucionaremos con intentar poner una u otra configuración del gamma.

En cierto modo, es una pena que experimentemos un mundo tan convincentemente creado a través de un filtro granulado. Es algo que no afectaba tan descaradamente al juego original, pero descubrimos que esta novedad empieza a cansar y ser más evidente en las zonas más oscuras y al final de esta secuela. Cuando deambulamos por el juego a un ritmo constante, avanzando con éxito a través de cada desafío que se nos presenta,  nos damos cuenta de que el juego, en las sensaciones que pretende provocar, es realmente efectivo.

Al igual que en el primer título, eventualmente nos damos cuenta de que Outlast 2 es básicamente un simulador de caminar (o más bien un simulador de correr) con alcance e interactividad limitados. Es más, si no nos adaptamos a su sistema de sigilo a la perfección, caeremos frustrados una y otra vez, y nos veremos obligados a comenzar de nuevo después de otra animación de muerte, a cada cual más horrible que la anterior. Por supuesto, la clave de cualquier buena película de terror es la suspensión de la incredulidad por parte del espectador. Si te acercas a Outlast 2 con la determinación de ser absorbido por su mundo impresionantemente representado, no hay nada en Nintendo Switch que se le parezca.

Conclusión

Outlast 2 aumenta la tensión y los logros técnicos del original, con uno de los mundos de juego más asombrosamente atmosféricos que existen. El diseño de los niveles se ha expandido junto con sus opciones de sigilo, creando un puñado de momentos verdaderamente memorables. Definitivamente podemos afirmar que no es un juego pensado para todos, los temas de perversión y abuso religioso hacen de Outlast 2 la experiencia más espantosa que hay ahora mismo en Nintendo Switch, mientras que las limitaciones de su mecánica de sigilo pueden poner a prueba nuestra paciencia.

¿Te ha gustado?

0 0

Contraseña perdida

Por favor ingrese su nombre de usuario o dirección de correo electrónico. Recibirá un enlace para crear una nueva contraseña por correo electrónico.

Registrarse