En 2016 Capcom nos sorprendió dando un giro de 180° a la fórmula vista en la saga Monster Hunter al presentarnos Monster Hunter Stories, un RPG por turnos que, a su vez, respetaba varias de las directrices marcadas por los juegos madre pero teniendo, ya desde esta primera entrega, una entidad propia muy atractiva. Ahora, un lustro después, llega Monster Hunter Stories 2: Wings of Ruin a Nintendo Switch con pocas pero interesantes novedades y con un apartado técnico colorido y de altura.
Tanto monta, monta tanto
Monster Hunter Stories 2: Wings of Ruin, Monster Hunter Stories 2 a partir de ahora, es una secuela directa del original de Nintendo 3DS con todo lo que ello conlleva. En esta ocasión encarnamos al nieto de Red, el antagonista, en principio, del anterior título, y una vez más los Rathalos son el eje de la trama, así como el posible fin del mundo del que avisa una antigua profecía. Un hilo argumental muy similar a lo visto en el anterior juego pero, eso sí, ahora con un mensaje más evidente de que, en este mundo, cualquier criatura tiene derecho a existir y hemos de respetar a todas por igual, una actitud, la de los riders, a los que pertenecemos, que choca frontalmente con la de los cazadores, con quienes también nos toparemos.
Porque Monster Hunter Stories 2 no va de cazar monstruos, sino de criarlos para luego poder combatir a su lado e incluso montarlos (de ahí lo de riders). Una relación simbiótica donde los monstruos, o monsties como se les conoce entre los riders, reciben toda suerte de atenciones y nosotros a su vez los usamos para explorar un vasto mundo plagado de peligros. Una fórmula que no es nueva pero que difiere de otros juegos del género en cuanto a que aquí no capturamos criaturas, sino que incubamos los huevos que encontraremos en nidos repartidos por todo el mapa. Estos, los nidos, como ya pasara en 3DS, se generarán procedimentalmente y en cada partida estarán en una zona distinta (menos algunos especiales), logrando así una exploración siempre con cierto sabor a nueva aventura pero donde nunca habrá ninguno realmente llamativo al usar la técnica procedimental, que todos sabemos tiene sus limitaciones, como que muchas veces se parezcan entre sí más de la cuenta.
Una sensación que se traslada asimismo al overworld y no porque no sea variado, porque lo es y mucho, y además colorido y espectacular de ver pese a alguna bajada de frames esporádica, sino porque no ha tomado absolutamente nada de lo bueno de Monster Hunter Rise, como la movilidad ágil y la verticalidad, y se ha limitado a poner lo visto en la portátil con 3D estereoscópico pero ahora con más definición. Es cierto que son géneros distintos, pero Monster Hunter Stories 2 no ha corrido riesgo alguno al contrario que sí lo ha hecho la saga principal, y se nota, especialmente cinco años después y en una consola mucho más potente. Tan solo ha cogido algo y ha sido de Monster Hunter World, y no ha sido otra cosa que el uso de los Lafarillos, una suerte de luciérnagas que nos indicarán dónde hay un nuevo monstruo grande o una guarida. Toda una oportunidad perdida que, por otra parte, no disgustará a quienes disfrutaran con cómo estaba estructurada la primera parte. Otros muchos desde luego echarán en falta el dinamismo de Rise en multitud de situaciones, sobre todo en campo abierto.
Vientos de cambio
Donde sí ha cambiado Monster Hunter Stories 2, poco pero algo y desde luego a mejor, ha sido en los combates y en el postgame. Los combates, parte fundamental de todo buen RPG, son muy similares a como eran antes, con un triángulo de habilidades donde potente gana a técnico y este a ágil, pero ahora contaremos con más ayuda, ya que además de nuestro monstie también nos echarán una mano muchas veces otro rider y su propia montura. Un añadido interesante que hará que los combates sean ligeramente más técnicos que antaño, a lo que hay que sumar la facilidad de cambiar de monstie sin perder turno o de arma, ya que no todas afectarán por igual a los monstruos que nos encontremos. Unas novedades que nos han gustado mucho pero que sin embargo se ven lastradas en parte por una IA amiga por momentos ridícula que hará que muchas veces maldigáis todo lo maldecible porque vuestros compañeros eligen un ataque a todas luces incorrecto o les da por curaros al inicio cuando teníais la barra de vida completa, rompiendo así la cadena o no permitiéndoos ejecutar un ataque combinado.
A todo esto hay que sumarle las posibilidades de cría de monsties y el poder alterar su genética combinando diferentes monstruos, lo que equivaldrá en criaturas con habilidades impropias de su especie pero con las que seguro tendréis ventaja en la batalla. Saber elegir bien será fundamental tanto en el juego como al avanzar en su interesante historia principal, mucho mejor llevada que en el primer título ya que sobre todo tarda infinitamente menos en arrancar, ya que al hacerlo desbloquearéis el modo multijugador en el que habrá misiones tanto cooperativas (incluso accederéis solos con un compañero manejado por la IA) como duelos competitivos en diferentes modos locales o en línea. Una suerte de postgame, aunque también alternaremos estos modos con el modo historia, que será capaz de alargar horas y horas la diversión y que está muy bien resuelto, es útil y además funciona perfectamente a través de la red de redes.
Con todo, Monster Hunter Stories 2: Wings of Ruin es un muy buen RPG que, sin embargo, ha pecado en exceso de cauto y se parece demasiado al juego de Nintendo 3DS. Tenía a otro gran juego en el que fijarse como era Monster Hunter Rise, o incluso World, pero no lo ha hecho, y ha mantenido sus defectos intactos, aunque por suerte ha aumentado sus virtudes.