Uno de los géneros por excelencia en la actualidad indie es el que la gente popularmente llama metroidvania (aunque la mayoría tienen poco de vania). Es decir, títulos de aventuras 2D con plataformas y disparos o armas en los que adquirimos habilidades que nos permiten acceder a nuevas áreas. Uno de los últimos en llegar a Nintendo Switch es Paradox Soul, que nos llega a la consola de la mano de Ratalaika Games.
Cuando el grajo vuela bajo…
La aventura de Paradox Soul nos lleva a visitar una fábrica de robots aparentemente abandonada en la que tenemos que disparar a todos los que se opongan a nosotros, o simplemente a los que vayan apareciendo. También podemos deslizarnos por el suelo y saltar, por lo que la clave está en saber moverse y esquivar.
Sin embargo, la experiencia es corta y los patrones de los enemigos se aprenden rápido, incluso la de los jefes (todos los que hay funcionan igual). Eso, unido a lo parecidos que son entre sí los escenarios, nos muestra un juego en el que la variedad no destaca por estar presente.
…Paradox Soul y para abajo
Durante algo más de una hora estamos recorriendo los escenarios que tienen un reto (o problema segun el jugador), y es que si morimos tenemos que reiniciar desde el inicio de cada área. Al principio todo suena bien, pero dada la poca cantidad de mejoras que hay la idea se desinfla un poco. No obstante, para una experiencia breve puede que nos llene bien ese vacío de tiempo.
A nivel gráfico, cuenta con un apartado pixelado que no termina de destacar, pero que resulta correcto. El hecho de que sea del montón no tiene que ser algo malo, pero ya que el juego también es bastante plano, la sensación global se ve menguada. Lo que sí resulta interesante es su ambientación oscura y la atmósfera que la música genera.
Paradox Soul es un metroidvania correcto y corto, pero que se queda en un título poco ambicioso, que no muestra muchas variaciones y que es bastante corto. Una experiencia interesante y oscura, para los que busquen completar un juego rápido de una pasada, pero que queda lejos de lo que podíamos esperar de él.
