Tookyo Games nació de un grupo de desarrolladores capitaneado pro Kazutaka Kodaka (Danganronpa) y Kotari Uchikoshi (Zero Escape), y han estado apostando por juegos extraños y “muy suyos” con fuertes componentes de novela visual. Hace poco salió su última obra, The Hundred Line – Last Defense Academy, un título que de nuevo vuelve a ser especial, aunque de momento no cuenta con traducción al castellano.
The hundred line, 100 días de defensa
Takumi es un chico normal que vive en una ciudad tranquila en la que solo ocurre una cosa rara, y es que cuando suenan las sirenas, la gente debe esconderse en refugios. Un día todo se va al carajo y unos monstruos destruyen todo y Takumi, para salvar a una amiga, hace un pacto con un ser fantasmal que le llevará a una academia particular, la cual tendrá que defender durante 100 días de ataques enemigos.
La historia es uno de los grandes pilares como suele pasar en otros juegos de estos creativos, y nos esperan muchas decisiones, hasta 100 finales diferentes y muchos giros de guion para tenernos enganchados más de 40 horas, aunque para sacarle todo (efectivamente) llegaremos a la centena de horas. Gran parte del peso del juego está, por tanto, en su vertiente de visual novel, la cual cuenta con ciertos momentos de exploración que funcionan bien y que sirven para conocer a sus estrambóticos personajes.
Pero esta vez hay una propuesta jugable más allá de los diálogos o walking simulator que suelen acompañar a estas propuestas, y es que contamos con una vertiente de juego de estrategia por cuadrículas con ligeros toques de colocación de barreras a lo tower defense. Su base funciona al más puro estilo de clásicos del género como Disgaea o FF Tactics, pero que funciona por oleadas y en el que nuestros personajes tienen habilidades únicas que complementan a las clásicas acciones ofensivas y defensivas.
Un nuevo paso para el creador de Danganronpa
Al combatir, nuestros personajes caídos vuelven tras cada oleada, por lo que no hay esa presión de que todos sobrevivan constantemente, pero lo especial es que el propio juego nos invita a que vayamos a lo banzai a sacrificar a nuestros héroes, y es que si están muy heridos, pueden hacer un ataque kamikaze que hace mucho daño. Esta dinámica permite que las batallas contra jefes sean bastante especiales y con mucho carisma, y es en general algo que hace que la manera de jugar sea diferente a la de otras propuestas del género (tras cada oleada los personajes reviven).
Por su parte, a nivel gráfico encontramos un estilo similar a otras obras del estudio, con una apuesta por el estilo cel shading e ilustraciones de personajes para según qué momento. El aspecto sonoro es algo singular. No por su doblaje japonés que resulta bastante bueno, sino por su música. Hay mucha mezcla de estilos (hasta un tema con Coldrain), por lo que quizás cueste encontrar patrones que reflejen la identidad del juego, pero seguramente haya algún tema de la banda sonora que se quede pegado en nuestro cerebro.
The Hundred Line es un juego para amantes de sus creadores, pero también sabe convencer a los que busquen una experiencia de estrategia particular. Sigue siendo muy de nicho, pero el que lo juegue sabiendo a lo que va, lo va a gozar muchísimo.
Versión del juego analizada: Nintendo Switch (1.0.2)