Corre el año 1996. SEGA es uno de las grandes exponentes de los salones recreativos y los juegos de pistola, en su momento álgido, están a punto de recibir un título cuyo nombre sería grabado a fuego en la industria.
The House of the Dead llegó para quedarse. Más allá de continuar la fórmula de enfrentarse a un ejército terrorista, el equipo AM1 se atrevió con un producto para una audiencia mucho más adulta a sabiendas de su llamativa puesta en escena con un imponente mueble y los muertos vivientes por bandera.
Intentando apuntar
Así, tras su paso por SEGA Saturn y PC dos años más tarde, es cuando tras más de dos décadas resurge de su tumba con este The House of the Dead: Remake. Y lo cierto es que lo hace bajo, a priori, la plataforma más apropiada para ello.
Si bien es cierto que el estudio responsable no tiene un caché precisamente positivo tras el dudoso rescate del primer Panzer Dragoon, las expectativas por disparar de nuevo a aquellos particulares zombis a punta de joy-con sonaba cuando menos cautivador.
Un verdadera pena que nuestra puntería no importe demasiado
Por desgracia, y no para sorpresa de pocos, el resultado ha sido decepcionante. Reemplazar la experiencia de las pistolas de luz de la máquina arcade no ha llegado a buen puerto, sufriendo desajustes constantes mientras apuntamos o disparamos. Siempre podemos optar por apuntar con los sticks analógicos, eso sí, perdiendo por el camino su razón de ser.
Una de las características principales de The House of The Dead: Remake es desmembrar a los enemigos, siendo este un factor clave y diferencial respecto a otros títulos del género haciendo que se necesiten unas cuantas balas para hacerles caer además de ofrecer un alto carácter estratégico.
El resultado ha sido decepcionante, con unos Joy Con que muestran su peor cara.
Podemos disparar al brazo del zombi más alejado antes de que nos lance un hacha, a la pierna de otro para que no pueda alcanzarnos o reventar el estómago de los más gruesos, entre otras, y ver qué sorpresas hay tras él.
Legado perdido
Lamentablemente cualquier vestigio de precisión se diluye tras los primeros compases de juego relegando la experiencia a algo mucho más casual. Esto repercute directamente en su diseño, nuestra habilidad y por descontado en la superación de marcas.
Es muy complicado meterse en su piel arcade si cada pocos segundo tenemos que recalibrar el cursor por que este hace de las suyas y se va, sin previo aviso, hasta el extremo de la pantalla. Esto hace que las versiones de su segunda y tercera entrega en Wii, además de Overkill, sean unas aproximaciones más acertadas por su sistema de apuntado vía Wii Remote ofreciendo también un mejor desarrollo.
Rescatar científicos requiere reflejos y una puntería que quizá no tenemos
The House of the Dead: Remake se convierte así en una curiosidad, ideal si tenemos compañía en casa y aprovecharnos de su multijugador, contra o cooperativo, para desahogarnos sin más pretensiones. Y todo hay que decirlo, resultando el juego mucho más fácil.
Su duración tampoco ayuda, porque más allá de un modo horda y diferentes sistemas de puntuaciones que rápidamente se van al traste, una partida de este Remake llega por poco a los 45 minutos. Mientras se avanza de forma automática debemos eliminar enemigos sin cesar y rescatar científicos antes de ser devorados para buscar pequeños caminos alternativos ofreciendo esa rejugabilidad característica de las recreativas.
Algo que sin duda se queda en tierra de nadie es revivir tan sólo el primer título de esta popular saga en los tiempos que corren, perdiendo esa gran oportunidad de reunir varias entregas algunas de ellas sin versión doméstica.
Uan llamada telefónica es lo que nos hace viajar hasta la mansión de los horrores
Lavado de cara
El esfuerzo puesto en mostrar una apariencia visual a la altura trae como contrapunto la elección entre dos modos gráficos. Con el modo rendimiento nos aseguramos de una tasa estable de 60 fps a cambio de un peor acabado (resolución, texturas y efectos varios).
Con el modo calidad tenemos un competente aspecto visual sufriendo algunas caídas de frames que entorpecerán a los más puristas. En ese modo es quizá también donde se acusa del efecto bloom, entorpeciendo la visibilidad en algunas zonas.
Podemos elegir entre modo calidad o rendimiento
El diseño de los zombis está estupendamente adaptado, mostrando mucha personalidad algunos de ellos, dejando bizarradas para otras criaturas no tan inspiradas e inherentes de la época de la cual provienen. Una pena que no se hayan rescatado diseños de enemigos descartados en la versión arcade y que se descubrieron en el código del juego a la hora de sus conversiones domésticas, lo que hubiera sido todo un aliciente.
Chorros de sangre, roja, verde… miembros amputados… Gore no apto para todo el público. Las señas de identidad se han conservado y la pantalla se llena de seres putrefactos con una velocidad pasmosa mientras escuchamos una música que quizá no es lo que mejor haya envejecido para un producto con esta ambientación.
Algunos jefes finales serán auténticos quebraderos de cabeza
