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Super Mario Odyssey

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Super Mario Odyssey supone la vuelta de Mario a los mundos abiertos después de su paso por Wii y Wii U, donde nos dejó entregas más guiadas, pero igualmente llenas de calidad. Si a eso le añadimos los nuevos movimientos y el abanico de posibilidades que abre Cappy, tenemos uno de los mejores juegos de Mario que hayamos jugado nunca y casi el mejor plataformas 3D que se haya hecho.

El poder del amor y de las energilunas

Super Mario Odyssey no ha venido a reinventar el género, pero sí a revitalizarlo. Después de unas cuantas intentonas por parte de otros estudios, indies y no tan indies, ha tenido que ser Nintendo, una vez más, la que dé un puñetazo en la mesa y diga cómo se hace un buen juego de plataformas. Esta vez sí que recuerda a la época de Nintendo 64, y no por sus gráficos precisamente.

La historia, conocida por todos a estas alturas, versa sobre Mario tratando de impedir que Bowser se case con Peach, o sea, el típico rescate, solo que esta vez no estaremos solos.

Cappy, que así se llama el habitante del Reino Sombrero, será quien nos acompañe en esta inmensa aventura que nos llevará a recorrer el planeta de punta a punta, pasando por los más diversos reinos y conociendo a sus originales habitantes. Y ya está, no hace falta más para liarnos a saltos y a gorrazos. Una historia que no es sino una excusa para dotar de cohesión a nuestro viaje y que cumple con su propósito sobradamente.

Bajo esta premisa y montados en nuestra nave sombrero, la Odyssey, viajaremos por parajes tan remotos como el Reino de las Cataratas, el Reino Ribereño, el Reino de los Fogones o el Reino Urbano; así hasta 15 emplazamientos totalmente diferentes entre sí, ¿o habrá más? Seguro, porque si hay algo que nunca acaba en Super Mario Odyssey son las sorpresas. Y las energilunas, claro, pues son la fuente de energía de la que se alimenta nuestra nave; a más lunas, más lejos podremos viajar, y más, y más…

 

Capturando lo clásico…

Kenta Motokura (director del juego) y su equipo han hecho un trabajo formidable tirando de nostalgia para los fans acérrimos de la saga (o simples conocedores del universo Mario), pero sin que quede forzado en absoluto; y eso no es tarea fácil.

Durante el transcurso de nuestra aventura nos encontraremos cientos de guiños a la totalidad de los juegos de Mario, desde los más clásicos hasta los más modernos.

Podremos escuchar melodías por todos conocidas, vestir trajes que seguro que os sonarán, superar fases en 2D (que crecerán en número y originalidad según vayamos avanzando) o encontrarnos toda clase de pinturas, objetos o personajes del universo Mario, aunque para ello debamos explorar bien. Pero, vaya, esa es precisamente una de las gracias de Super Mario Odyssey. ¡Incluso han vuelto los conejos de Super Mario 64 o las plantas trepadoras clásicas que nos llevarán a fases bonus entre las nubes! Y no queráis saber más, descubridlo por vosotros mismos, solo os diremos que por aquí hemos soltado alguna lagrimilla de emoción. Que somos tipos duros pero nostálgicos.

También vuelven los ya clásicos movimientos de Mario en sus juegos 3D (y que en 2D también han sido adaptados a veces), como puedan ser el triple salto, el culetazo o la voltereta lateral. Pero ahora, gracias a Cappy, Mario ha ganado enteros en su faceta más gimnasta.

No es solo el hecho de que podamos hacer más de 50 capturas distintas, es que Cappy será, a los pocos minutos, como una extensión de Mario, así de natural ha sido el cambio, más incluso que cuando controlábamos el Acuac en Super Mario Sunshine, que, por cierto, aquí también se ha recuperado su concepto con uno de los enemigos a capturar, y hasta ahí puedo leer.

Además, Mario se controla como siempre, esto es, perfectamente. Parece mentira que esto sea un punto a resaltar, pero probad otros plataformas 3D como Yooka-Laylee y luego me decís. Y esto ha sido así, una vez más, desde Super Mario 64, y es que aquí hay mucho de ese gran juego, por lo menos todo lo bueno (como si tuviera algo malo).

Pero lo mejor no es que manejemos a Mario con esa soltura desde el primer momento, es que nos transformemos en lo que nos transformemos, el control siempre será tan sencillo e intuitivo que lo asimilaremos al instante.

Creednos, es una proeza de la que solo Nintendo es capaz actualmente.

…Y jugando con lo nuevo

Super Mario Odyssey es, posiblemente, el primer desarrollo interno pensado 100 % para Nintendo Switch (puede que a excepción de ARMS, pero los valores de producción están muy alejados) y eso es algo que se nota desde el primer momento.

Este juego ha sido pensado con los Joy-Con en mente, igual que en su momento Super Mario 64 fue ideado teniendo en cuenta el mando de Nintendo 64. Solo así se explica que sea más satisfactorio de controlar con estos mandos por separado (uno en cada mano) que juntándolos con el acople o incluso que usando el Pro Controller.

Tampoco os queremos asustar, se juega a las mil maravillas de cualquier manera (en modo portátil otro tanto), pero, si no separamos los Joy-Con, nos estaremos perdiendo acciones que se basan en el movimiento. Serán ligeros toques o sacudidas que harán que nos movamos más rápido escalando o que Cappy salga dirigido hacia la dirección que le marcamos nosotros con un rápido giro de muñeca, incluso al capturar a algún enemigo, este tendrá una acción única que se activa al agitar los Joy-Con. Claro que también podéis sacudir el mando Pro o la consola entera, pero no es igual de eficaz.

La buena noticia es que estos no son más que meros extras totalmente prescindibles que solo servirán para hacernos la vida un pelín más fácil, pero pelín, pelín, así que no dudéis en elegir el control que se os haga más cómodo, la variación en la experiencia jugable es, a la larga, despreciable. Si os atascáis, también podéis optar por consultar la guía, la cual deja unas flechas en el suelo que indican el camino a seguir hasta la energiluna más cercana. Es algo totalmente opcional y que agradecerán los más peques de la casa (o aquellos con poca paciencia).

Ah, por si quedaban dudas, la Vibración HD también estará muy presente. No es solo que la sintamos cuando nademos, montemos en moto o al pasar enemigos pesados cerca, es que estos cambios en la vibración servirán incluso para indicarnos que hay tesoros enterrados.

Y para quienes gusten de sentir estas vibraciones a tope, Super Mario Odyssey nos deja, entre sus múltiples opciones, elegir distintos grados de fuerza en la vibración. Normal ya está bien, de verdad. El fuerte es eso, fuerte.

Un nuevo y cambiante mundo

Donde también ha variado la fórmula es en el modo en el que influimos en el cada zona. Se acabaron los mundos cerrados y estáticos, Mario ha entrado en el terreno sandbox (usad esta palabra con cautela) y eso significa, sobre todo, tres cosas.

La primera es que diremos adiós al orden. Esto tiene su parte buena y mala, y es que mientras que ganaremos en libertad, perderemos en dificultad. Super Mario Odyssey no es que sea más fácil que sus predecesores, que por momentos lo es, sino que el poder ir a donde queramos desde el principio, hablando siempre dentro siempre de una zona (con muchos matices), ha hecho que encontrar objetos como lunas o monedas sea muchas veces una cuestión más de suerte que de habilidad, a lo que influye también el siguiente punto.

Hay muchas energilunas, puede que demasiadas. De hecho, hay casi tantas como kologs en Breath of the Wild. Afortunadamente, estas son infinitamente más amenas de conseguir que los odiosos simpáticos seres de The Legend of Zelda.

Las energilunas son el combustible de nuestra nave y, en cada mundo, deberemos conseguir un número determinado de ellas para poder volar hasta el siguiente. Algunas son sumamente fáciles de conseguir y otras, sobre todo antes de acabarnos la historia, serán más complicadas.

La mejor parte de todo esto es que todas nuestras partidas resultarán satisfactorias, pues en cada una de ellas conseguiremos una luna, monedas doradas o monedas temáticas.

No lo habíamos comentado aún, pero cada moneda tiene su función. Las doradas nos abren una parte de la tienda de gorras, llamada Crazy Cap, y con ellas conseguiremos objetos y atuendos no específicos de la zona en la que nos encontremos, al contrario de lo que ocurrirá con las monedas temáticas (moradas), que en cada reino cuentan con un diseño específico (detallazo) y que, ahora sí, sirven para atuendos, pegatinas y souvenirs para decorar la Odyssey propios de ese mundo.

Y ojo, porque interesará conseguir los atuendos, gorra y traje, porque, si vamos conjuntados a determinados sitios, nos dejarán pasar a zonas de otro modo inaccesibles.

La lástima es que esta es la única función de todos los disfraces de Mario, y son unos cuantos. Más allá de la parte estética o de esta pequeña anécdota (que nos proporcionará más de una energiluna, todo hay que decirlo), llevar o no un traje no influirá en absoluto en nuestra aventura. Bueno, salvo en el modo foto, en el que pasaréis incontables horas gracias a la expresividad de Mario (aquí hay mucho de Captain Toad: Treasure Tracker) y de todos los habitantes de su mundo y a la cantidad de opciones que ofrece, como rotar la cámara, zoom o hasta 17 filtros distintos, algunos de ellos espectaculares, como los que nos hacen ver la imagen como si estuviéramos jugando en una NES, una Game Boy o una Super Nintendo, conseguidísimos.

Por cierto, las fotos se guardarán haciendo una captura de pantalla mediante el botón del Joy-Con izquierdo, lo que significa imágenes de 1280×720 píxeles o de 720×1280 píxeles, porque también podremos tomar imágenes verticales. Será un no parar de fondos de pantalla para el ordenador y nuestro teléfono móvil.

Y volviendo al último punto que hace de este Mario, de alguna manera, un sandbox, ahora nuestras acciones influirán en el entorno. En este sentido Super Mario Odyssey es lo opuesto a The Legend of Zelda: Breath of the Wild. En el juego de Link, podíamos no enfrentarnos al último villano hasta que nosotros quisiéramos, pudiendo completar absolutamente todo el mapa antes de hacerlo. Aquí no.

La primera vez que entremos a un reino, este estará, por norma, subyugado por los secuaces de Bowser, 4 conejos hermanos con muy malas artes y pulgas, o por algún otro enemigo que estará impidiendo el normal funcionamiento de las cosas. Cuando acabemos con ellos, será cuando el reino nos ofrezca todo lo que tenía hasta ahora guardado para nosotros, o casi. Porque acabar la historia no será sino el comienzo de algo más grande.

Y es que si de algo puede presumir este juego es de haberse sabido dosificar a la perfección. Podremos jugar tres horas seguidas o diez minutos, siempre tendremos algo que hacer. Pero lo mejor será que nos veremos obligados a pasar por todos los mundos antes de echar por tierra los planes de boda de Bowser y, cuando cumplamos esta tarea y ya nos empecemos a olvidar de los reinos de principio de juego, tendremos que volver a visitarlos porque, ahora sí, estarán completamente abiertos para nuestro disfrute.

 

 

Recapitulando: primero visitaremos las zonas asediadas por los secuaces de Bowser, al encargarnos de ellos accederemos a nuevas zonas y, por último, al “finalizar” la trama del juego, será cuando los mundos realmente exploten en contenido, con decenas de energilunas nuevas, áreas inéditas y pruebas ocultas hasta entonces.

Por cierto, estas pruebas, como carreras, saltos a la comba, voleibol, etc., cuentan con marcadores online, por lo que si conectáis la consola a Internet podréis luchar por entrar entre los primeros puestos de la clasificación (dividida en mundial y amigos).

Y no os hemos hablado de los amiibo. Si escaneamos a Mario, Peach o Bowser (de cualquier serie) obtendremos protección, un corazón o la ubicación de las monedas, respectivamente. Además, con estos amiibo también desbloquearemos trajes, pero absolutamente todo se puede conseguir jugando, y no será ninguna locura, creednos.

Otros amiibo por su parte os darán monedas doradas o corazones de vida y, si los escaneáis en una máquina llamada señor amiibo, al cabo de 5 minutos también os desvelarán dónde se encuentra una energiluna.

Esta no será la única manera de conseguir pistas, puesto que un toad también nos las venderá por un módico precio e incluso el loro Cotorrete nos las cantará, con rima y todo.

Bellas artes itálicas

Ya hemos comentado que jugablemente, el juego es una roca, o un diamante, como más os guste, pero, ¿el resto de apartados le hacen justicia? Mire usted, pues casi sí.

Decimos casi porque, si bien Super Mario Odyssey destaca sobremanera en su parte artística, aunque Nueva Donk sigue chirriando, es en su parte gráfica donde tiene algún que otro altibajo.

Hay reinos que lucen espectaculares, supersólidos y con un trabajo en el texturizado digno de alabar pero, sin embargo, hay otros, los más grandes principalmente, donde veremos algunas texturas de baja calidad y una distancia de dibujo inferior a la que nos habría gustado.

A esto hay que sumarle que hay mundos menos inspirados que otros. Históricamente, en los juegos de Mario, los de agua o hielo siempre han sido muy originales y con temas musicales para recordar, aquí… Bueno, digamos que hay un poco de todo, aunque sí que es verdad que el Reino de Hielo tiene uno de los mejores temas del juego.

Hay otro detalle que no nos ha acabado de gustar, y es esa transparencia punteada que se produce al acercar mucho la cámara. Sirve para que nada nos tape la visión, está claro, pero una transparencia normal habría sido una decisión más acertada. Además, es algo que influye en el modo foto también.

Respecto al sonido, ya habéis leído que habrá melodías mejores que otras, pero la gran mayoría tienen un nivel altísimo.

Naoto Kubo, Shiho Fuji y el maestro Koji Kondo (que vuelve, pero no sabemos hasta qué nivel ha estado involucrado) han abandonado el estilo que disfrutamos en Super Mario 3D World de Wii U (más jazzero) y han vuelto a las canciones animadas y bien diferenciadas para cada reino. Algunas os entrarán en el cerebro y no podréis sacarlas de ahí, avisados estáis. Mención aparte para los temas vocales del juego. Uno ya lo conocéis de sobra, pero habrá más e igual de buenos. Tranquilos, no serán la norma ni mucho menos.

Como curiosidad, cuando acabemos el juego, desbloquearemos muchas cosas. Entre ellas un reproductor de música, donde podremos escuchar, también mientras jugamos, cualquiera de las más de 80 canciones que contiene. La pega es que no podremos ponerlo en modo aleatorio y siempre estará sonando el tema que le indiquemos en bucle a menos que lo cambiemos nosotros manualmente.

Los efectos de sonido no se quedan atrás. Cada captura de Mario y Cappy cuenta, además de con sus propios movimientos y animaciones, con sus propios sonidos, y eso son muchas horas de grabación.

Algunos de estos sonidos sorprenden por lo originales que resultan, como el de la oruga acordeón, y no habrá ninguno que os resulte feo al oído, y eso que siempre estaremos escuchando algo, porque ahora los mundos están más vivos que nunca.

Como veis, muy pocos peros en este apartado.

Me voy de boda

Llegados a este punto, es seguro decir que no hay duda de la grandeza de Super Mario Odyssey.

Juguemos solos o acompañados (uno controla a Mario con un Joy-Con y otro a Cappy, muy bien la experiencia), este nuevo juego de la saga ha venido para erigirse como el rey de los plataformas en 3D y, si no lo consigue, si estará muy cerca de hacerlo.

Es el mejor Mario que se ha hecho desde Super Mario Galaxy (y Galaxy 2, por supuesto), pero es lo suficientemente diferente a estos y a todos los demás, que podríamos perfectamente no compararlo con ninguno.

Por otra parte, tiene un pedacito de cada juego del bigotudo italiano en cada bit, ya sea en forma de personaje, fase, accesorio o melodía. Más de 30 años de historia que, por momentos, se dan la mano con el presente pero con la suavidad justa para que este Odyssey pueda volar por su cuenta, impulsado por la energía de estas nuevas energilunas y de la originalidad y calidad que atesora.

Sus fallos menores, o el haber abrazado en cierta manera el género sandbox, no manchan sino tan solo un poco el triunfal regreso de Mario y compañía. Por suerte, compensa estos pequeños peros con absolutamente todo lo demás. La imaginación y el cariño puestos en este juego no tienen comparación hoy en día y, aunque su duración inicial no sea mucha (menos de 10 horas desbaratar la boda), las posibilidades que se abren tras esto, como más lunas, áreas, logros o el volver a jugar determinadas fases y enfrentarnos nuevamente con los jefes finales, hacen que no queramos soltar el mando en días y días. No solo eso, sino que es un juego que volveremos a empezar desde cero por lo accesible y divertido que resulta desde el primer momento hasta el último.

Ha vuelto Mario, ha vuelto el número uno.

 

Escrito por
Señor Bichos para ti.

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