No es el primer juego que combina un personaje plano en un mundo 3D dentro de las plataformas, pero Ruffy and the Riverside llega para ofrecer su visión de esa vertiente, además de aportar su granito de arena a este género que un día fue el rey de los videojuegos.
Ruffy explora un mundo lleno de imaginación
Ruffy es un oso con capucha que vive en una ciudad tranquila, ayudando a su tío día tras día, y que va acompañado siempre de su amiga la abeja Pip. Un día descubre que está destinado a algo más, y que debe detener al malvado Groll de usar el poder de las canicas para destruir el mundo. Una historia clásica, pero que sirve para dar un poco de hilo conductor al título.
Resulta que Ruffy es especial porque tiene el poder de alterar la realidad mediante el cambio (o canje) de texturas. Es decir, puede asimilar una textura y luego utilizarla en otro lugar para cambiarlo temporalmente. Por ejemplo, si almacenamos enredaderas y las lanzamos a una cascada, esta se vuelve escalable y eso nos permite llegar a otro lugar. También se puede jugar con colores, siendo algo necesario para resolver algunos puzles.
Nuestro gran objetivo es conseguir una serie de letras especiales para salvar el Corazón del Mundo, pero no sería un buen plataformas 3D que busque traer lo clásico a la actualidad sin su componente collectathon. Mariposas, bichitos peludos, estrellas y otros componentes nos esperan por el mundo si realizamos diversas tareas, y obtenemos recompensas por conseguirlos (como monedas para obtener mejoras de vida o la posibilidad de recolorear las texturas del mundo).
Cambiando el mundo para movernos por él
Con más de una decena de horas por delante (según lo fanáticos que seamos o no del 100%), Ruffy and the Riverside es un juego que premia la exploración y los puzles. De hecho la mecánica del canje de texturas es clave para poder avanzar, coger objetos que serían imposibles de otra manera o resolver desafíos variados, como los puzles números que nos plantea cierta ave o poder completar los niveles 2D que nos esperan dentro de ciertos muros.
Hay una buena intención en ofrecer entornos variados en los diferentes mundos que recorremos, en presentar personajes simpáticos y en general en hacer que cada una de las misiones necesarias para conseguir estrellas se sienta algo diferente, pero se abusa demasiado del concepto de recadero, teniendo que ir de una punta a otra del escenario en varias ocasiones para completar puzles (y a veces basados en tiempo, lo cual puede obligar a repetir incluso).
Nuestro héroe puede correr, planear y golpear de un par de maneras diferentes, aunque esto último no brilla como debería. Tampoco brilla la traducción que, si bien es correcta, a veces se cuela con lo literal y choca un poco. Sí que nos llama mucho la atención su música, alegre, variada y pegadiza, y su combinación de estilo de dibujo 2D con animación constante y su mundo 3D (aunque hay algunos lugares dentro del mismo mundo que lucen similares entre sí).
Ruffy and the Riverside funciona a 60 fps en Nintendo Switch 2 en casi todo momento (en la primera híbrida ese número es menos consistente y más bajo) y es una sorpresa grande para los seguidores de los plataformas. Hay aspectos mejorables en distancia de dibujado, pero son aspectos menores que no afean una propuesta que sorprende y entretiene sin ninguna duda (siempre y cuando nos guste coleccionar, ir de un lado a otro y explorar).
Versión del juego analizada: Nintendo Switch 2 (1.0.1)