A la editora Graffiti Games le gustan los pixeles con humor. Lo vimos en Turnip Boy y ahora lo volvemos a ver con Restless Soul, el título que nos ocupa hoy y que promete romper muchas veces la cuarta pared y ofrecer una gran cantidad de chistes en una aventura con toques RPG que nos llega en español.
Que NO descanse en paz
En este título manejamos a un fantasma que tiene, como muchos otros, algo pendiente, por lo que va a intentar volver a la vida consiguiendo las ocho llaves que abren la puerta al mundo de los vivos. Todo ello se desarrolla en una aventura en la que recorreremos pueblos diferentes en los que nos espera el desafío de una torre para conseguir la llave, la cual hace de mazmorra de toda la vida.
En estas mazmorras nos esperan enemigos y jefes a los que hemos de derrotar luchando a base de disparos (y también esquivarlos) que se mueven en varias direcciones, algo similar a lo que vemos en The Binding of Isaac, pero con un dificultad mucho más baja. Además de combates y diálogos, también tenemos algún que otro pequeño puzle para conseguir así que el ritmo sea algo mejor, pero quizás alguno más habría estado bien.
Restless Soul sabe su techo
Restless Soul es un juego que destaca (o no) por su humor absurdo con algunos chistes archiconocidos. Y es que está presente en tres cuartos de los diálogos por lo menos, lo cual puede ser un punto a favor o en contra en función de lo que eso nos guste o sature, pero al ser un juego algo corto tampoco es que tengamos demasiadas horas de diálogo.
Todo el juego se desarrolla en blanco y negro con escenarios de distinta temática con un estilo que combina pixeles y escenarios 3D que buscan también emular el píxel. Eso permite que algunos elementos tengan más detalle de lo que podría esperarse, aunque por desgracia muchos son algo básicos.
Restless Soul es un título que no innova en lo jugable, pero que apuesta por un estilo de presentación y de humor con el que conquistar a algunos jugadores, lo cual también hace que otros se echen para atrás. Si buscáis una aventura desenfadada para unas pocas horas, esta obra del argentino Fuz es para vosotros.