Desde que naciera y revolucionara el mundillo, la saga Mario Kart ha visto como su fórmula haya servido de inspiración a cientos de juegos a lo largo de los años. Un imán que atrae por igual a todo tipo de jugadores y donde Pitufos Kart busca ofrecer una alternativa a los más jóvenes de la casa. Una licencia para la que no pasan los años.
Pitufando que es gerundio
De este modo, tomando la base y estructura tradicional de la franquicia de Nintendo, Pitufos Kart ofrece tres copas de cuatro circuitos cada una donde se enfrentan ocho corredores para alcanzar el ansiado trofeo de oro. Los inevitables ítems nos facilitarán el trabajo, o lo complicarán si los usan contra nosotros, con unos efectos que casi parecen un calco de lo visto en los juegos del fontanero. No lanzamos caparazones pero sí bellotas y otros objetos propios de la aldea Pitufa mientras recorremos su poblado.
Cada personaje cuenta con un kart personalizado.
Un pueblo que es el centro neurálgico de la mayoría de los recorridos con sus grandes árboles, casas y pitufos por doquier como público. Esto le otorga un ambiente agradable y familiar para todos pero a la vez una escasa diferenciación visual entre todo ellos. Sí, recorremos la playa, los maizales y enormes estructuras de madera pero siempre bajo el paraguas de su arboleda haciendo que todas las pistas, más allá de un diseño bastante interesante, se sientan como extensiones unas de otras en ambientación.
Esto es así hasta llegar a la copa final, ambientada íntegramente en Gargamel y su torre donde todo se torna mucho más complicado y ,todo sea dicho, algo complicado de ver bien el trazado. Rampas y turbos son los ingredientes que aderezan todos los rincones de los circuitos
No lanzamos caparazones pero sí bellotas y otros objetos propios de una aldea Pitufa
Una competición por pulir
Lo cierto es que Pitufos Kart se siente un buen producto, con sus asperezas para los jugadores experimentados, pero más que divertido para los jóvenes. Falta quizá una cámara más suave, que acompañe a la acción sin saltos ni brusquedades, sobre todo en los saltos e irregularidades del terreno pronunciadas. Porque por otro lado el control responde bien, con sus derrapes calcados de Mario Kart, con giro tradicional o por movimientos y las asistencias en control si lo vemos necesario.
La colección de pegatinas es una motivación más para seguir jugando
Echamos en falta un apartado sonoro mucho más cuidado, que incluso se olvida del sonido de nuestro kart y no se preocupa por contar con tediosos sonidos al recoger las constantes cajas regalo que contienen ítems. Esto junto a unas mejorables físicas cuando chocamos o los molestos límites de la pista en algunos circuitos le alejan de ser un producto más recomendable para otro público. Por esto la ausencia de los 60 fps no es importante aquí, pero sí un mayor cuidado en el excesivo pop-in en su multijugador apareciendo de repente no sólo objetos del escenario si no las monedas, que otorgan velocidad adicional, y objetos con los que interactuamos.
Se siente un buen producto para los jóvenes a pesar de echar en falta ser más cuidadoso
A pesar de tener un contenido justo, encontramos modo espejo, un interesante contrarreloj donde conseguir medallas, un álbum de pegatinas que obtenemos por cumplir acciones mientras jugamos y una dificultad, con dos cilindradas, bien medida bastante de agradecer teniendo en cuenta su público objetivo. No es la panacea pero sirve para pasar unas tardes divertidas en casa junto a tres amigos más.
SI mantenemos la flecha en la zona verde cogemos impulso en la salida.