Una de las mayores historias de redención del mundo de los videojuegos, si no la mayor, es la de No Man’s Sky, un juego que, por presiones por lo que sabemos ahora, se lanzó mucho antes de lo debido. Sin embargo, Hello Games, al contrario que muchas otras compañías, decidió no tirar la toalla y ha ido, poco a poco y durante ya seis años, puliendo el título hasta lograr algo muy, muy cercano a la idea que tenían en la cabeza y a lo que nos prometieron en un principio. Y esa es la versión que tenemos en Nintendo Switch, con un par de salvedades aquí y allá y con el inevitable recorte gráfico.
6 años más tarde…
No Man’s Sky es hoy por hoy, vamos a olvidar las condiciones iniciales en las que salió a la venta, una aventura de descubrimiento espacial influenciada por obras como Star Trek (las series, dejemos a las películas de acción al margen), y sobre todo por la literatura pulp, esa que se vendía en un formato poco glamuroso y que estaba adornada con ilustraciones de criaturas muy diferentes a las vistas en la Tierra muchas veces acompañadas por una fémina con una escafandra y ropa interior como todo atuendo. Y eso es bueno.
El juego de Hello Games no se parece a nada a lo que hayamos jugado antes y dudamos que se vaya a parecer a lo que juguemos en un futuro cercano, tanto en escala como en diseño. El truco está en que se usa la generación procedimental en los entornos y en la flora y fauna de los planetas que visitemos, por lo que cada uno será diferente al anterior y de hecho eso se traducirá en que cada jugador verá unos mundos y no los de cualquier otra persona, aunque hay truco. Sí, porque No Man’s Sky puede parecer infinito, y lo es en muchos aspectos, pero juega demasiado con la suerte (puedes tirarte horas viajando por planetas aburridos e insulsos de ver o dar con tres seguidos que te obligarán casi a usar el modo foto) y también con la repetición de elementos. Por ejemplo, será habitual encontrar las mismas estalactitas o rocas en varios planetas pero en cada uno se llamarán diferente o darán distintos materiales, o también los animales compartirán muy de cuando en cuando una cabeza pegada a un cuerpo con el que estará más o menos en sintonía (y se ha arreglado esto desde la primera versión del juego). Es algo que cuanto más juegas evidentemente más pasa, y quita algo de sensación de descubrimiento al conjunto, aunque éste se fundamente ahora en otros muchos pilares.
Analizar este título ahora es como analizar un juego nuevo al visto hace 6 años. No Man’s Sky, y permitidnos que no nos explayemos en todo, ya no va solo de viajar recolectando materiales (su principal elemento jugable por otra parte, muy similar a lo visto en Subnautica y tantos otros), sino que ahora también va de montar ciudades enteras en la superficie o bajo el agua, de abastecernos gracias a lo que den nuestros propios huertos, de criar criaturas y combinar su ADN al más puro estilo Jurassic World Evolution, de pelear en el espacio a base de láseres, de construir robots acompañantes… Todo ello mientras nos cuenta una historia que ha ganado alrededor de 30 horas de narración desde 2016 y que va de seres ancestrales, nuevos idiomas, etc. Claro, todo es tan grande que nos será fácil dispersarnos de la trama principal por culpa de la cantidad de secundarias disponibles (muchas anodinas o repetidas ya que también se construyen procedimentalmente a veces, o sea, a retazos), pero no tardaremos en volver a ella gracias también a los nuevos elementos que han hecho que ganemos en calidad de vida, como los demandados portales o el nuevo inventario.
Como veis, hay un poco de todo para cada uno, pero nunca perdáis de vista el hecho de que la recolección de materiales sigue siendo algo primordial (algo menos en el nivel más fácil de los 3 disponibles), y queda más que claro en las primeras horas de la aventura, unas horas por las que debéis pasar para luego ver cómo todo estalla ante vosotros y se abre una abrumadora cantidad de opciones, también de personalización, porque hay más apariencias que nunca para nosotros, nuestra nave, refugios, etc.
Y vamos con lo que a muchos os preocupa y no os culpo, ¿qué tal rinde No Man’s Sky en Nintendo Switch? Pues esta versión es, por mucho, la peor en texturas, fps (30 casi siempre estables), distancia de dibujo, conectividad (no tiene modo multijugador)… Pero da igual. De verdad, tener el universo en la palma de nuestra mano es tan asombroso que incluso cuando conectamos la consola al dock y vemos en grande ese popping o esa roca casi lisa sin textura, se lo perdonamos. ¿Deberíamos? Quizás no, pero es que el juego, por su inmensidad, causa tan grata impresión aun pese a todo lo comentado ahora, que entran ganas hasta de aplaudir el trabajo realizado en un port porque tampoco habrá sido fácil, y sin nube ni nada de por medio, todo en el cartucho salvo la última actualización que debéis instalar casi sí o sí. Sale perdiendo si lo comparas con cualquier otra versión, pero divierte igual que en el resto. En el apartado sonoro contamos con algunos efectos muy buenos y otros mejorables, pero con una banda sonora épica que sabe cuándo subir el volumen y cuándo dejarnos oír el paisaje que tenemos delante. Atmosférica casi siempre, muchas de las melodías que suenan son para oír leyendo relatos de ciencia ficción.
Ha tardado más de un lustro en llegar a ser la visión que sus creadores tenían de él, pero No Man’s Sky ya es algo a lo que jugar y de lo que estar orgulloso, también en Nintendo Switch.
