¿Eres de los que echa de menos las mecánicas jugables tipo tanque de los Resident Evil clásicos o su desarrollo enrevesado con premiaba la exploración y la resolución de puzles? ¿Recuerdas los momentos de tensión que vivías jugando a ese juego llamado Silent Hill? A lo mejor no tienes que hacer tanto memoria, sino ponerte a los mandos de Signalis para revivir todo aquello. ¡Y de lo manera más moderna posible!
Despierta.
Ambientado en un futuro distópico, Signalis comienza cuando Elster, un robot conocido como replika, despierta de su letargo en medio de una mina abandonada sin saber cómo ha llegado hasta ahí ni cuál es su misión.
Signalis es en esencia un survival horror. Durante el juego exploramos unas minas abandonadas en donde no parece haber viva humana alguna dentro, pero sí algo distinto. Exploramos salas en busca de información sobre lo que ahí sucede y no tardamos en encontrar un arma que nos ayudará a enfrentar a los peligros que nos acechan. Nuestras balas son contadas, por lo que debemos utilizar con cabeza los escasos recursos que el medio nos otorga.
Penrose-512
Para poder avanzar no faltarán los puzles. La resolución de la mayoría de estos consiste en combinar objetos encontrados en distintos del mapa, que nos abrirán el camino a modo de llave; o interconectar un elemento visto anteriormente con otro situado en otra estancia más allá. Por supuesto no faltará el backtraking, por lo que a medida que consigamos nuevos objetos y recursos tendremos que revisitar escenarios pasados para seguir abriéndonos camino.
Como sucedía en los clásicos, nada viene dado, pero lo que deberemos buscarnos las castañas nosotros solitos para sobrevivir. Esto se traduce en una experiencia más inmersiva, en donde descubrir y conocer lo que hay, su historia y tejemanejes reside en el afán de propio jugador por descubrirlo por sí mismo, explorando, buscando, leyendo documentos, observando pequeños detalles.
La acción por su parte cuanta con un control puramente clásico, en donde con un botón apuntamos con una mira láser, quedándonos estáticos en el sitio, buscando al enemigos en los 360º, mientras que con otro botón disparamos o recargamos con otro distinto. Lo que se conoce de toda la vida como una jugabilidad tipo tanque pero depurada para la ocasión, en la que se ha suavizado los animaciones y los movimientos del personaje, para eliminar toda sensación de rigidez y obsoletismo.
En las luces hay sombras
El apartado artístico de Signalis hace uso de un todo sombrío para albergar esa ambientación terrorífica en la que nos quiere envolver. Destaca la iluminación y el juego de luces, así como cuidada animación de personajes que se mueven con total fluidez por los escenarios.
Todo esto se complementa con varias secuencias que se narra la historia y en el que se ha empleado un tono anime que terminan de darle ese toque de personalidad que buscaba. En cambio, como aspecto negativo tenemos que señalar su diseño de escenarios, en el que estéticamente dan la impresión de simples y reiterativos.
En el apartado sonoro destacan los efectos de sonido, como el ruido estremecedor que hacen los enemigos o los sonidos de fondo que nos alertan del peligro presente en las sombres, contribuyendo a crear la atmósfera del juego. A pesar de esto, en general, a nivel de ritmo y composiciones suele pasar desapercibida salvo contadas excepciones.
Signalis es un llamamiento a la nostalgia, recogiendo el testigo 25 años después para retrotraernos a los juegos más influyentes de la época de los 32 bits. Ni corto ni perezoso, no se conforma con ser una copia, si no que alberga un gran trabajo con el fin de actualizar la fórmula a nuestros tiempos sin perder ni un ápice de la esencia de los clásicos. Puede que nos recuerde a esos juegos más de lo que debiere, pero lo compensa con un desarrollo sólido y una historia que sabe mantener el misterio y la tensión constantemente.