Estamos en el décimo aniversario de la saga Momodora, una serie de plataformas y acción cuya última entrega pudimos disfrutar en Nintendo Switch. Ahora llega a la consola Minoria, una especie de secuela espritual con un nuevo universo y un abandono del pixel art que caracterizaba a primera. Además, al no ser parte de la misma saga, puede disfrutarse completamente sin tener ni idea de los otros juegos.
Minoria: monjas y brujas
En la piel de la Hermana Semilla, acompañada de la hermana Fran, debemos rescatar a la princesa del reino del Ramezia y poner fin a un aquelarre que pretende poner el mundo patas arriba. Además, la hermana de la princesa está también metida en el ajo y poco a poco la cosa se complica. En definitiva, una historia algo típica pero con chica, con lore contado a través de secuencias y datos en el diario (con todos los textos en castellano). Aunque todo eso no evita que el juego también sea 100% disfrutable para los que quieran ir a saco y pasar de la historia.
Si nos centramos en lo puramente jugable, estamos ante un título 2D en el que principalmente podemos atacar, saltar y cubrirnos o esquivar. Sencillo en teoría, pero más complejo en la práctica porque hay que medir bien los tiempos (los enemigos nos hacen mucho daño), y también hemos de saber utilizar cuando convenga ciertos inciensos especiales para curarnos, lanzar proyectiles u otras acciones de interés.
La travesía es dura, aunque por suerte en los puntos de guardado se restauran los inciensos y nuestra vida al máximo. El avance, típico de su género, se basa en adquirir nuevas habilidades que nos permitan acceder a lugares antes inaccesibles. En el mapa siempre podemos ver sitios en los que no hemos estado o puertas no abiertas, aunque la falta de leyenda o sellos hace que tengamos que recordar nosotros mismos qué podría hacer falta en dicho lugar.
Ambientación oscura con personajes coloridos
Las mecánicas funcionan bien, y poco a poco van ganando variedad y velocidad con las nuevas habilidades. No obstante, el salto puede no gustar a todo el mundo, y el combate requiere cierto entrenamiento para ser dominado y, una vez llegado a ese punto, los encuentros nos resultarán similares entre sí, a no ser que sea contra un jefe. La dificultad va progresando bien conforme avanzamos, aunque la última presenta ciertos picos en algunas salas que desvirtúa un poco el desarrollo, bien llevado en la mayor parte de la aventura.
La duración de una partida normal de Minoria está en torno a las seis horas, pero obviamente un título de estas características cuenta con extras para alargar la duración. Por un lado, las opciones que tomamos, pueden invitarnos a querer rejugar el juego eligiendo distintas respuestas, y por otro tenemos los premios por exploración en forma de archivos de información o monedas de plata (que pueden usarse para adquirir inciensos).
El tono gráfico del juego está cuidado en lo relativo al diseño de personajes y a pequeñas animaciones (como la de freno al correr), aunque ciertos movimientos pueden resultar algo robóticos o exagerados y algunos escenarios se parecen demasiado entre sí. Los personajes parecen de serie infantil, sin embargo la ambientación es mucho más oscura, creando un contraste bastante interesante que nos atrapa. Por su parte, la música encaja muy bien con la ambientación del mundo, contando con melodías que nos harán ponernos los cascos o subir el volumen.
Minoria es un metroidvania bastante decente, con ese toque de dificultad elevada que tanto se lleva hoy día. Es necesario dominar su esquiva y bloqueo para salir airosos de la aventura, y también comprender sus peculiaridades para sacarle todo el jugo, pero una vez dentro ya todo es diversión. Tiene algunos aspectos que distan de ser brillantes, pero el conjunto es sólido y bastante entretenido, que es lo importante.