El estudio francés PastaGames, creadores de las últimas iteraciones de Arkanoid y Pang, vuelven a su estilo pixelado utilizado en Pix the Cat para ofrecernos KarmaZoo, un juego con el foco puesto totalmente en el multijugador (y por ello tiene crossplay).
No pierdas la luz en KarmaZoo
Tras un tutorial que nos hace entender lo básico, llegamos a una sala, que es nuestro menú interactivo. De ahí podemos entrar o montar salas de multijugador online privadas o con gente desconocida. Para evitar que jugar con gente desconocida nos deje en mal lugar o que haya gente que sea algo individualista, se obliga al 100% a la cooperación, y se premia.
Esto es así gracias a un sistema de karma en el que si ayudamos a otro jugador se nos premia, y este puede mandarnos un corazón incluso. Podemos morir en cualquier lugar y dejar una plataforma que otro puede usar y, además, existe un sistema de luces que nos rodean que se van cerrando mientras no tengamos un compañero cerca (lo cual nos hace ver menos cada vez y, si llega a cerrarse, nos elimina). Esto último puede parecer molesto, pero obliga al grupo a mantenerse junto y así cooperar como se debe.
Disponemos de varios personajes que podemos controlar, y cada uno de ellos tiene una habilidad única (como salto adicional, planeo o posibilidad de cantar en todas las direcciones), que se añade a las básicas comunes de salto y canto (para activar algunas plataformas e interruptores). Empezamos con uno solo y si queremos desbloquear al resto necesitamos puntos de Karma (sí, para eso sirve cooperar y ayudar a otros).
La odisea de desbloquear
El juego en sí realmente es infinito, porque los niveles se generan en cada partida, pero hay una estructura que se mantiene cada partida, y es que los niveles se juegan en lotes de cinco, y hay premios por completarlos y potenciadores que se consiguen para usar entre ellos. La verdadera motivación puede estar en conseguirlo todo, pero la verdad es que conseguir todos los personajes requiere una cantidad ingente de puntos, por lo que nos quedaremos al final con los que pensemos que son nuestros favoritos (podemos leer lo que tiene cada uno antes de comprarlo, pero no probarlo).
En general el juego se resuelve bastante bien y se adapta a las capacidades del grupo, pues el objetivo de cada nivel es llegar de un punto A a otro B completando puzles en equipo y saltando en escenarios que se adaptan al tamaño del grupo y a los personajes escogidos, pero hay también unas frutas que nos dan premios si las conseguimos (no son obligatorias, y eso hace que el menos ducho pueda no pararse en ellas).
El estilo visual de KarmaZoo es sencillo pero eficaz, y viene acompañado de juegos de luces muy interesantes. Lo mismo ocurre con su música, funciona y tiene algún atisbo de luz, pero tampoco es la panacea. Lo que sí nos convence es el rendimiento del juego y sus opciones de accesibilidad en lo relativo a fuentes, colores y otros aspectos que hacen que la experiencia esté disponible para un abanico grane de jugadores (siempre que tengan un mínimo de habilidad).
KarmaZoo es un juego singular, pero uno que depende de tener un grupo de gente con la que jugar. Si bien jugar con desconocidos es bastante factible, con amigos y un chat la diversión puede ser mayor. Tiene peculiaridades en su diseño, puede no ser para todo el mundo y hacerse algo repetitivo en diseño, pero si te gusta, engancha.
Versión del juego analizada: 1.0.2
