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Análisis de Diablo III: Eternal Collection

Diablo III: Eternal Collection llega a Nintendo Switch en su versión más completa que hace uso de las cualidades de la consola portátil para brindarnos una experiencia multijugador muy buena. No cambia mucho desde que salió su última expansión, Reaper of Souls, pero nos brinda la primera oportunidad desde Starcraft 64 de disfrutar de un juego de Blizzard en nuestras consolas Nintendo.

El juego que revolucionó 1996

Diablo III es la tercera parte del famoso juego de Blizzard, Diablo, que supuso una vuelta de tuerca en el género y en la forma de gestionar el multijugador en él. En 1996 internet no era algo que estuviera en todos los hogares, pero aquellos que tenían la suerte de disfrutar de esas velocidades ridículas podían jugar a un juego memorable y explorar en compañía de gente de otras partes del mundo las catacumbas de Tristán en busca de Diablo. Sin embargo, esos compañeros bien podían ser traicioneros enemigos preparados para asaltarnos en el momento más doloroso y robarnos aquel objeto que tantas horas nos había costado conseguir. Y, llegamos a 2012 para recibir a su tercera parte, tras el exitoso Diablo II.

La tercera parte con sus decisiones controvertidas se consiguió poner en boca de todos, y no para bien. Por suerte, con la expansión Reaper of Souls se devolvió al juego al lugar al que pertenecía… Más o menos. 6 años después recibimos la versión más completa. Diablo III: Eternal Collection, en Nintendo Switch, como un golpe de gracia que nadie esperaba.

Matando zombis en Nueva Tristán

Diablo III: Eternal Collection es un juego de acción en el cual encarnamos a una de las clases iniciales mientras se enfrenta a las legiones de zombies del infame Diablo, que busca acabar con Tristán y con la humanidad. Para ello, nuestro héroe cuenta con una serie de habilidades que desbloquea conforme sube de nivel, cada una repartida en los grupos asignados a cada botón. Un sistema sencillo (quizá demasiado) y que funciona muy bien en su vertiente más arcade.

Enfatizo esto porque uno podría pensar que Diablo III es uno de esos juegos de rol concienzudos en los que hay que pensar al detalle cada nuevo movimiento. La realidad es que no. Diablo III tiene más de arcade. Vamos consiguiendo equipo (que se genera de forma más o menos aleatoria, igual que los enemigos de cada escenario) a medida que avanzamos, aunque sólo influye en la apariencia y en las estadísticas. Da igual que equipemos una espada o una ballesta, si tu personaje ataca a los enemigos lanzando jarros de arañas así seguirá. Es decir, el equipo es relevante pero solo hasta cierto punto, lo que simplifica el componente RPG y acentúa su vertiente arcade.

Además, podemos cambiar las habilidades siempre que queramos, excepto al luchar contra jefes, por lo que tenemos acceso a todas las posibilidades de nuestro personaje en todo momento. Lo cual es bueno si no quieres comerte mucho la cabeza, pero no es especialmente positivo para la inmersión en la partida. Dos personajes nigromantes serán prácticamente iguales, sólo cambiará el equipo y el nivel.

Un modo multijugador de lujo, tanto en modo local como online

Lo mejor de Diablo III: Eternal Collection es que podemos jugarlo en compañía de todas las maneras posibles, incluso con los Joy Con (empleando un control simplificado). En multijugador gana enteros y se convierte en una experiencia maravillosa. Lo malo es que los héroes de temporada sólo se pueden coger con conexiones Nintendo Switch Online, por lo que no se los puede usar para el multijugador local (a no ser que la otra persona tenga también una cuenta NSO).

No es de extrañar que alguna web amarillista haya lanzado el grito al cielo al no poder jugar en multijugador local con la misma consola, pero la realidad es que sí puedes. A la hora de crear personaje, tienes cuatro opciones. Héroes normales, Héroes indefinidos (que si mueren ya no los puedes usar) y los héroes (indefinidos o no) de temporada, que son los que requieren la conexión permamente y, por tanto, no permiten el juego local si no se cumplen los requisitos. Por defecto creamos un héroe normal de temporada, y de ahí el origen de todo este lío. Con hñeroes normales y jugando sin conexión podemos hacer uso del multijugador sin problemas. No obstante, parte de culpa de esta confusión la tiene Blizzard en el diseño del menú inicial de la partida, que es un poco confuso.

Una aventura oscura

Una vez aclarado esto, nos ponemos en la piel de nuestro héroe (con o sin amigo) y nos embarcamos en la aventura que nos propone Blizzard. Diablo III: Eternal Collection es un juego cuyo mayor atractivo es la optimización del personaje mediante el equipo. Así pues, derrotamos hordas de enemigo haciendo uso de nuestras habilidades asignadas cada una a un botón, curándonos con nuestra poción infinita o esquivando ataques enemigos. Recogemos el botín y nos equipamos aquello que nos interese, deshaciéndonos de lo demás (ya sea reciclándolo para obtener materiales para fabricar otros objetos, vendiéndolo o tirándolo directamente).

En todo momento tenemos acceso al mapa y a un sistema que nos permite regresar a Nueva Tristán, nuestro centro de operaciones donde podemos hacer todas las actividades de mercado típicas de los juegos de rol. Así, avanzamos por la historia cumpliendo misiones, subiendo de nivel y mejorando a nuestro personaje. Pero por mucho que le equipo una espada, sigo lanzando jarrones llenos de arañas (cada vez más poderosas gracias a las runas de habilidad, eso sí).

¿Dices que es el fin de mundo? Espérate que consiga ese anillo legendario y luego te hago caso

Y aquí viene uno de los mayores problemas del juego. La sensación de estar avanzando porque sí. La historia es bastante dark-naïve (esto es, una historia con detalles escabrosos pero que realmente es para que la entiendan los niños pequeños) y tiene muy poco gancho, los escenarios están bien pero tampoco son espectaculares y, en general, se ve todo tan pequeño que apenas distingues muy bien lo que estás haciendo. Pero es divertido machacar zombies con jarros de arañas (o escupitajos, o ranas explosivas o bombas de fuego, son las cuatro posibilidades de mi médico brujo).

Dicho esto, no es que las habilidades sean pocas. ¡Al contrario! Variedad no le falta y el equipo influye, pero no de la forma natural en la que suele influir en la mayoría de juegos. Esta afirmación es muy personal y estoy seguro de que hay gente que lo prefiere tal y como es, pero me habría gustado que mi arma fuera algo más que una skin bonita para el personaje y un potenciador de atributos. Realmente, habría querido que influyera en la forma de jugar de forma directa.

A nivel técnico, por otro lado, Diablo III: Eternal Collection es como nuestros personajes dentro del juego. Está completamente optimizado para funcionar sin problemas en Nintendo Switch, aunque no está exento de sacrificios. Menor resolución, menor calidad en los efectos, etc. Pero, oye, lo puedes jugar en modo portátil.

El doblaje en castellano (que tenemos que descargar aparte) da un poco de lástima. Los actores de doblaje no parecen nada motivados, tal vez por el sinsentido que les obligan a decir en una historia cuyos diálogos no tienen ni pies ni cabeza. O quizá porque para entender bien la historia de Diablo III necesitas conocer las de Diablo I y Diablo II y eso hace que pierda interés para todos aquellos jugadores que no la conocen o no la recuerdan. Una lástima no poder cambiar el idioma del audio durante la partida.

Diablo III no sorprende, pero sí divierte

Por supuesto, todos estos problemas dan igual cuando nos acompaña un amigo en la aventura, especialmente en modo local. Que se sume a la partida es tan fácil como, estando el mando sincronizado, que pulse el botón A y elija a su personaje (tiene que haberlo creado de antemano en su cuenta de la consola -o la cuenta de invitado que hayamos creado nosotros-).

Diablo III: Eternal Collection no es una obra maestra como sí lo fueron sus precuelas. No sorprende ahora ni tampoco en su día. Es un juego divertido (sobre todo en compañía) y con muchas posibilidades, moderadamente bonito y con la capacidad de absorber nuestro tiempo si nos obsesionamos con optimizar a nuestros personajes (porque la historia es mucho menos emocionante que organizar nuestro alijo de objetos legendarios). Es una suerte poder contar con la versión más completa (también al precio más completo) en Nintendo Switch que, a pesar de las limitaciones, se convierte en una opción muy recomendable para los amantes del género. Un género que prácticamente creo que propio Diablo. Por cierto, no olvides bajarte el DLC gratuito con el paquete de idiomas en castellano.

Resumen
Diablo III: Eternal Collection es un juego entretenido, especialmente divertido para jugarlo en compañía. Su mecánica de optimización de personajes es absorbente, al contrario que su historia y ambientación. Recomendable.
7.5
Bueno
Escrito por
Escribo análisis de vez en cuando. Llevo haciéndolo desde los oscuros orígenes de la web, cuando por internet vagaban las hadas y los dragones y todo, todo, era mejor.

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