FInal Fantasy XII – The Zodiac Age es el último título de la serie numerada de la famosa saga de rol que llega a Nintendo Switch tras su anuncio en un Nintendo Direct. Al igual que Final Fantasy X | X-2 HD Remaster, el lanzamiento de este capítulo llega en formato físico a la consola. Es una entrega que en su día no dejó indiferente a nadie por los cambios que supuso para la franquicia, y cuyo desarrollo tuvo varios altibajos por su cambio de director a mitad del proyecto (por enfermedad). Con el fin de hacer más ágil la experiencia, su revisión incorpora algunas modificaciones para hacerlo más accesible y rápido, aunque para algunos pueda suponer un cambio a peor.
Hisashiburi, Ivalice
Para aquellos que jugaron a las entregas de Final Fantasy Tactics, el mundo de Ivalice y todas sus características razas son algo bastante conocido. Sin embargo, nunca un título de la serie principal había tenido lugar en este mundo hasta esta entrega. La idea de utilizar este universo viene acompañada de una historia más oscura de rebelión e imperio que mucha gente compara con Star Wars, pero que acontece de una forma más peculiar y con una recta final más floja que la primera mitad de la trama.
Nuestra misión nos lleva a Dalmasca, un reino que se ha visto sometido a la tiranía de Arcadia tras la muerte de su rey. En este lugar se unen Vaan y Ashe, dos jóvenes que han perdido a sus familias en el conflicto bélico y que no quieren que la situación continúe como hasta ahora. Es una historia que alberga sorpresas pero también movimientos predecibles, toda ella bien ambientada en un mundo fantástico bastante interesante con varios momentos memorables.
El grupo de héroes está formado por seis personajes, a los que se unen otros de forma temporal. Durante la aventura manejaremos a tres de ellos, que en caso de caer en combate darían paso al trío suplente. A pesar de que varios de éstos resultan interesantes y carismáticos, el dúo inicial (Vaan y Penelo) se antoja bastante flojo en su desarrollo, trasfondo e implicación en la trama, dejando la sensación de que él en particular está en su posición para que el protagonista sea un chaval en lugar de un adulto.
El adiós a los turnos de Final Fantasy
La saga japonesa parecía tener cimientos inamovibles hasta la llegada de esta entrega. Eso supuso en su momento varios detractores, pero el tiempo ha puesto en su lugar a esta obra, mucho más integrada en el panorama actual en el que las batallas tradicionales aleatorias por turnos no son la principal vertiente del género. Los enemigos aquí aparecen en el mapa, y no se produce un “cambio de pantalla” al entrar en combate, sino que blandimos nuestra arma y pasamos a poder realizar las diferentes acciones posibles. Esto es algo que busca una mayor cohesión en las batallas, a las que ahora se pueden “invitar” más enemigos que pasen cerca de la misma.
El sistema mantiene algo de los turnos, ya que cada acción (seleccionada durante una pequeña pausa) que realicemos requiere cierto tiempo para ejecutarse, pero favorece el ataque físico gracias a la automatización del mismo una vez que se ha marcado a un enemigo. El movimiento de nuestro personaje es libre en todo momento, algo útil para esquivar o acercarnos a los rivales, que solo pueden ser atacados desde cierta distancia. Al principio resulta algo monótono, pero luego gana en complejidad gracias a las habilidades (magias y técnicas) y a los ataques especiales llamados “sublimaciones”, que pueden transformarse en ataques supremos si encadenamos los de diferentes personajes de forma adecuada.
Como buen Final Fantasy, no puede faltar un buen sistema de progreso de personajes, algo que va ligado al sistema Zodiac y a las licencias. Cada personaje puede desarrollarse libremente escogiendo una combinación de dos oficios entre un total de doce, a lo que se añaden los tableros, en los cuales vamos desbloqueando casillas de cada personaje utilizando puntos de licencia para que aprendan nuevas habilidades o puedan usar ciertas piezas de equipo. Lo mejor de todo es que, si las elecciones que hemos tomado no nos convencen, podemos “resetearlas” y crear un nuevo estilo que se adapte más a nuestras necesidades o estilo de juego.
Quiero ser pirata del aire
Este sistema sin embargo solo nos deja control total sobre uno de los personajes al mismo tiempo, motivo por el que entra en juego el sistema Gambit. Aunque siempre está la opción de dar órdenes o manejar individualmente a todos nuestros compañeros de equipo (lo más preciso pero lo más lento), podemos optar por “equiparles” condiciones y acciones que realicen de forma automática. Por ejemplo, podemos tener la acción “curar” unida a la condición “si algún miembro del equipo ha perdido más de la mitad de la vida”, para que dicha acción se realice siempre que sea posible y se cumpla la condición.
Las recompensas de cada batalla caen de los enemigos al ser derrotados, aunque aquí la mayoría de los guiles (la moneda de FF imprescindible para comprar) se obtienen mediante cofres o como recompensas de misiones de cacería, encargos que nos llevan a enfrentarnos con monstruos especiales llamados escorias. Y si los enfrentamientos son lo nuestro, podemos probar el modo desafío, un añadido al margen de la historia que nos permite usar a nuestro equipo frente a cien oleadas de enemigos para conseguir mejoras para la aventura.
La duración del juego supera las 40 horas, y ya en función de la velocidad de la partida y las misiones secundarias que realicemos ese número puede disminuir algo o aumentar considerablemente. En general hay muchos secretos y algún que otro cameo de personajes de la serie Tactics, y se nota que el mundo está bien construido. Además, el desplazamiento entre lugares es sencillo gracias a los teletransportes, pero algunos detalles que quedan resueltos de una forma muy anecdótica (para la relevancia que parecen tener) se hacen notar.
Un remaster de interés
A nivel visual se nota que estamos ante un título de PS2, pero hay mejoras sustanciales en las secuencias de vídeo, las texturas y los tiempos de carga entre zonas para que se sienta algo más nuevo. Esta versión añade además la opción de cambiar la velocidad de juego cuando deseemos pulsando un botón, un autoguardado que acompaña al sistema tradicional en cristales y para escuchar la fantástica música contamos con tres opciones: versión original, reorquestada o extraída de la banda sonora original en CD.
Las voces en japonés son buenas (también están en inglés) y los subtítulos en español se ven con claridad. La cámara quizás sea un aspecto criticable ya que, aunque puede moverse a nuestra voluntad, en ocasiones puede dejarnos vendidos (aunque para nada es frecuente). En lo relativo al modo portátil, se nota que la resolución es inferior y se pierde nitidez, pero la tasa de imágenes es constante tanto en este modo como en el TV.
Final Fantasy XII The Zodiac Age es una aventura que llega con todo lo bueno y malo de su lanzamiento original, pero con novedades de peso para que la experiencia resulte más actual y rápida. El tiempo ha hecho ver que esta entrega merece más atención de la que obtuvo en su día, aunque hubiese sido interesante que ciertos detalles del desarrollo y la trama que se quedaron pobres en su momento se hubieran mejorado.