Nuestra aventura comienza cuando una deslumbrante deidad desciende de los cielos ante una joven sacerdotisa. El mundo corre un serio peligro y ella ha sido la elegida para portar una reliquia mística, que le permitirá hacer frente al mal y liberar los sellos que los demonios han colocado sobre las puertas sagradas. Poco más que este breve contexto es lo que tiene para ofrecer la historia de Kamiko. Unas cuantas líneas para ponernos en situación y otras tantas para el cierre, que aunque sólo han sido traducidas al inglés y tres tipos de runas, no suponen un impedimento para disfrutar de la aventura.
La determinación de las sacerdotisas
Es su apariencia y su sonido lo primero que nos llama la atención, con unos escenarios cuidados donde no faltan los detalles. Aunque no llegan a contar una historia, si que logran dar forma a un bonito y vibrante mundo post-apocalíptico, a lo largo de cuatro localizaciones diferentes. Su diseño es literalmente milimétrico, sacando además un buen partido a sus diferentes capas y ajustando perfectamente por donde pueden o no pasar los personajes. Con lo que respecta al sonido, nos han sorprendido para bien todas y cada una de sus agradables melodías, que difícilmente nos cansamos de escuchar, aderezadas con multitud de efectos de sonido.
Golpea y corre
Kamiko tiene un sistema de control que ha dado un salto con respecto al anterior título del estudio. Tenemos más libertad de movimiento con un resultado bastante pulido y preciso, donde las colisiones se ajustan a la perfección. Algo de agradecer, ya que esquivar enemigos y evadir ataques es un parte fundamental del juego como veremos más adelante. No obstante, el combate es bastante simple. Nuestras acciones se reducen a realizar un combo de tres ataques, lanzar un ataque especial y correr como alma que lleva el diablo. Para más inri, aunque podemos movernos en diagonal, sólo se puede atacar en vertical u horizontal.
La nota de color la ponen nuestras tres heroínas. En primer lugar tenemos a Yamato, portadora de un mandoble con el que asesta contundentes estocadas de corto alcance. Al igual que el resto de personajes, ataca en una sucesión de tres golpes que en su caso provocan un leve desplazamiento. Luego encontramos a Uzume, la arquera. Compensa su amplísimo alcance con una pizca de retardo a la hora de disparar, valga decir que cuando los enemigos están muy cerca, no resulta del todo efectiva. Por último, Hinomi reúne lo mejor de sus compañeras. Su primer ataque lanza un escudo a modo de bumerán, que derrota a los enemigos de un sólo golpe y acto seguido asesta dos rápidas puñaladas. Aunque podemos jugar con tres personajes diferentes, en la práctica las diferencias a nivel jugable son mínimas y después de la segunda partida, ya se puede notar el desgaste.
A las puertas de la gloria
Combatir las enormes hordas de enemigos nos recompensa con energía, la cual es la moneda de cambio que nos permite avanzar. Sirve para realizar el ataque especial, abrir cofres y lo más importante, purificar puertas. Tras levantar los sellos de las cuatro puertas sagradas, se abre el acceso que nos lleva al siguiente mundo, no sin antes enfrentar a su guardián. Conforme vamos progresando por los cuatro mundos que componen la aventura, los patrones de ataque y movimiento enemigos van evolucionando.
Las primeras criaturas son prácticamente inofensivas, mientras que las que encontramos más adelante, disparan o te persiguen sin piedad mientras permanezcamos dentro de su zona. Un aspecto muy a tener en cuenta, es que los enemigos aparecen prácticamente en tu cara. Esto es así para añadir algo de dificultad a uno de los rompecabezas, que consiste en llevar objetos de un lado a otro a toda mecha mientras esquivamos enemigos y trampas. Los jefes por su parte, son más interesantes. Cuentan con patrones de ataque más elaborados, que vamos descubriendo mientras nos las arreglamos para golpear su núcleo cuando este queda expuesto. Algunos de esos ataques son demasiado fáciles de esquivar, mientras que otros nos meten de lleno en un bullet hell.
La resolución de rompecabezas es el otro pilar de Kamiko. Un aspecto en el que francamente, se ha puesto el mínimo esfuerzo. Salvo honrosas excepciones, donde se usa de forma efectiva el escenario para enmascarar el camino o esconder cofres u objetos, su resolución es evidente e inmediata y nunca nos quedamos bloqueados. El único que da verdadero juego, es el que mencionábamos al principio que consiste en llevar una llave u orbes de un lugar a otro. Mientras los llevamos no podemos correr ni atacar, al mínimo golpe cae al suelo y vuelta a empezar.
Veredicto de Kamiko
Kamiko es un buen juego, muy agradable de jugar por primera vez, pero que no aporta ningún incentivo real que nos lleve de vuelta sobre nuestros pasos, para repetir los mismos niveles en busca de un mejor tiempo. Es a todas luces fácil, es corto y poco elaborado en sus mecánicas, quedando lejos de los máximos exponentes del género. Con un combate más profundo, rompecabezas en los que al menos pararte unos minutos y algún que otro ajuste para incrementar la dificultad, estaríamos hablando de un juego notable. Aún así, esa hora que podemos disfrutar de esos bellos escenarios y sus melodías mientras nos preguntamos que vendrá después, sin lugar a dudas merece la pena.