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The Banner Saga

The Banner Saga aterriza en Nintendo Switch 4 años después de su lanzamiento original. Con su segunda parte ya y Stoic, desarrolladores del juego, preparando la tercera y última parte de la trilogía, por fin los usuarios de Nintendo van a poder disfrutar de esta laureada saga. Se trata de un juego de estrategia por turnos distribuido de forma episódica, es decir, cuya historia no estará completa hasta la tercera parte y, además, que si empiezas a jugar cualquiera de las secuelas sin conocer lo que sucede en el primero no te enterarás de nada. ¿Merece la pena adentrarse en la saga?

Un juego de ex de Bioware

Para empezar, los antecedentes del equipo de desarrollo son importantes, ya que fue la base de la campaña de mercadotecnia de su kickstarter. Se trata de una compañía fundada por unos trabajadores de Bioware (aunque solo fuera en Star Wars: The Old Republic) que decidieron dedicar su tiempo a un título que de verdad les llenase, sin las presiones de las grandes compañías. Así fue como surgió la idea de realizar una campaña de micromecenzago para lanzar The Banner Saga, un juego de tres episodios (cada uno con su propia campaña) con un sistema de juego similar al de Fire Emblem o Final Fantasy Tactics.

El juego que hoy nos atañe es el primer episodio, lanzado originalmente en 2014, que cuenta como los varl (una raza de gigantes cornudos) y los humanos tienen que unir fuerzas para luchar contra la amenaza de los dredge, una raza de seres misteriosos embutidos en armaduras cuyo único objetivo es acabar con la humanidad (y “varlidad”). Hay dos líneas principales, la de Rooke y la de Vognir, en las cuales cada uno avanzará desde una punta del país hasta el centro, portando consigo su estandarte y su ejército.

El juego se desarrolla en tres fases. Los combates, los pueblos y el mapa. El mapa es una especie de camino en el cual los personajes avanzan siempre en la misma dirección mientras van pasando cosas, de las cuales te enteras mediante cuadros de diálogo. De vez en cuando llegas a un pueblo, donde puedes detenerte para descansar y recuperar fuerzas. En los pueblos a veces hay misiones o cosas que comprar. Los carteles no son especialmente claros, pero se puede leer en cada uno de ellos lo que representa. Y, por último, de vez en cuando hay combates, en los cuales los luchadores elegidos se disponen sobre una cuadrícula y empiezan a pelear por turnos contra los enemigos.

Hay tres elementos que rigen el desarrollo de la historia: La reputación, la moral y las provisiones. La reputación sirve para subir de nivel a los personajes, pero las otras dos cosas no son muy claras, aunque jueguen papeles importantes dentro del transcurso de la partida. Precisamente este oscurantismo es uno de los, adelantamos, no pocos problemas que presenta The Banner Saga.

Batallas en la era de los vikingos

Los combates son el punto fuerte del juego. Cada uno de los personajes cuenta con unos puntos de fuerza, que son el ataque y la vida al mismo tiempo, unos puntos de armadura y unos puntos de voluntad, que sirven para mejorar el movimiento, el ataque o ejecutar acciones especiales. Los personajes pueden atacar a la armadura o a la fuerza del enemigo, siendo aconsejable elegir con cuidado. La armadura hace que los enemigos reciban más daño, pero si atacamos a la fuerza no solo les estaremos quitando vida, sino también poder de ataque. De esta forma, con un sistema relativamente simple se consigue una profundidad bastante grande.

Los personajes se mueven según el orden que determinamos a principio de la batalla, alternándose con los enemigos. Cuando solo queda un combatiente de un bando, se entra en modo pillaje en el cual esta regla se altera. Si nuestros aliados caen en combate, al acabar la batalla se encuentran en estado “Herido”, lo que reduce su fuerza máxima si no se descansa. Pero descansar consume provisiones, por lo que hay que tener cuidado. Por otro lado, algunos personajes sí pueden morir de forma permanente, aunque no lo sabremos hasta que no hayan muerto.

El peor punto del combate es el control. Siendo como es una cosa relativamente sencilla, sorprende ver lo mal que está gestionado y cómo nuestros personajes moverán de formas indeseadas hasta que nos acostumbremos al extraño uso de los botones que hace el juego. Además, a pesar de que los turnos son totalmente cerrados, ningún movimiento es reversible por lo que más de una vez maldeciremos a quien diseñó tan obtuso sistema de control, especialmente al principio de nuestra aventura. No obstante, esto es un problema pasajero y nos acostumbraremos rápido.

Estilo Old School

Saliendo de las batallas, tenemos la gestión de los eventos del mapa, que consiste en esperar hasta que aparece un diálogo, leer con cuidado lo que dice, elegir la opción más conveniente y seguir esperando hasta que nuestro ejército llegue a algún pueblo, entable algún combate o vuelva a enfrentarse a uno de esos cuadros de diálogo.

En los pueblos la cosa es similar, pero nuestro ejército no se mueve. Podemos elegir los diferentes edificios para encontrarnos con los mismos retos del mapa, más alguna opción especial como el entrenamiento o las tiendas.

Lo peor de The Banner Saga es la forma en la que está contada la historia. A través de cuadros de diálogo, como si de una vieja aventura conversacional se tratara, la historia va sucediendo y nosotros tomando decisiones, o eligiendo por aburrimiento la primera que nos permitan. De vez en cuando, estos cuadros se convierten en imágenes estáticas de los personajes hablando entre ellos que, aunque rudimentarias, nos parecerán gloria en comparación a lo anodino de los cuadros de texto. Este tipo de narrativa seguro que tiene sus seguidores, pero por desgracia no me encuentro entre ellos. De hecho, me parece que en The Banner Saga hay demasiado diálogo insulso y muy poco combate. Es muy fácil desconectar de la historia que, por otro lado, no tiene mucho de interesante. Apenas conectas con los personajes y, además,  la historia general no es especialmente apasionante.

El arte en The Banner Saga

Uno de los puntos más laureados de The Banner Saga es su dirección artística. El juego cuenta con un diseño de mapas muy bonito y resultón, lastrado por la falta de personalidad de los personajes (que parecen todos iguales, a pesar de no serlo). La música es buena, pero también muy secundaria en su importancia y costará que se nos quede en la memoria.

Los mapas, aunque ya hemos dicho que son bonitos, son poco prácticos ya que cuesta diferenciar los elementos importantes para el desarrollo de la partida.

En definitiva, a pesar de ser uno de los puntos más positivos del juego, lo cierto es que tampoco es especialmente llamativo más allá de los primeros minutos. Queda muy bien en capturas de pantalla, pero en la práctica es poco útil y no aporta demasiado.

Conclusiones

The Banner Saga es un juego que tiene su público, desde luego, y una legión importante de fans. Está traducido torpemente al castellano.  Arriesgarse con esta primera parte es toda una apuesta, teniendo en cuenta que la historia no estará concluida hasta que no finalicemos el tercer capítulo (que no ha sido lanzado todavía en ninguna plataforma), lo que convierte a este juego realmente en una experiencia de 60 €, y no 20 € que es lo que cuesta cada parte por separado. En la eShop de Nintendo están disponibles éste y su segunda parte, pero es de importancia capital jugar primero a éste, a no ser que quieras tirar de Wikipedia o similares para enterarte de la historia. En definitiva, se trata de un juego de estrategia y rol correcto, sin alardes y con un carisma particular, que puede enamorarte o dejarte totalmente indiferente. Por desgracia, yo pertenezco al segundo grupo.

Escrito por
Escribo análisis de vez en cuando. Llevo haciéndolo desde los oscuros orígenes de la web, cuando por internet vagaban las hadas y los dragones y todo, todo, era mejor.

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