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Iconoclasts

Konjak nos sorprendió en Wii U y 3DS con el interesante Noitu Love: Devolution, y ahora vuelve a una consola Nintendo con Iconoclasts, una propuesta tipo Metroid que ya ha brillado en otras plataformas y que supone el mayor trabajo hasta la fecha de Joakim Sandberg. Es hora de ver cómo funciona en la consola híbrida.

Un mundo en el que los Iconoclasts están presentes

En una sociedad en la que la religión lo maneja todo, solo los mecánicos registrados y autorizados pueden realizar labores de construcción y reparación, siendo necesario para el resto de habitantes hacer uso de sus servicios e incluso pagar por utilizar combustible. Esta situación provoca que haya piratas ajenos al régimen e incluso algún mecánico que actúa por cuenta propia. Éste es el caso de nuestra protagonista, Alondra, que tiene su llave inglesa oculta y que realiza labores de reparación para ayudar a todo el que lo necesita. Sin embargo, su situación empeorará y por diversas circunstancias se verá obligada a recorrer un gran viaje, en el que se encontrará a personajes interesantes y en el que conocerá más sobre lo que hay detrás del control de la Sociedad Única.

En un inicio contamos con nuestra llave y una pistola con los que usar mecanismos y atacar a enemigos; Alondra explorará un mundo bien diseñado en el que sus habilidades especiales vienen como anillo al dedo repartiendo muy bien todos sus recursos. Hay una buena distribución en el desarrollo entre momentos de habilidad plataformera y otros de más combate, introduciendo a veces momentos de huida o de sigilo. Y con las nuevas armas que vamos obteniendo no sólo haremos daño, sino que también nos servirán para explorar nuevas zonas.

Existen puntos de guardado, y en general la historia nos tendrá más de una decena de horas enganchados en sesiones más largas de las que podríamos pensar en inicio, y es que el universo de Iconoclasts nos atrapa. Los controles funcionan bien, y los enemigos son variados en diseño y tienen distintos puntos débiles. Curiosamente, la pistola tiene un mínimo de inclinación automática al disparar si hay un enemigo cerca(algo que se agradece bastante).

Diversidad y un estilo cuidado

Los puntos que más hacen brillar a Iconoclasts son sus personajes y los jefes. Los primeros nos ofrecen más variedad en el desarrollo de la aventura con momentos en los que nos apoyamos en ellos, y un montón de diálogos y situaciones de la historia bastantes buenas. Los jefes, que rondan la veintena, ofrecen combates que nos obligan a pensar más y que incluso llegan a ser épicos. Otra característica especial es el uso de herramientas de mecánica para fabricar ventajas que podemos equiparnos en las estatuas de guardado utilizando materiales que hemos ido encontrando por los escenarios.

Sin embargo, hay cosas que pueden no gustar a todo el mundo. Por un lado, la diferencia entre escenarios es notable, habiendo algunos que están mucho más trabajados que otros que resultan algo más monótonos. Otro aspecto que puede no gustar es la cantidad de texto. Estamos ante un universo con personajes brillantes y una historia trabajada, pero para los que busquen más acción hay momentos que pueden cortar un poco el ritmo de la partida.

Iconoclasts luce muy bonito. Un juego con un estilo a los 16 bits, con pequeñas escenas de animación pixeladas y lleno de color. Todos los elementos en pantalla están bien diferenciados, y los escenarios que recorreremos serán de diversos tipos y bien representados todos ellos. La música nos transporta a la época a la que el estilo gráfico nos evoca, con variedad que acompaña muy bien a los escenarios y a las batallas del juego.

Iconoclasts es uno de esos juegos que nos traslada a la era de Super Nintendo, y de la mejor forma posible. Buena historia con textos en español, grandes personajes de estilo muy variado (y sin usar la diversidad como campaña promocional) y una jugabilidad bastante buena. Hay algún altibajo en el desarrollo, sobre todo para los que son más seguidores de la acción, pero es un indie que se debe tener en cuenta y que sorprende generalmente para bien.

Escrito por
Pikmin de nacimiento y strawhard de corazón, colecciono monedas DK por diversión.

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