Hoy se habla mucho de la calidad de DOOM 64 pero es verdad que en su día y por tener que competir contra otros como GoldenEye 007 o Turok, sin olvidar los parcos números de ventas de Nintendo 64, el juego de id Software desarrollado por Midway pasó sin demasiada gloria por la máquina de Nintendo. Por suerte, ahora tiene una segunda oportunidad para demostrar por qué aun a día de hoy sigue mereciendo la pena, sobre todo a 4,99 €.
Sprites sangrientos
Lo primero es dejar claro que DOOM 64 no es ninguna versión de algún juego anterior y en su época casi podría habérsele considerado como una tercera entrega en toda regla tras dos juegos que sirvieron para dar nombre a la leyenda que es hoy esta saga y de la que esperemos pronto poder jugar también en Switch a su último capítulo, DOOM Eternal.
Con esto en mente, impresiona aún más que Midway, siempre bajo la supervisión de id Software, lograra crear un juego exclusivo (23 años después pierde esta característica de manera oficial) encima en consola y llegando incluso a mejorar en varios aspectos a sus predecesores, pese a que jugáramos con mando.
DOOM 64 funciona bajo una versión modificada del motor de PC que hizo que ahora tuviéramos sprites de armas, armaduras, objetos y sobre todo enemigos más grandes y detallados que nunca, algo que, en su día, al no usar polígonos, quedaba raro, pero que ha conseguido que a día de hoy haya envejecido “mejor” que sus competidores anteriormente citados por esto mismo (un sprite 2D es un sprite 2D ayer, hoy y mañana).
Sí se encuentra en desventaja con otros shooters de la época en animaciones, modos (solo campaña, sin multijugador alguno) y sobre todo en control, con la ya característica arma en medio de la pantalla y sin poder apuntar arriba ni abajo, simplemente de izquierda a derecha, aunque si hay enemigos en un nivel superior los alcanzarán nuestros disparos, tranquilos.
Esta simpleza de apuntado casa perfectamente con su simpleza de interfaz, que puede quedar vacía si no disparamos y no pasará nada; de hecho, lo agradeceremos, porque DOOM 64 tiene mucho de exploración y backtracking, con un diseño de niveles sublime todavía a día de hoy, con diferentes pasadizos y alturas donde incluso habrá sitio para tramos plataformeros, y eso que no podemos saltar, pero correr de una plataforma a otra dará esa impresión. Lástima que algunas veces tengamos que dar algún rodeo de más por no ver, por culpa de las texturas elegidas, la puerta o hueco por el que adentrarnos para continuar, un mal del que os será difícil libraros alguna vez.
Por supuesto también habrá sitio para los disparos contra enemigos de toda índole, bueno, de la índole a la que pertenezcan los demonios y algunos soldados humanos clónicos todos ellos. Las fuerzas de la Reina Demonio sí tienen más variedad, tanto de formas como de ataques, pero nos defenderemos bien con un arsenal pensado para hacer daño y reventar demonios.
Es algo que haremos a lo largo de 32 niveles donde encontraremos además una minicampaña original que enlazará con lo visto en DOOM (2016) y que se mantiene a un bien nivel respecto al resto de zonas, no desentonando con las originales aunque sí sintiéndose diferente. De cualquier manera, un añadido muy interesante que suma valor a esta revisión de DOOM 64 adaptada en lo visual a los nuevos tiempos, aunque poco.
En lo sonoro, la banda sonora, aunque potente cuando debe, es escasa, quizás por causar mayor impacto cuando aparecen enemigos. Los efectos de sonido sí son más numerosos, proporcionando una ambientación que incluso ahora logra sobrecoger, con sonidos de mecanismos, gemidos de enemigos y un sinfín de ruidos que sirven para estar alerta en todo momento.
Teniendo todo esto presente, es imposible no recomendar DOOM 64 por muy 2020 en el que estemos. Carece de modos más allá de la historia y no deja apuntar, básicamente, como los DOOM antiguos de PC, pero todo lo demás es oro, centrándonos especialmente en un gunplay que ha sabido envejecer y sobre todo en un diseño de niveles que ya quisieran muchos shooters modernos.
