El retorno de un clásico de la vetusta NES en forma de secuela. Una aventura de plataformas diferente que se convirtió en uno de los títulos más queridos de la plataforma y que tras más de tres décadas reaparece haciendo caer la lagrimilla de alguno de los aquí presentes.
Una secuela que no lo es tanto
Ufouria 2: The Saga quiere revivir lo que vimos en su precuela allá por 1991 y SUNSOFT en lugar de vestirlo de gala se ha tomado las molestias de crear un nuevo juego… aunque jugándolo sintamos en exceso que no deja de ser una revisión de aquella fórmula original. El desarrollo es muy similar a lo visto también en Wonderboy: The Dragon’s Trap: un mundo interconectado desde su núcleo central al que accedemos en base a los poderes de sus protagonistas. Hebe y compañía poseen particularidades propias que nos permiten avanzar por las diferentes zonas del mapa.
A pesar de su aparente libertad la linealidad predomina durante toda la aventura donde únicamente podemos avanzar en una dirección hacia el siguienteobjetivo por mucho que se permita volver atrás a conseguir algún coleccionable con las habilidades obtenidas. Nadar, arrastrarse, escalar… cada destreza permite acceder a una nueva área o salas secretas. Incluso hay otras adicionales no obligatorias a comprar en las máquinas expendedoras repartidas por el mundo para los completistas. Para ello basta con recoger las monedas suficientes y gastarlas a nuestro antojo en lo que necesitemos o más nos guste.
Un buen regalo para los que crecimos con a penas dos botones en un pad pero que quizá se antoja demasiado sencillo para los que no les toque la fibra sensible
Corazones adicionales, acceso a estancias secretas, recuperar vitalidad al derrotar enemigos… Una serie de mejoras que harán el camino mucho más llevadero, sobre todo a la hora de volver sobre nuestros pasos si decidimos recorrer hasta el último rincón. Es cierto que Ufouria 2: The Saga es un título muy asequible y cada una de sus secciones serán de unos pocos minutos sumando un total de 3 o 4 horas para completarlo incluso casi al 100%. Cada zona plantea alguna novedad jugable por el uso de las habilidades de los protagonistas que podemos alternar en cualquier momento pulsando un botón.
Puede que en ocasiones no quede muy claro hacia donde ir y demos alguna que otra vuelta de más si no memorizamos aquel camino alternativo inaccesible al inicio. O llegados a cierto punto nos obligue a recorrer de nuevo los niveles pasados en busca de objetos pero por lo general tenemos entre manos un título muy entretenido, sin ninguna otra pretensión que ofrecer unas cuantas tardes simpáticas como las de haces ya tantos años. A día de hoy se antoja demasiado simple y básico pero el estilo visual y su música son los compañeros de viaje ideales para hacer todo mucho más ameno.
Todas las zonas están conectadas pero es muy complicado perderse.
Lo cuqui por bandera
Visualmente muestra una apariencia encantadora con acabados de cartón y diferentes tejidos como ya hemos visto en Kirby’s Epic Yarn o Yoshi’s Crafted World. Aquí todo es mucho más simple pero el primer impacto resulta muy agradable a la vista donde cada escenario o personaje muestra identidad propia sacando más de una sonrisa al ver su aspecto e incluso leer conversaciones de un sentido del humor muy tontorrón. Ufouria 2: The Saga pretende agradar a todo el mundo, sobre todo a los más jóvenes, utilizando los hamas (si, esas piezas de plástico) como recurso para construir cortinillas o bocadillos de texto.
La música habla por sí sola, igual que los efectos, trasladándonos a esa época donde las melodías podían perdurar en nuestra cabeza horas y horas tras dejar de jugar. Un incentivo para que las sesiones con él se pasen volando yendo en la línea del básico desarrollo de niveles y escaso reto para el jugador. Algo que podría haber dado mucho más de sí proponiendo mayor variedad de enemigos, mejores jefes finales (uno único con variantes imperceptibles) e incluso situaciones. Hay retos que aparecen en los niveles ya visitados pero para nada harán tirarnos de los pelos.
Ufouria 2: The Saga no deja de ser un plataformas al uso donde además del salto contamos con el inevitable culatazo para golpear a unos enemigos a los que previamente los podemos, o debemos en ocasiones, lanzar una pelota con ojos de colores. No hay más. Y parte de esa simpleza es donde reside su encanto y la de otros tantos productos de aquellos años. Un buen regalo para los que crecimos con apenas dos botones en un pad pero que quizá se antoja demasiado sencillo para los que no les toque la fibra sensible.
Las fases de vagonetas no son solo cosa de Donkey Kong.
Versión del juego analizada: 1.0.0
