En la época de los 16 bits era frecuente recibir beat ‘em ups basados en la película de acción de turno que llegaba a los cines. No todos eran buenos ya que el presupuesto se dirigía más a pagar la licencia que al cuidado del producto. Volviendo a aquellos años y puede que algo más atrás, The Karate Kid: Street Rumble pretende, por un lado, ir a la patata de los que crecimos con las patadas de Daniel-San pero también con los miles de fans de la reciente serie Cobra Kai.
Dar cera, pulir cera
Yo contra el barrio. Así era conocido el género y así es exactamente como nos sentimos jugando a The Karate Kid: Street Rumble dando mamporros sin cesar con hasta tres amigos más bajo la piel de Daniel Larusso, Ali ,Mills, Kumiko y nuestro eternamente querido Señor Miyagi. Frente a nosotros un sinfín de rivales que nos pondrán las cosas difíciles, o no tanto, hasta llegar a los combates contra Johnny Lawrence o John Kreese.
Con este histórico elenco de personajes y un destacable apartado visual nos ponemos a sus mandos.
El juego distribuido por Meridiem Games en formato físico en España se divide por diferentes fases alternando las tradicionales del género con minijuegos a modo entrenamiento que nos servirán para aprender todos los movimientos y ganar experiencia. Además de variedad ofrecen un factor competitivo interesante en local y ver quién hace más combos, golpea más rápido o , por supuesto, caza más moscas en pleno vuelo. Entre misiones se nos cuenta una historia con ilustraciones animadas y textos aunque de forma algo desafortunada por su calidad general.
En ningún caso pretende ser Streets of Rage 4 o el más reciente Teenage Mutant Ninja Turtles: Shredder’s Revenge y quizá esto mismo le haga pasar factura.
Puestos en faena, The Karate Kid: Street Rumble presenta un golpe básico, otro fuerte y la esquiva además del inevitable agarre. Con cada impacto veremos como una barra bajo la de vitalidad va in crescendo. Una vez completada una sección de la misma podremos realizar un ataque especial que mejorará conforme juguemos y subamos de nivel hasta dominar un poderoso golpe acompañado de varios efectos especiales. Una técnica de diferente alcance en función del personaje seleccionado que a pesar de su control compartido, ofrecen ciertos golpes particulares.
En cualquier caso el título está pensado para que elijamos personaje por quién es y no por sus técnicas lo que también dice mucho del enfoque fanservice del que hace gala. Golpes y más golpes, enemigos por doquier, localizaciones conocidas y un desarrollo sin mucho misterio son las claves de un beat em up funcional pero que no sabe llegar más allá durante las algo más de dos horas de duración que ofrece. En ningún caso pretende ser Streets of Rage 4 o el más reciente Teenage Mutant Ninja Turtles: Shredder’s Revenge y quizá esto mismo le pase factura.
Lo que el corazón sabe, la mente olvida
El cuidado puesto en su resultona apariencia pixel art queda deslucida por un desarrollo excesivamente plano. No hay armas que podamos utilizar por el camino, tampoco objetos arrojadizos. Solo nuestros puños por delante, algo que se torna monótono a las primeras de cambio. Por un lado la ingente cantidad de enemigos que aparecen hace que apenas soltemos el botón de puñetazo y por otro, la escasa variedad de patrones que estos ofrecen tampoco evita que la sensación pueda ser diferente. Ni siquiera los jefes finales saben ofrecerlo, haciendo que el reto de The Karate Kid: Street Rumble sea anecdótico.
El control tampoco se siente del todo bien. Durante el salto vertical parecemos levitar y sin embargo con el salto en carrera el avance es exagerado así como también el golpeo. Hay ciertas incomodidades de este tipo, junto a unas hitboxes, a veces cuestionables, que tampoco ayudan. Además el apartado sonoro se nos antoja especialmente flojo y cansado por la ausencia de gritos o voces sintetizadas que alivien una banda sonora poco inspirada y un sinfín de golpes enlatados repitiéndose constantemente. Ni mucho menos tenemos un mal producto, pero sí uno que no ofrece el equilibrio correcto después de tantos revivals clásicos.
Ni mucho menos tenemos un mal producto, pero sí uno que no ofrece el equilibrio correcto después de tantos revivals clásicos.
Basta con una imagen para comprobar los múltiples enemigos en pantalla, a veces con dificultades de lectura, compartiendo aspecto. Ni siquiera un cambio en el color de pelo o vestuario se permiten, algo que como curiosidad, sí vemos en los personajes de atrezo que pueblan los escenarios. Con todo, The Karate Kid: Street Rumble entra por los ojos por colorido, estilo y buenas animaciones, que sin duda son el mayor atractivo que ofrece. El juego es muy consistente en rendimiento e incluso los menús se mueven con fluidez, algo que no ocurre todos los días, dando una buena primera impresión.
Es una lástima que sus extras se limiten a un libro de arte digital donde se recopilan parte de los sprites del juego y a los propios minijuegos de la aventura porque desafortunadamente, por desarrollo, no se presta a ser rejugado de vez en cuando como los grandes del género. Los diferentes niveles de dificultad quieren que así sea, pero se antojan insuficientes ante un título que queda lejos de ser poco más que un producto con licencia y necesite quedarse por más tiempo junto al maestro Miyagi y aprender todo lo necesario para volver y golpear con más fuerza.
Versión del juego analizada: 1.1.6