Sin hacer mucho ruido y con pocas esperanzas de verlo por nuestras tierras, nos llega Rabbids: Party of Legends. Una producción de Ubisoft Chengdu para recordarnos que los chiflados conejos, nacidos junto a Rayman, y que no veíamos en un party game desde hace ya diez años están dispuestos a hacérnoslo pasar en grande. O eso es lo que prometen…
BWAAAAAAAA!!!
Aquel grito desternillante, inesperado y loco sigue funcionando. Lo hace con unos personajes que no han perdido un ápice de carisma y que además consiguen sacarnos nuevas sonrisas con unas vestimentas y caracterizaciones dignas de mención inspiradas en la cultura china. Es allí donde este desconocido equipo de la filial francesa ha dado luz verde a una nueva hornada de conejos. Puestos en situación, no tenemos nada desconocido sobre el horizonte: una colección de 50 minijuegos para cuatro jugadores donde se hace uso de los Joy-Con y su sensor de movimiento. Tal y como se hicieron famosos estos alocados personajes: moviendo nuestro cuerpo. Es cierto que ha llovido lo suficiente como para no sorprendernos ninguno de ellos, ni por planteamiento ni resolución y quizá este sea su mayor lastre.
Se agradecen los sensores de movimiento… pero su precisión a veces es mejorable.
Con un modo historia en el que, uno a uno, probamos todos los minijuegos, se nos cuenta una antigua leyenda china mientras recorremos un mapa que sirve de nexo de unión entre ambas partes. Sólo por jugar conseguimos experiencia para desbloquear minijuegos en el modo Party y nuevos skins de personajes, a cada cual más interesante. Y hay unos cuantos. Tras las dos horas de campaña, totalmente prescindibles y de ritmo discutible, es hora de probar los minijuegos en todo su esplendor. Este modo Party no son más que partidas rápidas de un tiempo definido y pruebas al azar o una más personalizada donde elegimos a qué jugar. Por esto mismo echamos en falta modos de juego más inspirados y no una simple sucesión de minijuegos. No porque no funcionen, si no para darle una vida útil a un tipo de juego demasiado trillado durante todos estos años.
Es cierto que ha llovido lo suficiente como para que ningún minijuego sorprenda y quizá este sea su mayor lastre.
Una fiesta demasiado manida
La gran diferencia de este Rabbids: Party of Legends respecto a otros party games es que en sus minijueos, todos ellos, el ganador sale victorioso tras conseguir el objetivo requerido repetidas ocasiones. Bien contando con varias vidas durante las pruebas o sumando puntos a lo largo del tiempo marcado, esto hace que no todo se decida a una única carta y haya evolución dentro de los mismos aumentado la dificultad durante su duración. Los hay de todo tipo: machacabotones, habilidad, azar… y por supuesto rítmicos. Una pena que estos ni por el sensor de movimiento ni por los temas elegidos lleguen a cumplir, añorando las memorables canciones vocales del primer Raving Rabbids que tan buenos ratos nos hizo pasar en Wii. Del resto poco podemos decir ya que a los habituales de estos juegos les resultará demasiado familiar todo lo aquí presente.
La selección de temas no acompaña a una implementación del control muy dudosa.
Si que necesitamos más ritmo entre pruebas, lo que nos hace recordar los peores momentos de Wii donde se nos indicaba cómo sujetar el mando cada vez y la posterior confirmación de jugadores listos, algo que sin duda podría ser mucho más ágil como ya se ha demostrado en otros títulos de esta índole.
A pesar de su falta de modos, la diversión está asegurada.
Por su parte, el aspecto visual sin ser nada del otro mundo sabe cumplir con la filosofía de diversión y simpatía, incidiendo de nuevo en unos diseños de personajes más inspirados que nunca gracias a sus raíces culturales mostrando además unas animaciones muy elásticas. No tan fino resulta el apartado sonoro de melodías nada destacables y efectos comunes que funcionan sin mayor pretensión. Como curiosidad tenemos entre manos un juego que no cuenta con doblaje a nuestro idioma (un veloz narrador en inglés) como hacía tiempo que no veíamos viniendo de la propia Ubisoft.
Las risas están aseguradas en todo momento.