Uno de los juegos de naves más aclamados por el público es Ikaruga. Su gran cantidad de disparos en pantalla y un sistema dual de colores le hicieron ser un título del que todavía se habla a día de hoy. Sin embargo, en la actualidad no suele verse un lanzamiento del género que genere esos mismos sentimientos, algo que Pawarumi quiere cambiar, pues mete en la ecuación tres colores y un sistema triangular que se mueve en todos los sentidos.
Domina Chukaru en Pawarumi
Hace mucho mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana… El Consejo domina el universo, pero solo los valientes de la resistencia pueden hacer frente a tal amenaza. Axo, una piloto de la resistencia, cuenta con su nave Chukaru y el poder de los dioses para enfrentarse a ese ejército. Sin embargo, Axo y su pasado juegan un papel importante en esta misión, y pronto nada será como antes…
Tras esta introducción, pasamos a ver cómo funciona Pawarumi. El juego en esencia es el típico título de naves en el que tenemos que ir desde abajo de la pantalla hasta arriba del todo mientras esquivamos decenas de disparos y lanzamos los nuestros para derrotar a los enemigos. La pantalla va avanzando por sí misma y nuestro movimiento es libre, por lo que hay que dominarlo muy bien para no salir herido.
Los tres tipos de disparos que tiene nuestra nave son, por simplificar nombres, el rojo, el verde y el azul. Cada uno de ellos es en sí una forma de proyectil diferente, no solo cambia su color, pero lo realmente especial es la combinación de estos disparos con los enemigos, ya que se producen efectos muy diversos. De esta forma, un mismo disparo azul puede recargar el escudo, llenar la barra de ataque especial o hacer más daño en función del enemigo al que le ataquemos con el mismo.
Las posibilidades son amplias, y hay que conocerlas bien según nuestro interés para garantizar un avance óptimo en cada situación. Nos esperan tres niveles de dificultad y muchas tablas de clasificación, y para ello hay que saber bien cómo disparar y limpiar cada nivel de enemigos antes de que algunos huyan. Si jugamos en fácil contamos con cuatro fases, y en normal y difícil con cinco, por lo que si queremos dominar Pawarumi y conocer toda su historia no podemos escoger el camino sencillo.
Tatatatatatatata
En nuestra ráfaga incesante de disparos en pantalla nos encontramos niveles con una progresión acertada y con muchos enemigos – y al final del trayecto, un jefe final. Al comienzo se hace complejo ante la duda de conocer bien la triada de colores y su funcionamiento, además de que los enemigos también nos hacen dudar, algo que con tiempo y práctica se soluciona. Como suele ser habitual, su estilo arcade hace que estemos ante una experiencia que es corta pero intensa (en la que moriremos seguro más de una vez), cuyo valor real es la rejugabilidad y la superación de nuestra puntuación y del juego en mayores dificultades.
El estilo gráfico es simple y funciona bien, sin estar muy sobrecargado (de eso ya se encargan los disparos). Puede que algunos elementos del escenario no estén del todo bien definidos, pero es un pequeño mal que no entorpece al juego, que nunca tiene bajadas de frames. Por su parte, la música acompaña bien a la acción y es la esperada, y puede que incluso alguna de las melodías se nos queden en el coco.
Pawarumi no reinventa la rueda, pero sí que consigue hacerse un hueco destacado dentro de un género que normalmente suele ofrecer lo mismo con diseños diferentes. Es un título que merece la pena si eres fan del las “navecitas” y del planteamiento arcade, ya que de otra forma se puede hacer algo corto.
