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Ikaruga

Hace más de una década hubo un título llamado Ikaruga que, pese a no ser un éxito de masas, se convirtió en una obra de culto, un estandarte de los bullet hell y un referente en lo que era un juego difícil. Quién sabe, lo mismo de haber sido más comercial estaríamos hablando ahora del “Ikaruga de los plataformas” o cosas así en vez de usar el nombre de Dark Souls. Sea como sea, el juego va a llegar a Nintendo Switch en unos días gracias a Nicalis, y nosotros no podemos estar más contentos.

Luz y oscuridad, un enfrentamiento hasta el final

Ikaruga es un juego de naves en el que nos vamos desplazando verticalmente (o más bien es el escenario el que se mueve), con nuestra nave situada en la parte de abajo del escenario disparando “hacia arriba” pero con libertad de movimiento en todas las direcciones, teniendo que esquivar multitud enemigos y disparos que llenan la pantalla. Con unos controles muy sencillos y eficaces, más allá de desplazarnos podemos disparar, lanzar un ataque especial y cambiar de polaridad .

El cambio de polaridad es la seña de identidad del título, pues afecta a todo. Si nuestra nave está de una forma, sus disparos serán del mismo elemento y, para suerte nuestra, los disparos enemigos de ese mismo color nos llenarán la barra de especial. Sin embargo, atacar con la polaridad opuesta a la del enemigo provocará que le inflinjamos un daño considerablemente superior, pero corremos el riesgo de que al recibir un golpe perdamos una vida. No siempre va a haber un solo color en pantalla, por lo que tendremos que ir cambiando continuamente al que mejor nos venga para sobrevivir al “infierno de balas” que atravesamos.

El juego presenta tres dificultades que también atañen a la polaridad. Por un lado, en fácil atacar a los enemigos no supone ninguna reacción. En normal, atacar a un enemigo con su misma polaridad hará que retorne disparos de forma automática. Por último, en difícil, todos los enemigos contraatacarán sin importar con qué les ataquemos. Con mucho ensayo y error, dominaremos la mecánica, pero es un reto que puede llevarnos más tiempo del que querríamos. Podemos jugar en solitario, en compañía de un segundo jugador o, como me atrevería a llamarlo, modo no apto para la población estándar, en el que podemos configurar un mando para manejar simultaneamente a dos naves.

La derrota solo te hace más fuerte en Ikaruga

Ikaruga tiene cinco niveles y, si los hacemos de un tirón, en poco más de media hora nos lo habremos pasado. Pero no, salvo que seamos los elegidos de las consolas, no lo conseguiremos ni queriendo. Es endiablamente difícil, y completar las cinco fases de un tirón requiere entrenamiento y paciencia. Pese a que podría ser tremendamente repetitivo (en teoría lo es), la sensación de superación y la estructura de juego de este género hace que realmente no lo sintamos así. Es más, tener que ir con los ojos abiertos y en tensión todo el rato no dejará que pensemos en que “esto ya lo hemos hecho”. La sensación de recompensa que consigues al superarlo es enorme, y los logros que se desbloquean son la prueba perfecta para mostrar tu hazaña a tus amigos.

Para que todos los mortales podamos completar el juego, o bien practicar de forma más fácil para conseguirlo después, hay una serie de ajustes que podemos tocar, como el uso de continues, aumentar el tope de vidas, cambiar la puntuación que nos otorga una vida extra, o incluso poder jugar por separado un nivel que ya hayamos visitado en alguna ocasión. Todas las opciones que facilitan el juego nos sacan de la tabla de clasificaciones mundial y de la grabación de repeticiones, a las que solo podemos acceder con el modo de juego por defecto (o con versiones más complicadas).

En esta versión de Ikaruga tenemos además posibilidad de modificar ajustes del juego, como los botones, toda la distibución del HUD y, si lo deseamos, cambiar la posición de la pantalla. En modo sobremesa queda realmente bien utilizar la pantalla al completo sin laterales en los que simplemente hay información adicional, pero es que también podemos cambiar esta configuración en el televisor. El último extra de Ikaruga es la galería de imágenes y música que puede ser desbloqueada la primer vez que jugamos o podemos retrasar su consecución al momento de completar el juego.

Gráficamente es sencillo y se nota que es un juego de hace ya unos años, pero no importa. No ha envejecido mal, y como estaremos mirando los disparos todo el tiempo, no nos daremos tampoco mucha cuenta de los detalles. No obstante, luce bien y la música que lo acompaña es bastante épica. En rendimiento va como la seda en todo momento, y el único instante en el que quizás tengamos que esperar un poco más de la cuenta es al acabar una partida y esperar a que se suba para las clasificaciones.

Ikaruga es un clásico de culto, un juego que, si eres amante de “las navecitas”, tienes que jugar sí o sí. Lo mismo lo acabas, o lo mismo acaba contigo (aunque al final con paciencia y continues cualquiera puede completarlo). Pero de cualquier forma, es una pequeña joya que ha hecho historia y viene a recordárnoslo en Nintendo Switch. Podemos pedirle mayor variedad, más niveles o incluso que los menús hubiesen llegado traducidos (están en inglés), pero cumple con las expectativas de los fans del género y, sobre todo, de los jugadores hardcore que buscan un reto que esté a su altura sin que sea una dificultad excesivamente absurda.

Escrito por
Pikmin de nacimiento y strawhard de corazón, colecciono monedas DK por diversión.

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