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Análisis de Nikoderiko: The Magical World

En una época en la que el realismo y la acción están en boca de todo de los grandes medios, parece que los plataformas han pasado a un segundo plano. Sin embargo, en los últimos años estamos recibiendo grandes candidatos que nos hacen ver que el género no solo no está muerto, sino que sigue siendo uno de los mejores para echar un rato. Uno de ellos es el que nos ocupa, Nikoderiko: The Magical World, protagonizado por mangostas que quieren que hagamos el mono.

Clon-key Kong Country

Lo cierto es que las cartas de presentación de Nikoderiko: The Magical World no podrían ser mejores con un apartado artístico excelente que se acompaña de las legendarias notas musicales de David Wise. En Revogamers, como segudiores tanto del género como del británico, nos hemos propuesto jugarlo entre dos personas (por separado, aunque hemos de decir que el juego cuenta con cooperativo para dos jugadores) para descubrir si el bueno de Niko salta buscando el recuerdo o y si por el contrario lo hace mirando al futuro. Una fina línea que analizaremos con mente fría y un buen par de puntos de vista.

VEA Games nos propone una aventura en la que dos mangostas cazatesoros pierden su último botín al ser atacadas por el malvado ejército de los cobrings (que no kobrings), lo que les obliga a huir en un momento de desesperación. No obstante, deciden emprender un viaje para acabar, poco a poco, con los villanos y recuperar su tesoro. Y para ello, van a hacer uso de sus habilidades de movimiento y combate: salto, planeo, deslizamiento (imprescindible para saltar más lejos), machaque en el aire y la capacidad de coger y lanzar objetos.

A nivel jugable, la inspiración más clara es Donkey Kong Country Returns, pero también hay parte de Crash Bandicoot 2 y, en menor medida, componentes geniales de Diddy’s Kong Quest (como esos barriles bonus con diferentes objetivos). Esto quiere decir que vamos a tener muchas secciones de plataformas 2D en las que hay varios elementos 3D como vasijas o cofres que podemos romper con un machaque (que no una palmada), barriles que nos disparan de un lado a otro, vagonetas, fases con secciones en las que avanzamos hacia el fondo (o hacia la cámara huyendo), animales que nos facilitan el camino (pero con escenarios que no los aprovechan) y zonas secretas que se hacen visibles solo si pasamos detrás de ellas.

Nikoderiko, una mangosta para todos los públicos

Además, como en buen plataformas, en Nikoderiko tenemos varios objetos de interés para buscar y coleccionar. Luciérnagas que nos recuerdan a Rayman Origins pero con un sonido similar al de los plátanos de DKC, frascos, gemas, varias llaves y las letra NIKO en cada nivel. El problema de todo ello es que a nivel jugable no aportan nada (¿dónde está el mundo perdido?), pues no son más que herramientas para poder ampliar el repertorio de objetos de la tienda y poder adquirirlos. Y en esta tienda nos esperan monturas para invocar al gusto y cofres que contienen moneas o elementos de la galería, como melodías, figuras o arte del juego. Al final, resulta que el compendio no queda muy original, pero a pesar de ello es uno de los homenajes mejor trabajados que hemos visto, haciendo bien casi todo lo que se propone.

En cuanto al rendimiento, encontramos una experiencia jugable bastante aceptable y fluida, con buenas animaciones y saltos, pero que se deja algunos elementos accesorios (pero notorios en algunos casos) con margen de mejora, especialmente para un título que pesa más de 10 gigas. Los tiempos de carga para entrar en la biblioteca de coleccionables y las fases son altos, algunos elementos de la interfaz en el mapa se muestran mal o en inglés (y dentro de una fase no se pueden consultar) y se echa en falta un mapeo de botones para las acciones principales, especialmente cuando la acción de coger está disponible en tres lugares diferentes del mando.

Ahora, en el diseño de niveles, encontramos una buena colocación medida de plataformas y elementos secretos, que nos invitan a mirar bien cada paso que damos. A nivel gráfico encontramos elementos muy poligonales con inspiración en el juego del mono en Wii, y en general sorprende para bien por su apartado colorido. Eso sí, sus secuencias cinemáticas tienen una calidad bastante inferior a la del juego, propias de vídeo comprimido. Por su parte, los efectos sonoros funcionan bien, las voces son correctas y la música… ¡ay la música! David Wise regresa con su saxofón y otros instrumentos para ofrecer melodías similares a las oídas en sus últimos trabajos que le dan ambientación a todos los niveles del juego, aunque es cierto que su esquema y calidad no llegan al nivel de sus obras para Nintendo y Rare.

Nikoderiko es, por tanto, puro amor plataformero, pero que al inspirarse demasiado en ciertos juegos pierde un poco su propia identidad. Esto, y que además tiene jefes finales que, salvo alguna excepción, son demasiado mecanizados, largos y basados en esperar el momento adecuado (a lo Crash), por lo que empañan un poco la imagen general. Eso sí, la enhorabuena al equipo de VEA Games por su trabajo es más que merecida, y nos encantaría ver un nuevo juego con Niko y Luna con detalles mejorados y un poco más de personalidad propia.

Versión del juego analizada: 1.0.1

Resumen
Nikoderiko: The Magical World es uno de los plataformas más sólidos de la última década, que además homenajea a otros grandes nombres de la industria. Y quizás ese es su problema, que se fija demasiado en ellos y pierde algo su propia identidad.
8
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