Desde luego que es difícil competir contra los pesos pesados de los juegos familiares, pero si se cuenta con la baza una licencia tan querida como la que aporta Garfield Lasagna Party todo es mucho más sencillo…¿o no?
DE BUENA PASTA
Desde finales de los 70 ese irreverente gato llamado Garfield nos acompaña, de forma más o menos presente a todos nosotros de un modo ya cultural. Bien a través de series de televisión o todo tipo de merchandising, el personaje creado por Jim Davis perdura en el tiempo hasta participar en esta fiesta de comida multijugador.
La selección de minijuegos es buena aunque nada que no hayamos visto.
Sobre un tablero cual Mario Party, Garfield Lasagna Party nos propone lanzar los dados para avanzar en el tablero y conseguir más lasaña que el resto de jugadores. Por el camino no se olvida de proponer minijuegos tras cada ronda y hacer la partida mucho más ligera. La principal particularidad radica en el uso de objetos que afecta sobre las tiradas rivales o sobre las nuestras propias. Se añaden números a la tirada, se restan o inhabilitan los efectos de las propias casillas. Estas pueden contener monedas, piezas de lasaña, atajos, efectos aleatorios y alguna que otra sorpresa adicional. Todo esto hace que de forma inevitable el juego se sienta lento desde un primer instante, por un lado por la velocidad de acción y por otro por todos esos condicionantes externos que hacen alargar los turnos más de la cuenta. Incluidos los de la CPU en el caso de que participen, siendo imposible acelerar todo lo que ocurre mientras jugamos.
Fuera de un desarrollo sin sorpresas, bastante agradable visualmente aunque sin alardes, se nos presenta un único tablero. Un recorrido con alguna bifurcación que a todas luces se antoja insuficiente para un juego de este tipo. A pesar de intentar ofrecer una variedad de efectos en las casillas, todas las partidas se resuelven de forma muy similar ofreciendo poco margen en las estrategias de los jugadores.
La principal particularidad radica en el uso de objetos que afecta sobre las tiradas rivales o sobre las nuestras propias
CAOS EN EL ORDEN
Pero lo peor de todo Garfield Lasagna Party es lo mal que se comunica con el jugador. Desde el menú de inicio, con nombres nada descriptivos para sus opciones de inicio, hasta una simple tirada de dado, el título descoloca desde el primer instante. Ya en el juego la cámara no deja de moverse, colocar a los personajes aquí y allá en cada acción sin dejar una información clara de lo que está sucediendo ni las consecuencias que tiene. Los jugadores lanzan los dados en un lugar concreto del tablero, después utilizan los objetos sobre la tirada en otra ubicación distinta para pasar al movimiento del personaje sobre las casillas. Mientras, la cámara se aleja, hace zoom, se inclina y mil virguerías más que impiden ubicar físicamente lo que está ocurriendo ni el por qué. Algo que tampoco se refuerza mucho con el mejorable feedback sonoro.
Quizá
Para más inri nunca tenemos toda la información necesaria en pantalla y casi en ningún momento vemos la información actualizada de la partida (sólo en el tablero) por lo que si utilizamos objetos y consumen monedas no podemos saber de cuantas disponemos. O tan simple como finalizar un minijuego y ver lo obtenido tras los indicadores de cada jugador, impidiendo observar con claridad el texto que además omite mostrar una clasificación o recuento de lo que llevamos obtenido hasta ese momento. Coge la fórmula del fontanero de Nintendo pero complicándola en lo más sencillo para enrevesar el juego de forma totalmente innecesaria. Porque si no fuera por esto, los minijuegos funcionan bastante bien. Es cierto que tenemos esa sensación de desorientación, jugándose casi sin previo aviso y con explicaciones previas mejorables que no ayudan a saber qué hacer. Pero puestos en faena funcionan.
Coge la fórmula del fontanero de Nintendo pero complicándola en lo más sencillo para enrevesar el juego de forma totalmente innecesaria
Son variados, se inspiran mucho en lo que ya hemos visto muchas veces, pero saben elegir pruebas de todo tipo, omitiendo eso sí, el factor suerte. Y es que todos los minijuegos de Garfield Lasagna Party se basan en la habilidad, algo que por otro lado perjudicará a los más jóvenes de la casa, añadiendo un obstáculo más a la diversión inmediata que pueden buscar. Fuera de este modo principal, nos quedan dos opciones de jugar a los minijuegos: individualmente o en un torneo de pruebas aleatorias. Así, los 32 minijuegos incluidos son los justos para la importancia que se les quiere dar, sobre todo, tras ver que el tablero puede sentirse repetitivo demasiado pronto. Quizá, su plantel de 4 personajes ya vaticina desde el inicio la escasa oferta que tenemos por delante.
Sólo disponemos de cuatro personajes para elegir.