En el análisis de Final Fantasy Pixel Remaster se han tratado los elementos comunes de las remasterizaciones. Lee la primera sección para enterarte de ellas. En este texto, vamos a hablar sobre Final Fantasy II, el hijo rarito de la saga, pero un paso fundamental en la forja de la leyenda.
Análisis de Final Fantasy II
Final Fantasy se convirtió en un éxito sin precedentes y, claro, había que lanzar una secuela. Algo que, para empezar, ni siquiera tenía mucho sentido. Hay incluso un vídeo protagonizado por el propio Hironobu Sakaguchi en el cual se repasa la historia de la saga en clave de humor, donde se comenta precisamente esto.
Así que nuestro querido creador decidió hacer un juego radicalmente diferente. Final Fantasy II plantea un mundo asolado por la guerra, y una historia dramática que se va desarrollando gracias a que uno de los personajes del grupo que controlamos es rotativo. Si en el primer Final Fantasy se definió el “encanto” de la saga, en este se incluye el factor “drama épico”. Todos estos elementos se mezclarán más adelante en Final Fantasy IV.
Sin embargo, a pesar de su arranque ultra épico gracias a la banda sonora remozada, en seguida nos damos cuenta de que Final Fantasy II no es un juego tan redondo como el primero.
Un Final Fantasy muy peculiar
Para empezar, su sistema de juego es muy arriesgado e innovador. Y, como siempre que arriesgas, las cosas pueden salir mal. Las habilidades se suben usándolas, lo que da pie a muchos combates de entrenamiento para poder usarlas con efectividad. Es decir, ni con todos los potenciadores te vas a librar de combatir simplemente para subir de habilidades.
Aparte, incluye un sistema de contraseñas para avanzar en la trama. Algunos personajes con los que hablemos nos mencionarán palabras clave, que saldrán resaltadas en diferentes colores. Debemos usar la opción “recordar” y, después, cuando queramos hablar con otro personaje sobre eso, darle a la opción “preguntar”. Además, también podemos interactuar con los personajes enseñándoles o dándoles objetos de nuestro inventario.
Sobre el papel parecen ideas muy buenas, pero el sistema de contraseñas complica innecesariamente el avance de la trama y les resta naturalidad y dinamismo a los diálogos. La traducción, en este caso, no está tan lograda como en el primer Final Fantasy, aunque sigue siendo buena.
El comienzo de las historias épicas y dramáticas
A pesar de que cuenta con una historia más dramática que en su edición anterior, los personajes de Final Fantasy II son más bien tirando a planos y toda la carga narrativa corre a cargo del cuarto integrante, cuyo puesto es rotativo. Este factor, en conjunto con el sistema de juego, hace que a nivel jugable el cuarto personaje sea siempre irrelevante, pero sentará las bases de la narrativa de la saga a partir de la cuarta entrega.
Otro punto que hace que el Final Fantasy II sea un poco más caótico que su predecesor es que el diseño del mapa no está tan cuidado a nivel narrativo. Desde el principio, tienes una gran libertad que puede jugar en tu contra. Además, muchos enemigos infligen estados alterados simplemente con atacar (y a veces el estado puede ser, directamente, muerte) y estos estados solo se curan con objetos o magia. Y sigues teniendo que revivir a los aliados caídos en los templos a cambio de una tasa.
El aspecto gráfico no es de NES, sino de SNES. Recuerda a Final Fantasy V, aunque con mejoras gráficas notables. Se hace uso del modo 7 y las secuencias animadas están bastante cuidadas. Lejos quedan los fondos negros del original de NES. Por otro lado, hay que señalar que los tres juegos de NES se ven muy parecidos entre sí.
En definitiva, Final Fantasy II es un juego bueno, pero muy peculiar. Hay gente que lo adora y la franquicia SaGa surgió como continuación de su sistema. Probablemente se trate del más controvertido y molesto de todos los Final Fantasy, pero aun así merece la pena. Sin embargo, no es de extrañar que se quedara en Japón y no llegara a occidente hasta muchos años más tarde, cuando el nombre de la marca ya estaba grabado a fuego en las mentes de los jugadores.
