Llega a Nintendo Switch la colección Final Fantasy Pixel Remaster, por lo que desde Revogamers.net vamos a analizarlos todos, comenzando por su primera entrega, Final Fantasy, concebida en 1987.
Final Fantasy es una saga que no necesita presentación. Su séptima entrega, en 1997, marcó los estándares del género de juegos de rol japoneses y se alzó como el referente supremo, la verdad primigenia. Había gente que pensaba que el número 7 era como el 4 del episodio IV de Star Wars, puro “postureo” por parte de Squaresoft, la desarrolladora.
Pero no, antes de él hubo 6 entregas, 3 en NES (Nintendo Entertainment System) y 3 en SNES (Super NES). Son estas seis entregas las que han llegado a Nintendo Switch, de la mano de Square Enix (fusión entre Squaresoft y Enix) en forma de Final Fantasy Pixel Remaster, un recopilatorio fiel a los lanzamientos originales, pero cargado de novedades.
Cómo afectan estas remasterizaciones a los títulos de NES
Antes de comenzar, unos apuntes sobre la saga. Una de las características más genuinas de Final Fantasy es que ninguna de las entregas numéricas está conectada y se pueden jugar de forma independiente. Hay elementos comunes, nombres que se repiten, etc. Pero cada juego es una experiencia única, con un sistema renovado y buscando siempre la innovación. Esa es la principal seña de identidad de la saga.
En estas ediciones Píxel Remaster se ha intentado ser fiel al original, pero añadiendo novedades de agradecer, a costa de algo de corrección política en algunos casos (hay uno muy llamativo en la sexta entrega). Lo que tienen en común las seis entregas es una banda sonora remozada, que destaca muchísimo y aporta una gran calidad extra realzando el genio compositivo de Nobuo Uematsu gracias al trabajo espectacular de los orquestadores (cuyos nombres son Shingo Kataoka, Ryoue Takagi, Kento Hasegawa, Masato Kouda, Tomonori Adachi, Ayumu Murai, Yuji Aoyama, Hidenori Miyanaga).
Mejoras en calidad de vida
También se incluye un sistema de potenciadores que incluye multiplicadores de experiencia, recursos y la posibilidad de evitar combates si así lo deseas; guardado rápido y autoguardado cuando entras a un nuevo escenario; un apartado gráfico depurado, especialmente notorio en las tres primeras entregas y, finalmente, una excelente traducción al castellano.
No incluyen, sin embargo, ninguno de los cambios vistos en ediciones posteriores a la original, así que olvidaos de mazmorras extra, nuevas profesiones o secuelas directas. Los cambios, como la banda sonora o la fuente de las letras, se pueden cambiar en el menú. Recomiendo encarecidamente la fuente clásica.
Aparte, también se puede añadir un filtro analógico para que el juego se vea parecido a como se veía en las televisiones CRT (con los bordes difuminados y un poco borroso), pero no es recomendable en televisiones muy grandes. Aconsejo, sin embargo, probarlo y decidir por uno mismo. La banda sonora clásica también está incluida, pero salvo en la sexta entrega, las versiones nuevas tienen una calidad soberbia que no te invitará en absoluto a volver a los sonidos chiptune de NES o SNES.
Como se trata de seis juegos diferentes, que se pueden comprar por separado, a partir de aquí los análisis se van a centrar en comentar el valor de cada uno de ellos. En el caso de las tres primeras entregas, más que de Remaster se podría hablar de Remake encubierto, ya que los cambios son muy significativos y no hay ninguna versión anterior parecida. Se venden a un precio de 12 euros cada uno (los otros valen 18), precio quizá un poco alto para tratarse de juegos que tienen más de 30 años, aunque con todas las novedades se justifica más o menos.
Análisis de Final Fantasy I
La primera entrega de la saga, la que comenzó la leyenda, la obra maestra de juventud de Hironobu Sakaguchi. Final Fantasy I se siente como una mezcla entre Dragon Quest y Dungeons & Dragons. La historia parece una campaña muy original de rol y conecta con el jugador desde el principio. Es ligera, pero no infantil, y está muy bien construida en su simpleza.
Final Fantasy I es, por lo tanto, un RPG por turnos convencional. Al empezar la partida, seleccionamos el nombre de nuestros cuatro personajes y su profesión, la cual no podremos cambiar. Es importante crear un grupo equilibrado con dos integrantes de ataque físico y dos mágicos, tal y como sugiera el propio juego, para no quedarse estancado.
A partir de ese momento, Hironobu Sakaguchi te cuenta una historia en modo arranque de Star Wars diciéndote a donde tienes que ir y tú decides. Tienes libertad absoluta. O al menos, la sensación de tenerla. Pronto te das cuenta de la maestría del diseño del mapa, bloqueando de forma más o menos natural los accesos para que, aunque no tengas ningún marcador en el mapa, sepas siempre a dónde tienes que ir.
Los riesgos de los años 80
En Final Fantasy I hay que tener cuidado con los combates. No son excesivamente complicados, pero un desliz puede suponer el final de tu partida. Los estados alterados solo se curan con objetos y para resucitar a los personajes hay que ir a la iglesia y pagar una cuota, por lo que te puedes quedar bloqueado en una partida si las cosas no salen del todo bien.
El combate es sencillo. Al principio de turno decides las acciones de cada uno de los personajes y estas, junto a las de los enemigos, se resuelven en un orden variable, que depende de los atributos de los personajes y de un factor aleatorio. Hay estrategia, pero también un componente de azar. A la hora de distribuir a los personajes, el primero es el que tiene más posibilidades de ser atacado y el último el que menos, es como si estuvieran en fila.
La magia es curiosa, ya que la aprendemos en las tiendas de magia comprando copias. Cada personaje puede tener hasta tres hechizos de cada nivel. Los puntos de magia funcionan de manera similar a las ranuras de Dungeons & Dragons. Tenemos una cantidad determinada para cada nivel. Los hechizos de nivel 1 se lanzan con puntos de magia de nivel 1 y los de nivel 3, con puntos de magia de nivel 3. Esto obliga a tratar de forma estratégica el uso de determinados hechizos. Es un sistema raro, que solo se volverá a ver en Final Fantasy III, pero funciona dentro del juego.
La música de Final Fantasy. Un diamante pulido al fin
La banda sonora ha quedado muy bien, mejora muchísimo la experiencia y merece la pena escuchar las versiones arregladas en lugar de las originales. Aporta dramatismo a la historia y te invita a seguir jugando. La traducción también está bastante lograda, así que es muy fácil seguir la historia del juego, ligera, pero con mucho encanto. Los potenciadores hacen que la experiencia sea mucho más fluida y no requiere tanto entrenamiento.
El aspecto gráfico no es de NES, sino de SNES. Recuerda a Final Fantasy V, aunque con mejoras gráficas notables. Se hace uso del modo 7 y las secuencias animadas están bastante cuidadas. Lejos quedan los fondos negros del original de NES. Por otro lado, hay que señalar que los tres juegos de NES se ven muy parecidos entre sí.
Final Fantasy I, el mejor punto de entrada para una saga legendaria
Y, precisamente, esa es la palabra que define a este juego mejor: encanto. Final Fantasy I es un juego maravilloso y no me extraña que sentara los cimientos de una de las sagas más importantes del sector. Una magia que no se repetirá hasta Final Fantasy IV (no en vano, Final Fantasy IV fue Final Fantasy II en occidente). De todas las ediciones píxel remaster, esta sea quizá la más recomendable.
