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Análisis de Final Fantasy III Pixel Remaster

En el análisis de Final Fantasy Pixel Remaster se han tratado los elementos comunes de las remasterizaciones. Lee la primera sección para enterarte de ellas. En este texto, vamos a hablar sobre Final Fantasy III, una vuelta a los comienzos en términos narrativos, pero un paso adelante muy grande con respecto a la personalización de la jugabilidad gracias al sistema de trabajos. Lee el análisis de la segunda entrega aquí.

Análisis de Final Fantasy III

Final Fantasy III abandona el dramatismo de la segunda entrega y vuelve al mundo mágico de fantasía de la primera, siendo incluso más ligero que este. Añade un sistema de trabajos bastante rudimentario pero que permite a los jugadores cambiar la profesión de cada personaje al vuelo. De hecho, la jugabilidad gira entorno a ello y, muchas veces, para avanzar será menester cambiar a cierto trabajo para poder acceder a habilidades concretas.

Controlamos a cuatro huérfanos con la misma personalidad que han sido adoptados por el sabio Topapa. El cristal del viento les impone la misión de salvar el mundo y deciden hacerle caso. En muchos aspectos, Final Fantasy III intenta desesperadamente volver a la sencillez de Final Fantasy I, pero sin renunciar a innovar. No es arriesgado como el II, pero tampoco es un clon del I.

En Final Fantasy III aparece uno de los elementos de calidad de vida más importantes, el de los manantiales de recuperación. La sanación y la resurrección de los aliados sigue siendo algo separado, pero esta vez revivir ya no cuesta una tasa gracias al agua mágica. Además, los estados alterados se pueden curar también al descansar.

Aprendiendo de los errores

No descarta del todo el sistema de contraseñas de la segunda entrega, sino que lo simplifica manteniendo solamente la opción de enseñar o entregar objetos a los aliados en busca de efectos concretos. En este caso, funciona muy bien y no interfiere con la narración. Se incluye, además, el hecho de que haya objetos ocultos en el escenario, y no solamente en cofres. Hay también paredes secretas y pasadizos que solo podemos acceder con determinadas habilidades.

La historia es simple, pero avanza de forma ligera como un cuento de hadas y, desde luego, tiene su encanto y funciona. No obstante, no se conserva la misma sensación de campaña de partida de rol que sí que tenía Final Fantasy, y tampoco se llega al nivel de epopeya épica de Final Fantasy II. En cierto sentido, la parte narrativa de esta tercera entrega es la más irrelevante de la saga.

El sistema de trabajos permite cambiar la clase del personaje al vuelo, lo que le permite usar magia, habilidades o equipos concretos. Sin embargo, no llega al nivel de versatilidad visto en Final Fantasy V o la saga Bravely Default (que se basa en juegos como este), por lo que esperad algo más rudimentario. Eso sí, los cambios de trabajo están muy integrados en el avance de la trama, por lo que muchas veces es necesario cambiar para poder continuar la historia.

Mejorando lo visto

El aspecto gráfico no es de NES, sino de SNES. Recuerda a Final Fantasy V, aunque con mejoras gráficas notables. Se hace uso del modo 7 y las secuencias animadas están bastante cuidadas. Lejos quedan los fondos negros del original de NES.

Como sucede en los otros Píxel Remaster de NES, la banda sonora brilla con luz propia y hace merecer la pena el viaje. Los potenciadores, por otro lado, hacen la experiencia mucho más fluida y sin necesidad de entrenar tanto. Los trabajos y los niveles se suben por separado, encargándose los primeros de las estadísticas y el segundo de la vida. Se puede dar la paradoja de que el mago negro pegue más fuerte con un ataque físico que el propio guerrero (historia real). Los trabajos de final de juego son, en muchos casos, versiones mejoradas de los iniciales así que, aunque se pierdan estadísticas al cambiar, conviene hacerlo a la larga. Y ya sabéis lo que significa esto: Entrenar.

Viendo todo esto, tampoco es de extrañar que Final Fantasy III no llegara a occidente. No llega a lucir como la primera entrega y, aunque supone un paso hacia adelante totalmente necesario, queda muy por debajo de los juegos que aparecerán posteriormente en SNES. Los directivos japoneses en su día, además, podrían pensar que se trataba de un juego demasiado complejo para el público occidental, más acostumbrado a jugabilidades directas (según su visión). En cualquier caso, no llegó a Europa hasta muchos años después y, descontando la versión 3D para DS, esta es la edición más vistosa del juego.

De nuevo a primera plana

Final Fantasy III es el que inició el sistema de trabajos, perfeccionado en Final Fantasy V (incluido también en la colección Pixel Remaster), Final Fantasy X-2, los Final Fantasy online y algún juego más ligado a la saga, como los Bravely Default (del estudio encargado de hacer el remake para DS en 3D de este juego).

Si te apetece ver dónde comenzó todo, se trata de una de las mejores formas de hacerlo.

Resumen
Final Fantasy III Pixel Remaster es una oportunidad perfecta para disfrutar del primer título de la saga con un sistema de trabajos. No tiene el encanto del primero ni el dramatismo del segundo, pero es una apuesta sólida y disfrutable para todos los aficionados a esta fantástica saga.
7
Bueno
Escrito por
Escribo análisis de vez en cuando. Llevo haciéndolo desde los oscuros orígenes de la web, cuando por internet vagaban las hadas y los dragones y todo, todo, era mejor.

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