El arte, además de ser la capacidad del hombre de recrear aspectos de nuestra realidad mediante imágenes y sonidos, tiene la capacidad de remover, desgarrar e incluso hacernos abrir los ojos ante cosas de las que desconocíamos su existencia. Endling – Extinction is Forever, el videojuego que hoy nos ocupa, como medio artísticos al que pertenece se convierte en una oportunidad para concienciar de los peligros y futuro que nos depara con motivo del abuso que realizamos los humanos sobre la naturaleza y el medio ambiente.
Sobrevivir a la vida
Endling – Extinction is Forever comienza con nuestra protagonista, un zorro hembra, escapando de un incendio estando embarazada de cuatro cachorros antes de dar a luz. El incendio no es el único peligro que nos tocará vivir pues la mano del hombre acecha nuestra mera existencia destrozando todo lo que nos rodea e incluso a nuestra familia. Tanto es así que en los primeros compases seremos víctimas del secuestro de uno de nuestros hijos, siendo el suceso traumático y el punto de inflexión que marcará el devenir de nuestra historia.
Nuestro objetivo en Endling – Extinction is Forever será el de buscar a nuestro cachorro secuestrado al mismo tiempo que garantizamos la supervivencia del resto de nuestros retoños. Para ello exploraremos nuestro entorno moviéndonos lateralmente sobre escenarios tridimensionales (lo que comúnmente conocemos como entornos 2,5D) en busca de alguna pista o olor, ya que nuestro olfato será el recurso principal para avanzar con la búsqueda.
Nuestro olfato también va a ser imprescindible para localizar alimentos o otros animales a los que cazar para alimentar a nuestras crías. Algunas veces será tan fácil como rebuscar en la basura que dejan los humanos; otras veces, y también más jugosas, debemos acechar a nuestras presas para no asustarlas y poder cazarlas.
Estos cachorros, según vayamos explorando y viviendo experiencias, aprenderán nuevas habilidad que nos facilitarán la tarea de conseguir alimentos y escapar de las trampas colocadas en los escenarios.
Arte en movimiento
Hablando ya del apartado gráfico y artístico de Endling – Extinction is Forever, que es sin duda el elemento álgido de la experiencia, nos tenemos que rendir ante tal preciosidad. Utilizando imágenes sin recurrir a grandes detalles y a colores claros se ha conseguido crear un mundo que parece tan vivo como lo puede ser el nuestro. A medida que exploramos los escenarios podemos observar como el resto de seres vivos, incluidos los humanos, hacen lo suyo sin percatarse (o sí) de nuestro paso por los entornos.
Pero lo más espectacular es ver como la acción del hombre va, día tras día, arrasando con todo lo que pilla a su paso: la vegetación, los árboles, los terrenos, los propios animales, la vida de los humanos que viven en los alrededores; repercutiendo directamente en la jugabilidad y en nuestro progreso por los escenarios, dificultándonos la obtención de alimentos. Hermoso y horroroso al mismo tiempo.
En cuanto a la duración, esta ronda las 3 horas solamente por lo que estamos hablando de un juego algo corto. Pero el mayor problema que tiene Endling – Extinction is Forever no está en la cantidad de horas de juego sino en la incapacidad de tirar hacia delante su premisa jugable durante las horas que dura. Al poco tiempo la búsqueda de alimentos es más básica de lo que parece y la exploración se ve mermada por el insuficiente mapeado que presenta. La recta final del juego se reduce a observar los acontecimientos que tiene programada la historia para que sucedan a rajatabla porque hay poco más que hacer.
Si asumes el limitado contenido que puedes encontrar, Endling – Extinction is Forever puede merecer la pena tanto por las originales mecánicas jugables como por su puesta en escena de gran belleza. Además si la obra tiene moraleja y tan buen fondo como es el caso posiblemente nos aporte algo más que pasar un buen rato. Primero acabaron con los recursos que la tierra les daba, luego acabaron con la vida que había en ella y terminaron acabando con ellos mismos.