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Análisis de Catherine: Full Body

Catherine: Full Body, la revisión de Catherine, un peculiar juego de Atlus de 2011, llega por fin a Nintendo Switch.

Si buscamos la definición de juego de culto, seguramente lo que encontremos se encontrará lejos de un consenso. Pero seguro que hay muchos elementos en común, tales como un juego que en su día no tuvo una gran recepción, ya sea por sus fallos o por cualquier motivo que no convenciese a la audiencia o a la prensa. Dicho así, cualquiera diría que estamos hablando de malos juegos, pero es que, a pesar de no tener un éxito abrumador, han conseguido atraer a una buena parte del público, que lo recuerdan con cariño y lo tienen en un pedestal. Esto es porque, más allá de sus errores, eran juegos que hacían algo diferente al resto ya sea que innovasen en la jugabilidad, en historia o en cualquier otra cosa. Pero, aunque no hallemos un consenso en su definición, seguro que aparece más de una vez el nombre de Catherine.

Tratar como tema en un videojuego la vida en pareja o el adulterio de forma completamente explícita no es algo sencillo a lo que muchas desarrolladoras se hayan atrevido. Pero estamos hablando de Atlus, los mismos capaces de tratar la aceptación de uno mismo o la distorsión en la cognición de las personas, todo ello con un trasfondo adolescente y dándole sentido a los combates por turnos contra criaturas creadas inconscientemente por la psique humana. Y es que eso era Catherine, un juego de 2011 que trataba las relaciones de pareja, en un peligroso triángulo amoroso, con un misterio por resolver en la noche, muchas decisiones y puzzles. En definitiva, parecía más una suerte de experimento de visual novel y juego de puzzles que un videojuego al uso, pero aquí estamos en 2020 revisitando este gran juego con su versión mejorada, Catherine: Full Body. 

Tres mujeres, tres formas de ver la vida, tres formas de ser Vincent

Catherine: Full Body comienza como si de un programa de televisión que emite películas clásicas se tratase, con su introducción propia y todo. Estamos viendo el Golden Playhouse, bajo la perfecta presentación de Trisha, la Venus de Medianoche, que nos hará una pequeña sinopsis de la obra que nos depara y su protagonista: Vincent Brooks. Ya en esta escena, podemos atisbar un poco lo que nos encontraremos en esta aventura, pero con algo que ya nos llama la atención, el género con el que esta mujer lo define es terror romántico, dos palabras que raramente veremos juntas de esta manera.  

En los párrafos de apertura ya hablábamos de que Catherine se basaba en los puzzles y en ser una visual novel, por lo que sus dos grandes pilares se tratan de la jugabilidad y su argumento. Comenzaremos por este último, siendo una gran historia, con multitud de símbolos y finales por descubrir, pero a ello llegaremos más tarde. La aventura de Catherine: Full Body nos pone en la piel de Vincent Brooks, un hombre de 32 años con trabajo y novia, pero no deja de ser una persona que quiere la vida fácil, sin complicaciones, sin tener que tomar decisiones arriesgadas ni nada similar.

Es por ello que empatizar con él suele ser complicado. En sus 32 años aún vive solo y es en esta misma semana cuando su novia desde hace ya unos cuantos años le dice que parece que va siendo hora de dar un paso adelante en su relación, un paso hacia el matrimonio, algo que nuestro protagonista parece no tomarse muy bien. 

Pero es que esa misma noche, en su bar de siempre y después de un par de copas de más se topa con otra chica, con la que mantendrá ciertas relaciones nocturnas. Cuando se levanta por la mañana, se da cuenta de lo que ha hecho, de lo que supone el haber puesto los cuernos a su novia, pero tampoco le termina de disgustar la joven y sexy imagen que tiene ante sí. Es en este momento donde comenzaba el triángulo amoroso original de Catherine, donde Vincent se debatirá entre la seriedad de Katherine, su novia, y la alocada Catherine. Pero en este Catherine: Full Body la cosa no queda ahí e introducimos a una tercera mujer en la ecuación, Rin. Esta chica ha perdido la memoria y cuando nos la encontramos está siendo perseguida por un acosador y representa la dulzura y la inocencia. 

Y es que esa es la palabra, representar. Vincent ya tiene 32 años, lo que en cualquier cultura se consideraría como una persona adulta, que tiene que dar uno y dos pasos hacia esa vida más propia de un hombre de su edad. El problema reside en que Vincent no es ni responsable ni maduro, y se debate entre aceptar su condición de persona adulta o agarrarse a su juventud y la diversión que ello supone. Precisamente, Katherine es esa persona seria, que antepone el trabajo y la estabilidad a todo, lo que en la vida de Vincent y en esta historia supone la aceptación de la adultez, mientras que Catherine es la alocada, la diversión y el tomar malas decisiones en su vida y no arrepentirse de ello. Son dos mujeres que suponen los dos estados mentales entre los que se debate el protagonista. Rin, por su parte, es la liberación de la amabilidad, del verdadero ser de Vincent, ya que le busca trabajo y le da una vida mientras se convierte en un interés amoroso. 

Cuando la noche cae, la muerte acecha

Sin embargo, la cosa no se queda aquí porque las relaciones de pareja y este cuadrado amoroso no es lo único de lo que nos tendremos que hacer cargo en Catherine: Full Body. Al principio del juego nos encontraremos a Vincent en ropa interior, con cuernos de carnero y teniendo que escalar una superficie a modo de puzzle, pero a ello entraremos en cuanto hablemos de la jugabilidad.

Esto significa que, durante la noche, con el protagonista, visitaremos un mundo de pesadilla, un mundo onírico donde tendremos que ir subiendo con el objetivo de finalmente encontrar una salida. De igual manera que con las relaciones, esto puede tener un significante sobre la superación vital y la consecución de objetivos. Pero la cosa no se queda ahí, porque si muriésemos en nuestros sueños, apareceríamos muertos por la mañana consumido, únicamente quedando nuestros huesos y ropa.  

Así pues, nos encontramos con dos escenarios completamente distintos, el día y la noche, la vigilia y el sueño, la vida y la muerte. A pesar de que suene tan estresante, lo cierto es que únicamente sucede en dos escenarios, muy bien montados. Durante el día jugaremos en el Stray Sheep (oveja descarriada), el bar en el que Vincent va a desahogarse todas las noches, con sus amigos de toda la vida o solo, interactuando con la camarera, el dueño o los clientes. Por la noche, viajaremos a este mundo onírico donde compartiremos trayecto con ovejas antropomórficas que, según ellas, se ven humanas y a sus ojos nosotros somos las ovejas. Líos amorosos y misteriosas muertes, todo queda en nuestras manos y en las decisiones que tomamos. 

13 finales y un sistema de moralidad

Pero, ¿en qué consiste esta toma de decisiones y qué influencia final tiene realmente? Al principio he empleado la palabra visual novel, más que nada porque es lo que más se le acerca, pero no es un simulador de texto e imágenes fijas en las que tomar un par de decisiones nos harán tomar uno de los finales. De cierta manera, se le puede acercar, pero no es así. Justo he introducido el Stray Sheep por esta razón, porque las relaciones con personas reales tienen lugar en este bar. Con las mujeres sobre las que Vincent se debate internamente podemos interactuar, generalmente, por el móvil. Serán ellas las que nos escriban y, nosotros, podemos responder de varias maneras, con las opciones que nos proporcionan. A veces, incluso, nos mandarán fotografías, algunas más picantes que otras. Y cuando respondemos se deja ver un medidor de moralidad, que se mueve según nuestras acciones. 

La cosa no queda aquí, porque no solo de mensajes se puede nutrir un medidor de moralidad, sino que también nos llamarán por teléfono, con la opción de no cogerlo si no queremos. Rin, por su parte, toca el piano en el bar y, aparte de su constante evolución psicológica como personaje, también conversaremos de forma más común con ella. Aunque, esto es solo la interacción directa con los integrantes de este cuadrado amoroso, porque esta moralidad es más compleja. Los personajes secundarios no están ahí simplemente porque el escenario lo exige, sino que le dan vida al escenario y al propio Vincent.

En el Stray Sheep podemos hablar con la camarera, con el dueño (que es el personaje más sabio y misterioso que pueda existir) y con los clientes. Con ellos tendremos conversaciones en los que nuestras respuestas seguirán modificando este medidor, incluso el hecho de emborracharnos afecta directamente. Y por las noches, más de lo mismo con estas ovejas antropomórficas, que también nos darán consejos. 

Por último, en estos términos, antes de muchas fases nocturnas hablaremos con una especie de administrador de ese mundo onírico que nos hará elegir entre dos opciones, con las que tendremos muy claro hacia qué lado irá la moralidad. Con esto, iremos desbloqueando escenas entre el gran abanico de posibilidades que hay, dando lugar a una versión u otra de Vincent, cambiando su forma de ver la vida. Y, como no podría ser de otra manera, darán lugar a uno u otro final del juego que no son pocos, en total, Catherine: Full Body, suma un total de 13 finales. Para los que conozcan el juego original, han sumado cinco, tres relacionados con Rin y otros dos, uno para Katherine y otro para Catherine.

La escalada hacia la libertad, hacia la superación personal

Es hora de entrar en detalle sobre la segunda parte del juego, en la que podemos ser algo más escuetos, pero es, sin lugar a dudas, una de sus dos grandes pilares. Ya hemos hecho una pequeña introducción hacia la jugabilidad nocturna de Catherine: Full Body, en la que tenemos que escalar una pared vertical formada por cubos que podemos mover a nuestro gusto, pero siempre con unas reglas concretas. Con reglas concretas quiero decir que se nos puede desmoronar una parte importante del puzzle si, por ejemplo, quitamos una pieza esencial. Las decisiones sobre cómo escalar las tendremos que tomar rápidamente ya que el suelo se desmorona a nuestros pies. 

Para escalar podemos coger los cubos y moverlos a nuestra voluntad, siempre teniendo en cuenta que cada bloque es diferente. Por un lado, hay algunos que no se pueden mover, otros que se resquebrajan, de hielo, con muelles, … y así un sinfín de posibilidades que nos complicarán la subida y que nos irán complicando los puzzles conforme avancemos en el juego. Esto transcurre en una especie de fases y, al final de las mismas, nos enfrentaremos a algo similar a un jefe con esta misma jugabilidad.

En caso de que nos equivoquemos y queramos volver atrás siempre tendermos la posibilidad de dar un paso atrás, pero esta opción está limitada por nivel y podemos conseguir alguno más si cogemos una almohada en el nivel. Y es que los objetos serán muy importantes a la hora de escalar y hay de todos tipos, pero hay que usarlos con cabeza y en el momento idóneo. 

Más de 500 niveles por jugar y dominar

La cosa es que este es uno de los pilares fundamentales de Catherine: Full Body, pero hay a gente que puede no resultarle interesante o querer solo jugar la historia. En este caso hay un modo de dificultad en el que nunca morimos y todo va más despacio, incluso cuenta con una opción en la que Vincent puede ir subiendo solo. Aparte de esto, lo normal es querer ir mejorando y disfrutar también de esta parte que nos propone un reto con una curva de aprendizaje muy interesante y que nos obligará a aprender nuevas técnicas y nos reta a mejorar para conseguir la máxima puntuación y el trofeo más alto de cada nivel. Esto sirve tanto para la rejugablidad como para desbloquear niveles en el modo Babel. 

Más allá de quienes disfrutan de la historia, también se ha pensado en lo contrario, en la gente que disfruta y quiere más y más puzzles. Para eso está el modo Babel, que se trata de una serie de retos en los que tendremos que escalar con dicha jugabilidad y cuentan con una dificultad interesante. Por supuesto, también podemos competir o colaborar en casa a la hora de resolver puzzles y, teniendo esta opción para competir en la misma consola, no podía faltar un modo online donde tratar de convertirse en el mejor jugador de Catherine del mundo.  

La cosa podría sonar a que cuenta con una gran cantidad de niveles de escalada diferente, pero realmente hay más. Si ya nos conocemos al dedillo cada una de las fases al tratar de conseguir todos los finales, existe el modo remezclado donde los puzzles cambian y las piezas se agrupan, casi como en el tetris pero teniendo que escalar. Y si todavía hay ganas de más, en el Stray Sheep contamos con una máquina recreativa, el Super Rapunzel, donde tendremos el mismo estilo de juego, con estilo pixel y con su propia historia interna de la princesa Rapunzel. En total, nos quedamos con la nada desdeñable cifra de más de 500 niveles diferentes, duplicando la cifra del original. 

Llegamos ya al final, hemos dejado para lo último su apartado artístico y sonoro, no porque sean malos o no tengan importancia, sino porque lo demás cobra demasiada. En términos de gráficos debemos distinguir entre los vídeos y el juego en sí. Las cinemáticas son prácticamente un anime japonés. Es más, está animado por un estudio dedicado a ello. En el juego usan un estilo gráfico que trata de representar la animación japonesa, pero que denota sus orígenes en la generación anterior de consolas con unos brillos algo elevados y que pueden resultar feos en ciertas situaciones.

Por otro lado, el juego emplea una paleta de colores muy interesante, con el rosa por bandera y con muchas siluetas lo bastante insinuantes. Por su parte, la banda sonora cuenta con una interesante mezcla de música actual para la vida real con piezas más clásicas en lo relacionado a los misterios y el mundo onírico, cuando está tranquila la cosa, claro. 

Catherine: Full Body – Conclusiones

Hasta aquí llegamos con Catherine: Full Body, un juego que seguro no dejará indiferente a nadie. A modo de conclusión, este juego es una joya oculta de nuestro tiempo, un juego que no acepta comparación, simplemente porque no hay nada igual. Una historia atractiva, con una temática que pocas veces veremos, y si lo hacemos es mediante visual novels que no ofrecen ni por asomo las opciones que nos da Catherine; los puzzles estilo Q*bert con los que iremos mejorando poco a poco y un sistema de moralidad complejo que nos llevará a 13 desenlaces diferentes. Además, sobra decir que este tipo de puzzles funcionan especialmente bien en el modo portátil de Nintendo Switch, siendo un estilo de juego que pega completamente.

Lo que hace Catherine: Full Body lo hace muy bien, y lo que hace mal no es lo suficientemente malo como para tirar hacia atrás. Es cierto que la historia no puede ser del gusto de todo el mundo y algunas situaciones forzadas o más fantásticas pueden sacar de la historia a más de uno. Aun así, es un juego al que merece la pena intentar dar una oportunidad, al menos hasta uno de sus finales con sus 12 horas de duración por vuelta, y si te gusta seguir jugando porque merece mucho la pena conocer todas las situaciones y escenas que nos esconde el fantástico Catherine: Full Body. 

Resumen
Catherine es un juego de culto por definición, pero también por méritos propios. Ahora tenemos la oportunidad de disfrutar de su versión mejorada en Nintendo Switch, titulada como Catherine: Full Body. Se trata de un juego con una historia inusual y completamente absorbente, pero también con una gran jugabilidad basada en nuestras acciones y en los puzzles. Gracias a su alta regugabilidad tenemos en nuestras manos un juego que nos atrapará durante mucho tiempo y descubrir todos sus secretos y dominarlo, todavía más. Es por eso que este Catherine: Full Body puede ser un juego imprescindible para muchos y una joya por descubrir para otros.
9
Genial

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