Chicken Range es un juego desarrollado por Funbox Media para Nintendo Switch entre otras plataformas. Se trata de un juego de tiro al plato en el cual tenemos que acabar con unas gallinas con muy malas pulgas que no paran de tirarnos huevos.
Un Duck Hunt pero de gallinas
En este sentido, el juego es parecido a los clásicos Duck Hunt y similares. Encarnamos el papel de un cazador que, con sus armas, tiene que abatir cuantos más enemigos posible. Los enemigos cruzan de un lado a otro de la pantalla, tirando huevos para entorpecer nuestra vista, y tenemos que acabar con ellos antes de que nos derroten a huevazos. Van evolucionando conforme avanzan los niveles, ganando en armamento militar.
Contamos para ello con tres armas a elegir (entre un arsenal de hasta 8), cada una con una potencia, una capacidad y una cadencia de fuego distinta. No son armas de cazador, sino más bien de policía. Pistolas, magnum, fusiles de asalto… Lo único que veremos de ellas, sin embargo, es el icono y un punto de mira genérico.
Así pues, nos enzarzamos en la batalla y tenemos que aguantar lo más posible, afinando nuestra puntería para obtener una puntuación suficiente para pasar al siguiente nivel. Las gallinas cruzarán la pantalla lanzando huevazos, muchas veces antes incluso de que estén a tiro, y nosotros repartiremos plomo por doquier.
Controles poco claros
Para ello emplearemos el sensor de movimiento del mando de Nintendo Switch, que para nada es tan preciso como lo era el Wii Mote de Wii. Al principio de cada nivel, el juego nos enseña un esquema ultra confuso de los controles y, con ello, tenemos que darnos por contentos.
Podemos cambiar de arma con los gatillos y también elegir una especie de limpiador que libera nuestra vista de huevos. También podemos centrar el visor si el giroscopio se nos ha ido un poco de las manos (cosa muy frecuente). Y, bueno, disparamos con la A (y no con los gatillos). Se puede jugar tanto individual como en pareja.
Chicken Range, un juego rematadamente…
A nivel gráfico Chicken Range presenta un estilo característico de los juegos flash de hace 15 años. Los escenarios son planos y sosos, las gallinas tienen cierta gracia y de nuestro personaje solo vemos un puntero verde, igual para todas las armas. Difícilmente podrían haberlo hecho más básico.
La música (ja ja ja) es en realidad el ruido de gallinas (o palomas) sonando de forma constante y molesta.
Y todo esto por el módico precio de 25 euros. En serio, 25 euros. Por 5 euros habría sido un juego malo, así más que un juego es una estafa. Nada recomendable.